El joven cayo enamorado desde la primera vez que la vio, bastaron tan solo unos segundo para que la luz de su belleza que resplandecía como el diamante le dejara hipnotizado; solo su corazón latía brioso dentro de su pecho, luchando para que las feromonas emanadas se extendieran por todo el cuerpo…
Ella, era la mas pura escultura femenina, su pelo largo, rubio y ondulado caía hasta muy por debajo de su cintura; sus ojos eran de un celeste claro como el cielo, sus labios acentuados de un rojo pasión, finos y seductores tanteaban la suerte en búsqueda de su primer beso; acompañados por unas blancas hileras de dientes bien cuidados con filo de diamante.
Se movía con la gracia de las aves dejando que el viento jugara seductor con su cabello, moviendo ágilmente sus manos, finas, delicadas; que como centro del magnetismo femenino que le envolvía concentraba de una manera mezquina la mirada de los hombres; ya que delineaban en forma perfecta la indescriptible figura de la joven que caminaba con un vaivén único y sensual que la caracterizaba.
Un moño y una trenza adornaban su pelo, solo un poco de rimel cubría su rostro; un vestido suntuoso cubría la belleza de su cuerpo, dejando la delicada línea de sus pies aprisionado por el deleite de unas medias finas y unos zapatitos de tacón de aguja.
Prisionera de su belleza caminaba por la calle, poco concurrida por la hora; un sol abrasador de verano le lastimaba la vista y se vio en la necesidad de anteponer su mano a la claridad. Fue un gesto y un movimiento inocente en todas sus formas, pero todos los transeúntes del sexo masculino que por allí había lo notaron; En un segundo pudo haber terminado todo, ya que ingrávida se desplomaba al suelo quedando en la fija trayectoria del vehículo que hacia aquel lugar se desplazaba, así como el manto de una muerte prematura se acercaba a ella allí tendida con sus 17 años de edad.
El conductor realizó cuantas maniobras estaban a su alcance para evitar lastimar a la joven, pero había ya perdido el control y se dirigía en forma inevitable al destino, segar una vida inocente. Los hombres y mujeres disponían de muy poco tiempo para evitar la catástrofe pero solo comentaban el trágico final y gritaban horrorizados que alguien hiciera algo.
Solo el joven, que triste y desaliñado la había estado observando decidió actuar, dio ágilmente unos pasos hacia ella y en un último instante salto apartándola del trayecto del vehículo que le envistió a él en su intento desesperado por salvarla…
Eso fue lo ultimo que recordó el joven, no pudo ver la silueta femenina enmarcada por el sol acercándose lentamente a su salvador, llorando lagrimas de plata, rogando ayuda; allí arrodillada clamo por la vida del inocente que por ella se había sacrificado; dejo que sobre el cayeran las lagrimas y el cabello que era del color del oro y el sol; así se sostuvo abrazada al cuerpo inconsciente que se debatía entre la vida y la muerte.
La llegada de los paramédicos interrumpió la triste escena, le llevaron al hospital más cercano donde durante 7 días fue tratado evitando que muriera.
Pasada las 11 de la noche entreabrió los ojos sin saber donde se encontraba; la oscuridad era profunda y nada podía ver, cuando las siluetas se trasformaron en figuras, y luego en formas definidas, pudo advertir a su lado una espesa mata de cabello rubio tendido sobre la cama, pudo sentir una voz débil que rezaba, y una llanto entre cortado que llegaba desde la distancia y le golpeaba fríamente en su corazón, así como había sucedido noche y día desde que el dormía imperturbable.
Pasaron varios minutos antes de que comprendiera que debajo del cabello, una niña desconsolaba oraba para que el fuera salvado, y con su voz angelical clamaba a los cielos que tomaran su vida y no la de su salvador; dejando marcada su silueta en las sabanas empapadas por lagrimas que no le ofrecían el consuelo suficiente.
Un movimiento inadvertido le revelo que el había reaccionado, y en un impulso inesperado se le abalanzo abrasándole del cuello y besándole, pidiendo perdón, con lagrimas en los ojos y una sonrisa en los labios; el herido sintió el profundo dolor que de ella emanaba y la preocupación que sobre el caía.
Con suavidad la separo de si y ella se encontró arrepentida de su ímpetu, se sintió avergonzada y el sentimiento de culpa hizo que se ruborizara, brindándole a su rostro una tonalidad desconcertantemente bella y sensual.
Con esfuerzo él limpio las lagrimas que ella derramaba, no pudiendo menos que sonreír ya que comprendía por la situación por la que ella había pasado.
El cariño llego a aquella sala cuando dos cuerpos se entregaron a la devoción de los sentimientos; ella una niña agradecida, y el un joven afortunado; tras la desgracia del suceso, habían encontrado lo que aquella tarde de verano estaban buscando: el amor
Kevin Heves Maranetto Vranich
09/01/2005
Muy buena che! Gran caracterización de los personajes (:
ResponderEliminarFranco Ezequiel Mandolini.
Que linda historia... me gusta como el amor utiliza excusas rebeldes para encontrar dos almas que inocentemente le buscan...
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