domingo, 13 de noviembre de 2016

No recuerdo





No recuerdo bien como fue, pero él había terminado con el amor de su vida y aún estaba llorando su pérdida, ella de alguna manera llegó a él, quizás un mensaje, quizás comentó una de sus fotos, o leyó alguno de sus comentarios, pero hubo química de inmediato…
El encontró en ella un rayo de sol, alguien en quien sostenerse en aquella pena, con quien charlar hasta altas horas de la noche, a veces hasta el amanecer, a veces más aún, y ella encontró, sin dudarlo, su príncipe azul…
Pero el corazón de aquel joven estaba destruido, había tantos trozos desperdigados en su pecho, tanto dolor encogiendo su alma, que estuvo insegura de intentar la imposible tarea de conquistarle, además, ella no quería admitir que se estaba enamorando de él…
Palabra a palabra, día a día, situación a situación comenzaron a quererse, como amigos, como hermanos, como almas gemelas destinadas a estar juntas, pero no era fácil, les separaba la distancia, la edad, las costumbres y hasta las palabras… pero aquel cariño, con sus altibajos, no paraba de crecer…
Su santa paciencia fue reparando poco a poco el daño en el pecho del joven, quien le veía con adoración, era su salvadora, aquella amiga que le había tendido la mano cuando se hallaba sumido en el foso de la desesperación…
Quizás ella decidió dejarlo hacer su vida, puede que temiera que lo que sentía arruinara aquella amistad, o quería destruir sus sentimientos pues eran casi imposibles de llevar a buen puerto, lo cierto que se apartó a él, dejándolo a la deriva, sin cadenas y sin bote salvavidas…
Pero aquello que está destinado a estar junto no puede separarse más que un tiempo razonable, así que un día le saludó, casual, como siempre, pensando quizás apagado su fuego, creyendo quizás superados sus sentimientos, y él, con el cariño intacto, le saludó con la misma cortesía que si aquellos dos años hubieran sido dos días…
Comenzaron a platicar, cosas van cosas vienen, y de pronto hablo de ella…
Una muchacha, buena, más no perfecta, había ocupado un lugar en su vida, su corazón aún lleno de sombras necesitaba de alguien que le cuidara, y esta muchacha había llegado a ocuparse de ello en el momento que nadie más lo hacía, él, triste, solitario, abandonado a su suerte en un mundo que no entendía, se dejó acoger en los brazos que rodearon su cuello y depositaron besos en sus labios...
Decir que se enamoraron sería demasiado, él estaba muy lastimado para querer, ella era muy inocente, y la misma inocencia le llevo a enamorarse perdidamente de un amor idealizado, le quiso solo por el hecho de quererle, como quien ve un perro a la orilla del camino con sed y le acerca un poco de agua, así, con esa compasión latente en su pecho de mujer se acercó a este hombre meditabundo y se enamoró de él… ¿Amor? Nada puede parecérsele menos…
A lo lejos su rayo de sol escuchó la historia con modesta y falsa alegría, sintió en su fuero interno un torbellino de celos que creía eran imposibles de comprender, se controló como pudo y con la dudosa simpatía de la amistad siguió con el juego de años antes, escribiéndole de ves en ves, hablando como si la noche no terminara al comenzar un nuevo día, contándose sus íntimos secretos como si fueran uno solo, irremediablemente se enamoraron sin margen de duda…
Ella se iba a dormir meditando todo aquello, él estaba con alguien más, si antes había mil fronteras que los separaban, ahora existía una que no podía franquear un pasaje de avión, ahora había otra mujer, y los celos le hacían doler el alma ¿Porque se había demorado demasiado en reclamarlo para ella? Preguntándose porque no admitió su amor cuando fue el momento, dejándolo todo por refugiarse en sus brazos como había deseado hacerlo tantas veces, y pensó que habiéndolo perdido para siempre aun le quería para sí, pero no sabía si luchar por él…
Mientras, al otro lado del mundo mismo, en una cama, él estaba despierto junto a  otra mujer, sin poder cerrar los ojos, sin poder hacerle el amor, sin poder besarla en la frente ni acariciar su pelo, yacía en la cama de alguien que no llegaba a llenarle por completo, alguien que solo menguaba su soledad, que solo era una página más en un libro que no tenía buen final…
Llego entonces a las tres de la mañana un mensaje apasionado, revelando los sentimientos tantos años ocultados, esperando una respuesta, pidiendo, tan dulcemente como era posible, que dejara su vida actual por ella… y el meditó tanto aquello como era posible…
Podría haber respondido tantas cosas, haber creado falsas esperanzas, haberse hecho el desentendido, haber propuesto que le diera tiempo, haberle prometido el cielo, haberle confesado lo que sentía por ella… y lo vacío que se hallaba en aquella cama…
Pero hacía ya casi 10 años una mujer le rompió el corazón, sin razón, sin motivos, llegó hasta él, luego de compartir tantos dulces momentos y le dijo que aquello no iba más, simplemente le dejó y se fue con otro hombre…
Lloró recordando tantas humillaciones, como se arrastró por ella, como rogó que volviera, implorando una oportunidad de ser mejor persona, prometiendo hacer lo que fuese necesario, ofreciendo el cielo y el infierno, si debía hacerlo, venderle su alma al diablo…
Nada fue suficiente para aquella otra mujer que de todos modos lo abandonó, dejándolo librado a su suerte con una herida irreparable en su pecho, ahora, una vida entera después, las cosas eran al revés, yacía en el lecho de alguien que lo quería sin sentir lo mismo a cambio, entregando cada día la oportunidad de ser enamorado, fallando cada día no habiéndolo logrado…
¿Qué sería de esta chica si le despertaba para decirle que no la amaba? ¿Lloraría como lloro él? Jamás se perdonaría causarle a alguien el dolor que le habían causado, moriría de ser necesario antes de hacer aquello, no se permitiría jamás dejarlo de intentar, aunque supiera que fuese una batalla perdida, sabiendo aun que le alejaban de su felicidad, que le prohibía estar junto al amor de su vida… aún pese a todo, se quedaría a su lado, dibujaría una sonrisa por la mañana, y derramaría lagrimas por la noche, pero solo cuando ella durmiera, cuando ella no lo viera, y así sería… cada mes, cada año, la vida entera de ser necesario… quizás fuera infeliz toda su vida… pero ella no lo sabría jamás… ella podría ser feliz, como no pudo serlo, hace una década, él…
Pero tampoco podía lastimar a aquella amada que le había revelado sus cálidos sentimientos, y el dilema, presente en su conciencia, no tenía una salida fácil, no una en la que él se beneficiara, pero si de verdad la quería solo podía hacer una cosa por ella: dejarla libre…
Con todo el afecto del mundo halló las palabras para rechazar las tan deseadas intenciones, con un nudo en el pecho y un sabor amargo en la garganta le pidió que buscara un amor que estuviese a su alcance, que ella no era para él, y que él no la haría feliz, le explicó como pudo que aquello era un imposible, con el suspiro frio del intimo deseo, de que ella adivinara con que dolor decía aquello…
Pero ella solo escucho lo que quería escuchar, se sintió despechada, ofendida, herida, no comprendió que entre todos los dolores aquel era el único que le otorgaba la libertad de hallar felicidad anidando en otro pecho, cobijándose en otros brazos, ella merecía ser feliz, si le odiaba… pues que le odiara, él lo resistiría, siempre que ella fuera feliz… no volvería a lastimar a una mujer si podía evitarlo… y obligarla a esperarle quizás la vida entera, (quizás no), vistiendo santos, por un amor suyo, maniatado a los brazos de otra persona…. No, aquello no era vida, así que le pidió que abriera sus alas y volara sin él…
Ahora que lo pienso, tampoco recuerdo bien el final de esta historia ¿Quizás él seguía junto a quien no amaba una vida entera? ¿Acaso el tiempo los separaba pero el amor de aquella muchacha ya había echado raíces en otro corazón? Me gustaría decir que ella le espero de todos modos, que con el tiempo terminaron juntos, que un día lo visitó y el beso de aquellos labios menguó hasta la luz del sol y le hizo olvidar la espera, pero lo cierto… es que no recuerdo que sucedió…

Kevin Heves Maranetto Vranich

19/03/2013