miércoles, 23 de noviembre de 2011

Un viejo recuerdo en el cajón





Era una noche fresca de primavera, y en el cielo clareaban los primeros rayos del sol que mordía tenazmente el amanecer, en el cuarto del muchacho brillaba una bombilla eléctrica entibiando con su luz las paredes de la habitación…
Aquellos que no la hubieran visto en los últimos meses no podrían reconocerla, había cambiado por completo, había sido pintada de un nuevo color, los muebles recientemente comprados la habían redecorado de pies a cabeza, ni las cortinas habían quedado inmutables, todo había sido hecho a nuevo, intentando olvidar algo ya muy viejo…
El computador yacía medio dormido en su nuevo rincón, sobre el escritorio se desperdigaban unos papeles que tanto podrían haber resultado facturas como cartas del pasado, era imposible predecirlo, un saco descansaba en el perchero y caído junto a la cama medio escondido se hallaba un pantalón.
El chico yacía sentado a los pies de la cama, habíase perdido la noción de cuantas horas habían muerto en aquella estática posición, en sus manos se sostenía una frágil cartulina que aún no sabía bien como había encontrado, revolviendo quien sabe que cajón, buscando quien sabe qué cosa, lo cierto es que en algún momento de la noche, antes que el reloj marcara la una, su mano había tocado el borde de aquella foto, y sus ojos se posaron instintivamente en la imagen que dormía para siempre en aquel papel plastificado.
Cuando las piernas le fallaron se sentó en los pies de la cama, así tal y como ahora mismo se encontraba, sumido en las mas internas añoranzas, en las mas profundas reflexiones, albergando dentro de sí lo más cálidos recuerdos y al mismo tiempo inundado por tristes desconsuelos que hicieron brillar hasta las lágrimas sus ojos, y una a una fue derramando un manantial de tristeza sin intentar siquiera contenerlo…
Sumido en el absoluto silencio lloró contemplando aquella imagen de un recuerdo perdido hacia quizás unos dos años atrás, aquel momento mágico que de su mente parecía negarse a marcharse, él vestía de azul, un color predilecto de su persona, su cabello estaba despeinado porque recordaba el viento fresco de aquella tarde, y la arena que repiqueteaba sobre su facciones, entre sus brazos estaba ella, con esa sonrisa encantadora que le había entibiado el alma, esa mirada perdida que  tan pocas veces había podido contemplar frente a frente, allí, fría, en un papel inanimado, estaba ella, la mujer que él había amado… y la mujer que lastimándolo… hiriéndolo de muerte, lo había dejado…
-Dime ¿Por qué?
De sus labios escaparon las palabras como una condena, todo aquel silencio fue roto por una angustia que comenzó a crecer dentro de su pecho hasta que no pudo sostenerla, y fue tanto su llanto que el silencio se volvió palabras y sus ojos nublados apenas distinguieron ya la imagen, y así, en la soledad hablo con ella por última ves
-Dime por qué corazón, por qué te fuiste. Por qué el fuego de mi amor no fue calor suficiente para mantener vivas las llamas del tuyo. Dime corazón por qué si mi vida era toda tuya y te la entregaba sin reclamos no fue suficiente esto para ti, necesito saber que hice yo para que tu decidieras partir, cuando mis manos te cubrían de caricias sinceras y nunca faltaban para sostenerte de ellas si se te presentaba una dificultad, por qué te marchaste si mis labios ardían en pasión al besar tu piel y tu boca mas nunca callaron las palabras de amor que por ti mi alma prodigaba, y esos mismos labios te aconsejaron siempre para bien guiándote por los caminos benignos de la vida.
Cerró sus ojos dolido y se dejó caer sobre la cama conteniendo un mar de lagrimas y con la vista perdida en un horizonte mucho mas allá del techo de su cuarto murmuró…
-Acaso el podrá quererte la mitad de lo que te he querido, amarte siquiera la mitad de lo que te he amado, estará dispuesto a dar por ti la mitad de las cosas que yo he dado, sacrificar la mitad de lo que he sacrificado, soportar la mitad de lo que he soportado… acaso él es tan importante para ti como para lastimar a este pobre ser que tanto te necesita y que sin consuelo dejas al margen abandonado…
Con su pulso inquieto sostuvo la imagen frente a sí y concentrándose en los ojos alegres e inocentes de la imagen insistió…
-Acaricia él tu piel como yo lo hacía, dedicando a cada centímetro de ella la mas absoluta atención, para saciar las ansias de tu corazón con el más completo de los deseos, es tan dedicado como esta boca mía que apresaba en cada besos mil suspiros de amor y te los daba uno a uno en cada rincón de tu ser, puede ese hombre mirarte a los ojos como yo lo hacía y decirte sin dudarlo, sin pestañear, que te ama como amarte yo dejar no he podido…
Cerró sus ojos y volando entre sueños habló más consigo mismo que con ella…
-Pensar que fui al primero que llamaste el día que murió tu padre y corrí a tu lado para que mis hombros estuvieran prestos a contener tus lágrimas, fui yo quien en aquella disputa que te metiste terminó apartándote del peligro anteponiéndose a los golpes con tal de que a ti no te tocaran, como olvidar cuantas noches agrias debí soportar aquella triste enfermedad que te acosaba y traerte compresas frías, cuidarte y mimarte hasta que te sentías mejor, cuantas veces cansada te deje dormir cuando en mi sangre solo quería hacerte el amor…
Y sus labios se contrajeron, y en su rostro húmedo brilló la ira…
-Pensar que te amé como eras, como fuiste para mi, con todas tus virtudes que no niego, pero con todos tus defectos te amé, te amé aunque me mentías, te amé aunque me callabas tus secretos, te amé aunque llegaras mil veces a mi lado y jamás me dijeras que me querías, te amé sin despertar de ti nunca un abrazo, te amé sin tener de ti un poco de consuelo, te amé sin que me regalaras palabras dulces, sin que compartieras conmigo tus sueños, te amé de todas formas… te amé aunque fueras fría conmigo en la cama, aunque me avergonzaras enfrente de mis amigos, te amé aunque repudiaras a mi familia, te amé aunque todos me dijeran que no me convenías, te amé aunque el mundo intento separarnos te amé… como a la vida misma…
Sin saberlo arrugó la foto entre sus manos y lloró sus últimas lágrimas…
-Te amé porque necesitaba amarte, pese a todo fuiste una buena mujer, aunque no me hallas amado como te amé, sé que me amaste, quizás, alguna vez, y me pregunto querida mía si con todo lo que amarte te he amado aun así te fuiste ¿En qué fallé? Perdóname si no te compre aquel vestido azul que tanto te gustó en aquella tienda, perdóname que no pudimos concretar aquel viaje que teníamos planeado en nuestro aniversario, persóname aquella ves que llegué a tu casa con las manos vacías y era tu cumpleaños, perdóname ese día que olvidé que debía pasarte a buscar y no lo hice, perdona esa tarde que nos quedamos en casa en vez de salir a aquella fiesta que querías acudir, perdona la ves que no te pude acompañar en esa ceremonia… simplemente perdona cada segundo de mi vida que no pasé contigo pues de ello me arrepiento, perdona cada minuto de esa compañía en que no te hice el amor o te sacie de besos y caricias porque ahora le echo de menos, y perdóname por haberte amado… porque se que hice difícil tu partida cuando decidiste abandonarme… perdóname por decirte que aun te amo…
Suspiró profundamente, besó la fotografía, la hizo un pequeño bollo y trato de encestar en la papelera, pero no se levantó para comprobarlo, simplemente se quedo dormido, allí donde estaba… como saber que aquel papel regresó una vez más al cajón, que entreabierto cobijaba viejos recuerdos y tan rara vez era revisado…

* * * * *

Eran las tres de la tarde, y la bella mujer esperaba sentada en la plaza, su cabello largo caía hasta la cintura, su mirada azul irradiaba juventud y alegría, sus labios dejaban siempre entrever una sonrisa que nacía de su corazón cada vez que pensaba en él, y siempre pensaba en él, ese hombre que en sus silencios sabía decirle tantas cosas, y en su mirada confesarle tantas maravillas, aquel hombre que tanto la quería y al que ella tan intensamente amaba, era tan desagradable cada segundo del día que no estaba a su lado y su único consuelo era saberlo suyo cuando el día moría y las estrellas perlaban la noche teniéndolo para sí…
Hoy él había trabajado por la tarde y ella había ido a esperar a alguien más a la plaza, alguien que sabía pasaría por allí en ese momento, y la vio acercarse, con su paso veloz para atender los niños que la esperaban en la casa y al vago del marido que mantenía, con los ojos cansados como si añorara una vida que no podría alcanzar, las manos callosas de tanto trabajar arruinándose la juventud como ella había elegido, su cabello bajo los hombros aun contenía polvo y rastros de quien sabe que habría estado limpiando aquel mediodía
Solo la reconoció cuando la joven y bonita mujer se detuvo frente a ella, la mirada en sus ojos lo dijo todo, pero era difícil saber si era rabia, envidia, odio, humillación… la joven tendió su mano entregando un papel estrujado y la recién llegada lo tomó en sus manos
- Lo encontré en un viejo cajón, creí conveniente devolverte esto que es tuyo… ya que él es mío…
Con una sonrisa un poco malvada disfrutando su travesura se alejó, la desalineada mujer desplegó aquella marchita fotografía que no tardó en reconocer, aquella vieja imagen que aun atormentaba sus sueños tomada hacia unos 5 años cuando ella era suya, y su cuerpo calentaba la cama de un hombre que realmente la había amado. Ese día él vestía de azul, su color favorito, y su pelo estaba despeinado por el viento de aquella tarde, entre sus brazos estaba ella, sonriendo como pocas veces lo haría después de aquellas ves, sinceramente…

Quizás fueran las arrugas del papel, quizás fueran viejas lagrimas que alguien había derramado sobre la foto, quizás fueran los pliegues, el paso del tiempo o su imaginación… pero ella podría jurar que él en esa foto al sacarla sonreía… y ahora lloraba…

Como lloró ella esa noche… y todas las que le siguieron…

Kevin Heves Maranetto Vranich

23/11/2011

viernes, 18 de noviembre de 2011

Incomparable


Hay cosas querida mía que no te voy a discutir…

Puede que el sea mas hombre que yo, y en las noches de pasión y lujuria el calor de su cuerpo arremeta contra el tuyo con joviales energías que este pobre que te recuerda a sacrificado para edificar un futuro que soñaba regalarte

Puede que su piel tenga el sabor del deseo y sus manos la ansiedad del vicio insaciable por hacerte suya mientras sus manos fornidas sacian tus más íntimos anhelos carnales, como podría este noble ser que has dejado atrás competir con eso cuando sus manos frágiles solo buscaban en sus roces sutiles palpar con sublime suavidad cada rincón terso de tu dulce piel

Como pueden mis labios finos que buscaban en sus besos llenos de amor cubrir tu rostro y devorar tus deseos, contra aquellos labios gruesos que mordiendo los tuyos despiertan en ti pasiones dormidas en arrebatos de éxtasis

No hay forma de lidiar con ese hombre que mientras te lleva al clímax y se embebe del sudor de tus poros murmurándote que te quiere se agita sobre tu desnudo cuerpo en convulsiones de arrogante masculinidad, si yo apenas soy frágil jovenzuelo que te destinaba hasta su ultimo sueño en la danza del amor en el frágil vaivén del deseo mientras extasiado en un ultimo aliento murmuraba a tu oído, un susurro quedo de “te amo”

Como compararme con quien luego que te ha gozado haciéndote suya se duerme a tu lado abrazándote con fuerza aprisionándote contra el para que no huyas ni en tus sueños de su compañía, si yo solo podía contar los minutos para verte navegar en los sueño donde tus labios se adornaban con la sonrisa de la infinita libertad, donde una caricia en la mejilla, y acomodar tu cabello que caía sobre tu rostro lo significaban todo en ese “duerme bien” silencioso

No soy ni la sombra de ese que se despierta a tu lado y sabiéndose hombre te hace mujer, que nada pide pues todo lo tiene en tu cuerpo al alcance de su mano, cuando yo todo lo rogaba en una mirada suplicándote que nunca marcharas

No puedo, no puedo entender como la belleza de su rostro que robara los años, y al fuerza que de sus brazos quitara el tiempo han podido ser valorada por ti más que mi amor siempre creciente y mi deseo de tu entera felicidad siempre presente

Es verdad corazón que tú no sabes, que todo eso que contigo logra con otras cubre tus ausencias y se cultiva de esa forma como complacerte cada día más que el anterior, cuando este inocente te esperaba con su cama sin otro calor que el tuyo para aprender juntos los misterios del mar del amor.

Si querida, fuiste la única, y ahora eres una mas, fuiste especial antes de ser cualquiera, fuiste quien ame antes de ser quien el quiso…

Es verdad, hay cosas querida mía que no voy a discutir…

Kevin Heves Maranetto Vranich

18/11/2011

miércoles, 16 de noviembre de 2011

El genio y los tres deseos




Esta breve historia cuenta de dos jóvenes enamorados que caminando por una playa solitaria hallaron una extraña botella y al intentar limpiarla brotó de su interior un maravilloso genio que se presentó y se ofreció a concederles tres deseos, y como todo un caballero el muchacho dejó a ella elegir primero.
Con toda la ternura la chica mirando al chico pidió al genio un anillo que le recordara a él durante toda la vida, y el genio hizo aparecer en su dedo el más bello anillo de la tierra
El chico conmovido ante el deseo de la joven mirando al genio ansioso deseó que ella supiera antes que nadie si el dejaba de amarla en algún momento, y el genio concedió su deseo indicando que si eso sucedía ella podría ese día quitarse el anillo del dedo
La joven indignada completamente por lo que había dicho su compañero, y pensando que tal deseo solo significaba que él estaba pensando dejarla miró al genio coléricamente y deseó no volverlo a ver y con una triste sonrisa el genio, la botella y el joven desaparecieron…
Cuentan aquellos que vieron a la joven convertirse en mujer, triunfar en la vida como toda una señora y finalmente con los años convertirse en una anciana, que cada día por la mañana intentaba quitar de su dedo aquel maldito anillo, y al no poder rompía en lagrimas desconsoladas, sabiendo que el aun la amaba, y jamás lo volvería a ver…

Kevin Heves Maranetto Vranich

16/11/2011

sábado, 12 de noviembre de 2011

¿Despertando por la mañana?


A veces me pregunto que pasaría si una de estas mañanas al despertar te encontrara de nuevo a mi lado, descubriera una ves mas el perfume de tu pelo enredado entre las mantas de mi cama, y la tibieza de tu piel envolviendo mi cuerpo desnudo como hace tanto ya no disfruto.
Que sería de mi verte despertar y mirarme como me mirabas, medio dormida, clavando en mi un segundo tus ojos marrones, preguntándote en tus adentros, quizás, que hacías allí gozando de mi compañía, serías dichosa o sufrirías encontrarte en mi presencia, no lo se, nunca logré revelar ese secreto guardado en tu corazón… pero que sería de mi si esa mañana en la que despertara y volviese a hallarte a mi lado te reclinaras sobre mi y me besaras, y el sabor dulce que mis recuerdos guardan de tus labios volvieran a saciar la sed de mi corazón para hacerlo latir en aloquecido frenesí
Admito que me pone triste esas mañana en que lo pienso así, despertando junto a ti, soñando en mis desvaríos aquellos besos que ya no se dan para anunciar un nuevo día, ni tengo tu tersa piel envolviéndome, abrazándome, oprimiéndome, haciendo que este ser que habla, vive y piensa te perteneciera todo por entero a ti, mi ángel guardián, mi inocente criatura, donde nos perdemos en caricias sin fin en un éxtasis frenético de emociones que se renuevan en cada beso, en cada suspiro, haciendo el amor como si fuera siempre la primera y la ultima ves
Hay de mi al despertar, soñarte a mi lado, besarte, hacerte el amor, e imaginarnos ambos tendidos, retozantes, exhaustos, lívidos, descansando tu sobre mi pecho, extasiada, satisfecha, gozando del instante de paz y calma que sobreviene a aquella tormenta de emociones en donde te hago mía y me entrego a  ti por completo, y te recuerdo, nítidamente, suspirando, dejando que acaricie tus cabellos, que bese tu frente, y que crea que aquello duraría para siempre hasta que un día envejeciéramos y durmiéramos en esa misma posición, con el cabello cano y la piel ahora tersa ya arrugada.
Maldigo el momento en que despierto, te hallo junto a mi, nos besamos, hacemos el amor y extasiados descansamos soñando en futuros que no llegarán… como dije, maldigo el momento en que pienso que sucedería si volviera a despertar y descubriera que el no tenerte, que el haberte perdido, el que te hallas marchado, el que ya no estés, el que ahora me faltes, el que tu ausencia hiele mi sangre… halla sido solamente un miserable sueño, una pesadilla que ha hecho de estos meses una vida y de esta vida un infierno…
Y me pregunto, que sería de mi si al abrir mis ojos por la mañana te hallara, despertando de esta pesadilla, con que ojos te miraría, a que sabrían tus labios, que sentiría mi piel al rozar la tuya, con que deseo aceptaría hacerte el amor, con que sinsabor, mientras descansas sobre mi pecho, me preguntaría a mi ser interno… ¿Es esto un sueño?

Kevin Heves Maranetto Vranich

12/11/2011

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Bajo el limonero, a un paso del naranjo…





El celular comenzó a sonar estridentemente sobre la mesa de luz, el hombre abrió los ojos remolonamente y cuando alcanzó el aparato vislumbró el reloj que marcaba las tres de la mañana, mientras su mujer maldecía por lo bajo y le preguntaba quién podría llamar a esas horas de la madrugada, encogiéndose de hombros para sí mismo y carraspeando levemente respondió, una vos familiar llegó al otro lado de  la línea
-Hola, disculpa que moleste, no sé bien qué hora es pero…
-Son las tres de la mañana (lo interrumpió algo molesto)
-Si bien, quería decirte que lamento no llamar más seguido, pero sabes cómo es la cosa, mi mujer, los chicos, el trabajo, uno no tiene tiempo para nada y a veces se olvida de llamar a sus amigos de vez en cuando y preguntarle como están, da vergüenza que uno se olvide de hacer esas cosas ¿Hace cuanto nos conocemos he?
-Y como 10 años
-¿11 y tres meses te acordas? El día que te peché por mirar aquella rubia que estaba divina
-Si me acuerdo, si no me ayudabas a juntar los papeles te hubiera roto la cabeza
-Si con la cara que pusiste me di cuenta ¿Que tiempos no? ¿Ya van como tres años que no nos vemos?
-Casi 4, desde que nació el chico tuyo
-Si ¿verdad? Como vuela el tiempo, siempre que para el cumpleaños de uno el cumpleaños del otro, que para año nuevo que para navidad y cosa va cosa viene nunca nos juntamos desde aquella ves que manga de pelotudos
-Y bueno, si queres nos encontramos ahora el viernes, es el cumpleaños de mi mujer
-¿Si? Fa que lastima, yo el viernes no voy a poder
-Pero veni un día de esto y charlamos, no tiene porque ser cumpleaños de nadie, o decime que día te queda bien y voy yo
-Si verdad, que boludes esperar las fiestas para encontrarse con amigos de toda la vida, pero voy a  estar complicado, bueno, son las tres de la mañana me dijiste y seguro estabas durmiendo
-Si…
-Bueno, disculpa por despertarte, te dejo dormir tranquilo
-Si bueno, nos vemos
-No para… ¿Me podes hacer un favor?
-Si dale, decime…
-Cuando vengas a verme podes traerme la cajita aquella que enterramos en tu patio ¿Te acordas? La capsula del tiempo que enterramos de pibes para cuando nos casáramos, yo la enterré en tu patio y vos en el mío, para no tener la tentación de sacarlas ¿Te acordas?
-Si me acuerdo, pero voy a  tener que hacer más de un pozo para sacarla porque no me acurdo bien donde la pusiste
-Abajo del limonero, un paso a la derecha desde el naranjo, haceme ese favor ¿Si?
-Dale, nos vemos…
-Nos vemos, y disculpa la joda a la tres de la mañana…
-Dale no pasa nada…
Cuando la línea se cortó su mujer ya estaba durmiendo, se quedó mirando un poco el aparato y un poco el reloj, luego dio media vuelta y trató de dormir, que diablos le habría picado a su amigo llamarlo a aquella hora y comenzó a preocuparse.
“Si hubiera sido algo importante hubiera venido a casa” se decía a sí mismo “son tres horas de viaje pero si fuera algo importante…”
A las cuatro menos cuarto estaba con una pala en el jardín haciendo el tercer hoyo aun en pijamas, un paso de jovenzuelo no era el mismo que el de un hombre adulto y atinar  a la cápsula del tiempo no había sido igual de fácil, ahora, envuelta en una bolsa plástica para protegerla de la humedad, la tenía en sus manos y la miró cuidadosamente, recordaba que dentro solo había unas cartas pero no atinaba bien a recordar para quienes eran. La dejó en la mesa de la cocina y se fue a acostar de nuevo, escuchando a  su mujer regañarlo por haber salido al patio a esa ahora a hacer ruido.
A la cinco se había levantado de nuevo sin poder pegar un ojo, se había vestido y había cogido las llaves del coche, ya estaba arriba con aquella cajita a su lado cuando la mujer se asomó en la puerta

-Avisa que me siento enfermo, hoy no podré ir a trabajar
Y antes de escuchar una réplica encendió el coche y se marcho, poco después de las ocho estaba llegando a la casa de su amigo, estaba tal cual la recordaba, los mismos rosales en un rincón, el mismo tangerino a uno de los lados, la cerca algo despintada con dos tablas rotas junto a la entrada, estaba todo en absoluto silencio y no le extrañó, que diablos se le había pasado por la cabeza para presentarse allí a las 8 de la mañana, estarían durmiendo
Sintiéndose un poco estúpido y con el paquete bajo el brazo llamó a la puerta, después de todo lo habían despertado a las tres de la mañana ¿Que tenia de malo despertarlo a las ocho? Seguramente se llevaría una agradable sorpresa de verlo luego de tantos años. Pero nadie respondió
-No hay nadie (indicó un vecino) están en el velatorio de agencia central desde anoche
¿Velatorio? Las fichas comenzaron a caerle de inmediato, por eso la llamada a la madrugada, algo había pasado y le necesitaba, quizás hubiera sido el chico, y el tan torpe lo había mencionado, sintiéndose culpable regresó al coche apresurado y se dirigió a la dirección que le habían indicado, cuando entró no pensó que su ropa era informal o que llevaba una caja llena de tierra bajo el brazo que le había ensuciado un poco la chaqueta, sintió un fuerte alivio cuando vio a la mujer y al niño completamente abatidos pero vivos, al menos se trataba de algún otro familiar
Se acercó a la señora y le preguntó donde se encontraba su compañero y ella con los ojos rojos e irritados hizo un pequeño gesto señalando el cajón
La caja rodo de entre sus brazos y produjo un ruido sordo en el piso al abrirse, pero ni se dio cuenta, estaba asomándose para reconocer el lívido rostro de su querido amigo, frente a él, muerto.
No estuvo muy seguro quien lo sujetó cuando le fallaron las piernas, alguien le alcanzó una silla y el pequeño chico que tenía los ojos de él le tendía una caja abierta, algo tembloroso distinguió dentro dos sobres
“Para la que sea mi mujer” decía la de más arriba “Para ti” decía la segunda
Sintiéndose completamente fuera de lugar extendió el sobre que no era para él a su dueño, y abrió el suyo presurosamente, dentro rezaban unas palabras. Cortas, tiernas e infantiles

“Amigo mío, si lees esto es porque me he ido antes que tú ya que prometimos no hacerlo hasta que el otro se halla marchado, espero haber cumplido mi promesa de visitarte cada cumpleaños y tú la tuya de visitarme los míos, que no hallamos hecho como hicieron nuestros padres que la última vez que se vieron se despedían de un cajón y de un cuerpo sin vida. Y si volvimos a repetir ese error y tengo un hijo y tú también tienes uno, asegúrate que nunca falte el uno al cumpleaños del otro. Con cariño, tu amigo”

Cuando se atrevió a mirar a su alrededor algo mareado aún y con las lagrimas dificultándole las vista vio otro papel que se le extendía, lo tomó y se atrevió a leerlo

“Amor mío, aún no te conozco, pero si estás conmigo es porque eres la persona más especial en mi vida, mi amigo debe estar cerca de ti, el te apoyará en lo que necesites, lo se porque lo conozco, por eso quiero pedirte que no lo dejes solo, el sufrirá mucho mi partida tanto como tú, le he encargado una misión ayúdalo a cumplirla, dale un beso a nuestro hijo de mi parte ¿Tenemos un hijo verdad?”

Con un hilo de voz se atrevió a preguntar cuando había sucedido

“Ayer por la tarde” (fue la respuesta) “Ayer, a las tres de la tarde”


Kevin Heves Maranetto Vranich

09/11/2011

jueves, 3 de noviembre de 2011

Ilusiones, sueños y fantasías…




El teléfono había sonado casi con frenetismo y él perezoso había debido levantarse del computador a responderlo de mala gana, cuando lo hizo el “hola” salió de una manera casi gruñona que sorprendió a la persona al otro lado de la línea…
Cuando ella habló el equipo móvil casi se le resbala de las manos, y sus dedos se deslizaron instintivamente por sus revueltos cabellos como si pudieran verle, la sonrisa afloró en su rostro y sus ojos brillaron perceptiblemente, aunque nadie lo notara, y con un ánimo completamente distante trató de disculparse inventando alguna escusa, pero su mente había quedado en blanco y nada se le ocurrió, del otro lado una risa apagada parecía comprenderlo todo y el suspiró profundamente…
La llamada fue corta, no duró ni 5 minutos, y al colgar se quedó mirando el aparato de manera estupefacta ¿Qué rayos hacia ella en la ciudad? No esperaba verla hasta fin de año en las fiestas cuando venía de pasada por visitar a unos familiares, sin embargo ya estaba allí… y a las 9 pasaría a saludarle “podríamos ponernos al día y ver alguna película” había dicho… ¿¡A las 9!? El sol se había ocultado hacía poco, así que miró con recelo el reloj de la pared… ¡¡8:45!!
El móvil hizo equilibrio en el reborde del cajón de la mesa de luz, entrando mas por milagro que por fuerza de la gravedad que lo hubiera hecho estrellarse en el piso, el joven convertido en un huracán había saltado por sobre la cama abriendo cajones e introduciendo ropa y otros menesteres en ellos, en dos rápidos manotazos despejó las superficies de objetos inoportunos y un buzo que llevaba dos días en el mismo rincón fue un excelente elemento para despolvar de apuro las cosas de la habitación que parecían provenir de un campo de batalla.
Al tercer salto sobre la cama se detuvo a emprolijarla y en el siguiente fue directo al computador haciendo desaparecer cosas de la pantalla y el escritorio casi de manera instintiva, fue en eso que sonó el timbre y el corazón se le detuvo en el pecho mientras escuchaba los pazos de su madre que acudía a abrir la puerta, y dos segundos después reconoció su voz y escucho su propio nombre indicándole que le requerían en el salón comedor.
Unas horas después se habían puesto al día como habían quedado, unos compromisos del padre de ella la habían traído a la ciudad y había decidido acompañarlo para adelantar su visita a algunos amigos, cuando la noche ya había entrado por completo y los bostezos comenzaron a  hacerse recurrentes en los padres del joven se fueron a  dormir, y ambos muchachos aprovecharon la oportunidad para acudir a la cocina en busca de bol y otros instrumentos, para preparar unas apetitosas palomitas de maíz que le acompañaran en las películas que la noche traería consigo como en ocasiones anteriores, cuando el reloj de la sala dio la campanada de la una de la mañana ambos jóvenes se tendieron en la cama del muchacho aun platicando trivialidades y la película comenzó a correr y poco a poco la charla fue quedando sumida en meros y superfluos comentarios sobre lo que veían, hasta que el silencio los consumió por completo más que alguna exclamación ahogada, y el sonido cómico de sus bocas masticando las palomitas.
Hubiera sido muy difícil que alguien no notara el nerviosismo del chico muy distante de las escenas que pasaban en el equipo de video, sus movimientos casi mecánicos llevaban la comida a su boca, masticaba de manera casi contada cada bocado, y sus ojos no osaban apartarse un centímetro de la pantalla, quizás por eso no percibió absolutamente nada…
La mirada de ella se desviaba regularmente a las facciones de él, es verdad que lo hacía con delicado disimulo siguiendo la mano distraídamente cada vez que buscaba más comida, pero él llevaba más de media hora sin siquiera sonreírle y lo último de lo que habían hablado había sido de la escena previsible que había realizado el productor al principio del video, ella no pudo evitar un suave suspiro y le pareció distinguir una mueca, casi una sonrisa en el rostro de él, y en la confianza que su amistad había depositado en ellos recostó su cabeza sobre su hombro y sabiendo que no la había mirado una sola vez cerró sus ojos pensando lo bonito que le hubiera resultado que sus brazos la rodearan para sentir esa tibieza inocente que emanaba de su piel, pero él no la abrazó, y poco a poco se fue adormeciendo sin notar que el corazón del muchacho se había acelerado y su rostro había adquirido un ligero rubor…
Finalmente él notó que se había quedado completamente dormida, y se quedó dibujando aquella situación en sus pensamientos un poco más tranquilo, le agradaba aquello, sentirla tan próxima a él. No siempre se tenían tanta confianza pero eran amigos desde tiempos que ni valían la pena recordar, tiempos que habían sido dolorosos para ambos y la amistad que habían conseguido les había entregado un mutuo y fuerte beneficio haciéndoles salir adelante…
La película aún no había terminado, y él no tenía sueño, pero cerró los ojos para poder sentir más delicadamente la leve presión del rostro femenino sobre su cuerpo, la tibieza que traspasaba la remera sin dificultad, la suave caricia de su aliento, el sonido de su rítmica respiración, se dejaba arrastrar por aquellos sentidos lentamente hasta que se atrevió a  suspirar…
Ella en sueños se movió lentamente y el casi muere de los nervios pensando que ella lo había observado, pero seguía tan dormida como unos minutos atrás, el movimiento de la chica había sido leve, volteándose hacia él, apoyándose aun más sobre su pecho, junto a donde ahora descansaba su mano poco por encima de su vientre, así como las piernas de la chica, siguiendo el giro habían quedado sobre las piernas del chico, que no pudo evitar un ligero estremecimiento, y su cara pareció iluminarse de un tono rojo intenso, pero nadie lo vio… Nadie podía verlo y se permitió suspirar de nuevo mas aliviado, miro por el rabillo del ojo la película que avanzaba sin ningún interés, no se atrevió a moverse para alcanzar el control remoto y despertarla, así que la dejó correr y la observó mientras el cansancio comenzaba a invadirlo, Juntando un valor que él no solía tener le apartó uno de su largos mechones de pelo de la cara, y con toda la suavidad que le fue posible le entregó un tierno beso entre sus rizos, murmurando para su adentros un deseo apagado de jamás olvidar aquel momento…
Quizás a ella la despertara el resplandor intermitente del equipo que pasaba una y otra vez el menú de la película, se sintió un poco avergonzada al notar que en sus sueños se había acercado tanto a él, y que prácticamente lo estaba abrazando acurrucada a su lado, no supo acertar en qué momento él había cogido parte de la mantas de la cama cubriéndola a ella para que al refrescar la noche no sintiera frío, y quizás con ese objetivo o para evitar que la tela se deslizara, habíase dormido sujetándola, con su brazo sobre su cuerpo, bordeando su cintura…
Ella dibujo una de esas sonrisas que solo en sus mas añoradas noches de soledad imaginando momentos como este dibujaba su rostro, sintió que su corazón era un pimpollo floreciendo y con sutileza alzó su cabeza para contemplarle profundamente dormido, era tan tierno observarlo así, tranquilo, calmo, ella lo conocía muy bien, habíase platicado la historias de sus vidas tantas veces que al final un día ella logró entender aquel oscuro resplandor en los marrones ojos del muchacho, aquella daga que en los pasados años una mala joven había acertado a su corazón y de la cual jamás había podido librarse sin importar cuantas damas hubieran disfrutado su compañía, ella recordaba a todas y cada una mejor que el mismo pues había deseado ocupar el lugar de ellas cada vez que le narraba a través del cable telefónico sus desabridas experiencias con las mujeres, luego de la última, hacia pocos meses, habíase resignado a que llegara alguien especial
Y ella soñaba ser esa persona pero no sabia como decírselo, ni como el podría tomarlo, las confianzas que había entre ellos hacían a muchos haber entendido mal la relación que los unía, si el chico había en algún momento sentido algo por ella sabiamente se lo había ocultado, además era tan tierno con las chicas que parecía quererlas a todas por igual, pero tan tímido que a ninguna le expresaba sus verdaderas emociones, y sintió que conociéndole tan bien como lo conocía, era aun un misterio para ella… y disfrutando de la tibieza y el perfume de su piel que la cautivaba se animó lentamente a dejar libre su imaginación…

* * * * * * * * * *

Se figuró que sutilmente comenzaba con sus dedos a acariciar el pecho de él, giros suaves y susurrantes para evitar despertarlo, como si quisiera dibujar en su mente una maravillosa fantasía, en que dormido, él era suyo…
Imaginó hasta el sutil detalle de sus pies descalzos acariciando los del muchacho, enroscando sus piernas en las suya con suaves movimientos para que no lo notara, mientras su mano ascendía ligeramente y dejaba sus dedos enredarse en sus cortos rizos negros, acariciando con suavidad su mejilla, y sintiendo su pasión de mujer desbordándose alzaba su cabeza y con tranquilidad depositaba sus femeninos labios sobre los del muchacho en un roce, en un instante que era apenas una caricia… y disfrutando que los profundos sueños del chico no le habían dejado despertar se animó a repetirlo casi sintiéndose osada por su atrevimiento, y esta vez, algo hizo que su corazón se paralizara, puesto que aquellos labios habían parecido responder aquel beso…
Se detuvo un instante para contemplar si el dormía o había despertado, pero estaba impasible, respirando con normalidad, jamás se había sentido tan atrevida, ni siquiera en sus fantasías recordaba sentir tan tierna caricia de aquellos labios, ilusionada con esto besó una vez más aquella boca y esta vez fue irreprochable, aquel muchacho, dormido o despierto, real o solo un sueño, estaba respondiendo sus besos y esta vez, no iba a apartarse para comprobarlo.
Dejo que la caricia la fuera estimulando, y su mano comenzó a acariciar el cuello del chico, la de él a su vez comenzó a ejercer presión sobre el talle de la cintura, ella había cerrado fantasiosamente sus ojos para imaginar aquel vivido estremecimiento que parecía tan real, y al abrirlos se encontró con una intensa mirada de ojos marrones que parecían atravesarla de parte a parte, una mirada acariciadora que la quemaba como el fuego de mil infiernos, y que en mudo gesto rogaba que no se detuviera, y ella no lo hizo ni lo hubiera hecho así dependiera su vida de ello…
Ella impulsada por un instinto que no sabía que poseía y por una pasión que jamás había experimentado con hombre alguno fue cubriendo al muchacho con besos y caricias colocando su propio cuerpo sobre el de él que solo soltó el talle de su cintura buscando a  tientas en la meza de luz el control del televisor puesto que en aquel momento la repetida presentación de la película era un fastidio, quizás no tomo correctamente el control, quizás apretara un botón equivocado, lo cierto es que en alguno de los intentos el equipo de sonido se encendió dejando escurrir suavemente una dulce melodía que envolvía el ambiente, finalmente la pantalla se apagó, y una luz débilmente azulada dibujo dos figuras queriéndose en la cama
Ella sentía la tibieza de aquel muchacho de una forma abrumadora, sus manos le prodigaban caricias que parecían jamás haber sentido su piel, y sin embargo en tan osada fantasía, o realidad, ya no estaba segura, el parecía detenido ante sus pensamientos, como esperando que ella dijera que debía hacer, o necesitara pensarlo al menos ¿Podría ser aquella su más mágica fantasía? ¿Podría estar teniendo tan fantástico sueño? Parecía tan real y sin embargo era como una película fantástica detenida en el tiempo…
Dejó de importarle por completo, fuera real o no, entre caricias permitió que sus manos se colaran bajo la remera del hombre que tanto la enloquecía, y con una dificultad que parecía increíblemente real logró quitársela cuando el abandonando sus caricias alzó los brazos un instante, y como si esto hubiera destinado una mutua pasión ambas manos se encontraron en roses tiernos quitando la blusa femenina… a partir de ese momento cada suspiro era un alimento para su corazones que coordinados parecían latir a un mismo tiempo…
Una a una las prendas fueron acumulándose junto a la cama, los dedos de ambos muchachos exploraban la piel del otro con salvaje desesperación, con sutil entusiasmo, y con suaves deseos compartidos, sus carnes entibiadas por el éxtasi frenéticos de esos sentimientos parecían reaccionar a tales caricias ardiendo y dulcificándose…
Como discernir si de sus labios al encontrarse brotaba un elixir o un veneno, ninguno de los dos recordaba jamás haber recibido caricias semejantes, ni la ardiente pasión que parecía tan mutua como si les hubiera esperado desde siempre, como si sincronizaran cada suspiro, cada roce, cada abrazo, cada mimo, todo en una dulce sinfonía que sus cuerpos interpretaban con maravillosa perfección…
El cabello de ella caía sobre él y sobre su espada, donde sus manos se enredaban disfrutando el aterciopelado contacto, ni en su más salvajes aventuras adolescentes recordaba jamás haber acariciado piel tan tersa como la que ahora sus yemas palpaban, sintiendo con cada caricia nueva un fuego interno escocerle sin control, y mientras besaba su cuello cautelosamente controlando su instinto mas salvajes se dejo dominar por los más básicos impulsos, y ascendió con sus labios por su rostros deteniéndose cautelosamente junto a su oído, tratando de murmurarle que era la persona más feliz que pudiera habitar la tierra, pero no le salieron palabras, y sus dientes atenazaron con una suavidad sincronizada el lóbulo de la oreja de la muchacha, eso fue el inicio de una reacción en cadena inimaginable…
Los brazos de ambos envolvieron al otro con tanta fuerza que parecía buscaran unirse en una misma persona, desnudos, el perfume y elixir de sus cuerpos se mescló en la esencia de un momento que es único, donde el tiempo se detiene y eclosionan todos los más puros deseos que el amor produce… finalmente, el éxtasis como un catalizador recorre cada vena del cuerpo, impulsando cada musculo en un estremecimiento donde dos conciencias pertenecen en un mágico instante a un mismo ser…
Luego, la relajación es total y absoluta, los besos y las caricias brotan por sí mismas como desesperadas evitando que aquel mágico momento halla llegado y pasado… y poco a poco van menguando, hasta dejar hombre y mujer tan enredados uno junto al otro, con las miradas perdidas en los ojos de su compañero, que parece imposible saber si sus espíritus han logrado separarse o continúan siendo uno solo…
Nacen tantos deseos de convertir en palabra tan frescos recuerdos y sensaciones, pero ambos saben que no existen palabras que describan aquello y quedan mudos, ultimando caricias, aplacando los mas íntimos deseos, sabiendo que aquel instante ha llegado a su fin, un fin que es quizás un comienzo…
Recién entonces comprenden que fueron tan incautos, que sobre un rincón de la pieza la puerta permanece abierta iluminada por los reflejos azules del equipo de sonido, se sienten por primera vez desnudos junto al otro, como si todo lo que ha pasado no hubiera pasado, y las vergüenza los inhibe y estalla entre ambos en una sonrisa jovial, franca… y nace un beso, un tierno beso que es, aunque no lo sepan, el último de esa noche…
El sin arriesgarse a prender el bombillo de la luz recoge las prendas de cada uno y en la intima penumbra van separando lo que es de cada quien vistiéndose, cuando finalmente han terminado algo embarazados por todo lo que ha pasado se miran semirecostados en la oscuridad…
Él la mira aun indeciso si pudiera ser esto real como le ha parecido, o solo un sueño, y acaba creyendo esto último, ella a resultado tan impulsiva como jamás la había conocido, como si no fuera ella misma, si no una extensión de sus ardientes deseos de hombre, y venciendo en aquel sueño su timidez alza el brazo en un gesto sutil para que ella vuelva  acurrucarse a su lado, con su cabeza sobre su hombro, y sin dudarlo la jovencita acude para sentir una vez más aquel brazo posarse sobre su cintura, tal y como momentos antes él se sintió ser despertado por aquellos mágicos besos…

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Con los rayos del sol mañanero colándose por la ventana ella se despierta minutos antes que él,  disfruta unos segundos de los bellos recuerdos del sueño que ha tenido, y mirándolo con dulzura sonríe preguntándose qué sucedería si el supiese lo que ha soñado esa noche envuelta en sus brazos…
La mano de él ya no esta sobre su cintura y ella algo avergonzada aparta la suya de su vientre, al hacerlo él abre los ojos de manera perezosa, y sonrojándose la mira, durante un instante le parece ver aquella mirada tan profunda que le regalo en sus sueños aquellos bellos ojos marrones, pero la sonrisa de él es la de siempre, trémula, tímida, asustadiza, y en el fondo de aquellos ojos que la cautivan descansa como siempre aquel reflejo oscuro del miedo y un dolor que ella maldice no tener la oportunidad de curar…
Murmura un buenos días, y él responde que ni se dio cuenta cuando se quedaron dormidos, ella ve una mueca en la comisura de sus labios y sabe que miente, pero es una mentira inocente, quizás ocultando que ella se durmió antes que él, y se siente algo avergonzada, no imagina que el recuerda aquel beso que deposito en su cabeza y el alocado sueño que dormir a su lado le ha provocado…
Se desperezan suavemente, los padres del chico parece que aun no se han despertado, en lo lejos canta un pajarito alegrando el amanecer, ella algo resignada que todo aquello no fuera más que un sueño se levanta calzándose con cuidado de que el no perciba como le ha avergonzado recordar las caricias que ha dado y recibido en su fantasioso sueño, toma del piso el pote con las palomitas que han sobrado y las lleva a la cocina
El quedando a solas un instante maldice para sus adentros aquella vergüenza que siempre lo ha limitado a confesarle cuanto la quiere, y el miedo a perder aquello tan bello que hay entre ambos, sin embargo aquel sueño a parecido tan vivido, tan real que se encuentra completamente confundido, suspira fuertemente y trata de emprolijarse levantándose a su vez se dirige al baño para intentar aplastar una ves mas sus revueltos cabellos, ya de regreso en el cuarto la sorprende tratando de alizar un poco las revueltas mantas, ella se detiene y lo mira, siente que sus ojos le dicen algo pero no sabe que es y se voltea…
Como niños pequeños quedan ambos viéndose reflejados en la oscura pantalla del silencioso televisor, mientras del equipo de audio parte una tenue luz azulada, y una dulce y suave melodía que les traía poderos recuerdos de un vivido sueño…


Kevin Heves Maranetto Vranich

02/11/2011