viernes, 16 de diciembre de 2011

El mensaje a las 7 AM




Él se había dormido en sus brazos como acostumbraba hacer casi todas las noches, ella sabía muy bien que odiaba dormirse primero, que prefería esforzarse en esperar que ella lo hiciera, para, como si fuera un delito, cuidarla en sus sueños, acariciar su pelo, su rostro y besarla furtivamente deseándole dulces sueños. Pero él estaba siempre tan cansado que rara vez aquello sucedía, y era ella la encargada de vigilar sus sueños, de profesar esas delictivas caricias y besar, mientras dormía, esos cálidos labios que incluso desde los reinos de Morfeo parecían responderle.
Esta vez no había sido la excepción, le notó cansado ni bien llegó a su casa, la recibió con la misma sonrisa radiante de siempre, comieron lo que había sin prestar demasiada atención a ello, mas si quizás a algún beso colado entre bocado y bocado que hacían de aquella cena especial, así fuera igual a todas las otras.
Él se levantó a preparar un café tras haber apartado a un lado los platos, ella lo miró y sonrió, era su forma muda de pedirle aquel favor que había creído tan ridículo un año y algo atrás, y ahora lo comprendía. Con felinos movimientos se había levantado recogiendo la mesa y la llevó a la pileta de lavar muy cerca de donde el media las cucharadas de café que pondría en la maquina, reconozcamos que su forma disimulada de mirarla era perfecta, imperceptible para cualquiera menos para ella, ella sabía muy bien que la estaba mirando, podía sentirlo en la sonrisa que se dibujaba en sus labios.
Él era un hombre un poco extraño, era tan fácil robarle esas sonrisas tan sinceras con las cosas más tontas y no en vano le había tomado tanto tiempo descubrir esa extraña pasión suya. Esa sonrisa tan pura, tan clara que brotaba desde su interior cada vez que ella levantaba una mesa, fregaba un traste, se atrevía a tomar una escoba para barrer un piso o tan simplemente tendía la cama cada mañana en la que ambos habían consumado su amor cada noche.
Él era extraño, de eso no había duda ¿Cuantos hombres valoran eso en una mujer? Porque esa sonrisa no era otra cosa que la mas franca sinceridad brotando en un grito mudo que decía “estoy orgulloso se ti”, como decirle, como explicarle que cada vez que veía esa sonrisa en sus labios ella también se sentía orgullosa de sí misma, y en cada oportunidad colocaba en lo que estuviera haciendo su más profundo anhelo de hacerlo perfecto, sabía que eso no importaba para él, no la meticulosidad con que se hiciera, si no el hecho en sí mismo, pero ella, cada vez que veía esa sonrisa sentía que debía hacerlo perfecto.
Había estado embriagada en tales pensamientos que ni había notado que él ya no estaba junto a la cafetera si no que se hallaba detrás suyo, apoyándose contra sí misma, envolviéndola entre sus brazos robustos y cariñosos que la oprimían con pasión contenida, besó su cabeza, su mejilla y apoyó su pera sobre el hombro de ella agachándose levemente pues le llevaba varios centímetros. Como describir que para ella tenerlo allí en ese momento era algo para lo cual no hallaba palabras, si hubiera dado cualquier cosa por largar esos trastes en ese mismo instante, girarse y besarlo hasta que le sangraran los labios, por Dios como lo amaba, jamás hubiera pensado eso unos años atrás…

*****

Ya en ese momento sabia que tras aquel café ambos se irían a dormir, y luego, amparados en las penumbras de la habitación se irían entregando uno al otro, con suspiros, con caricias, con infinito deseo y pasión, hasta hallándose desnudos consumar el acto más sagrado que puede en la vida realizar hombre alguno, y era hacer el amor, el amor como ellos lo hacían, queriéndose como si sus vidas dependieran del otro, un acto glorioso de entrega total y absoluta, enredando sus sentidos tanto o más que sus cuerpos, compenetrándose el uno en los deseos ardientes del otro hasta lograr finalmente hallarse completos y morir una vez más dándose la vida, y agotados, transpirados, abrazados, dormirse uno en los brazos del otro…. Como siempre, el seguramente lo haría primero…
Acaricio su torso desnudo con una sonrisa de picardía, aun recordaba la primera vez que estas mismas mantas los habían envuelto juntos, la primera vez que sintió que hacía el amor junto a un hombre, quizás por eso habían decidido seguir juntos con el tiempo cuando esa noche no parecía más que una terrible equivocación de los dos. Lo recordaba como si hubiera sido la noche anterior…
Es verdad que habían superado las diferencias que habían tenido, y tras charlar un par de veces ella había terminado por comprender que él era solo un chico con un corazón muy lastimado, y era esa y no otra cosa lo que lo habían forjado a ser tan ermitaño, a aislarse del mundo, de la sociedad. A ser tan sobrio, tan diferente al resto, tan extraño, cautivadoramente extraño.
Ni siquiera eran amigos aunque se habían presentado por una amistad en común hacia ya bastante tiempo y el rechazo mutuo, aunque imperceptible también había sido evidente, como había cambiado aquello el pasar de los meses, ambos habían sido avisados que el otro albergaba sentimientos hacia sí mismo, pero ninguno de los dos se animaba o deseaba dar el primer paso en ese sentido, y el último mes casi habían mas intentado esquivarse que verse. Y se preguntaban, a su manera, porque el cariño era tan complicado y acababa sintiéndose por la persona menos esperada…
Ella maldecía una y mil veces que él fuera tan tímido, a veces, cuando a ella se refería, porque lo había visto hablar libremente cuando de otras mujeres se trataba, pero ella parecía estar invisible ante sus ojos, aunque fuera muy consciente que esa noche había “olvidado” maquillarse como acostumbraba porque sabía que él estaría en la fiesta, y porque, quizás, se había enterado que el odiaba el maquillaje…
Así había pasado una hora frente al espejo preguntándose qué demonios hacia intentando arreglarse sin usar la pila de cosméticos que tenía en el botiquín, tratando en vano de que su pelo se viera lo más largo y bonito posible, al menos cinco veces había tomado de entre sus cosas un delineador y lo había vuelto a dejar sin colocárselo, otras tantas tomo el lápiz labial con el mismo resultado, al final suspiro mirando su reflejo y diciendo que se veía horrenda sin sus pinturas había acabado saliendo del baño frustrada y repitiéndose que era una idiota…
Lo mismo le dijo su amiga al verla, que tenía los ojos grandes como platos y enseguida le pregunto si no había tenido tiempo para arreglarse, ofreciéndole de inmediato su bolso que ambas sabían cargaban todo un set de cosmetología, solo por si las dudas, el esfuerzo necesario para rechazarlo fue increíble y su amiga no llegó a comprenderlo por mucho tiempo…
Pero al entrar a la fiesta valió la pena, ni cinco minutos tardó en pasar junto a él, por accidente claro, y fingiendo no verlo, tremendamente avergonzada al principio, no dejó de vigilarlo con el rabillo del ojo, su corazón casi salta de su pecho al comprender que no solo la había visto, si no que no le había perdido la mirada de arriba hasta que llegaron a la barra, para cuando volteó  él hablaba con alguien más y no supo si se lo había imaginado o no.
El se había retirado a un apartado como solía hacer con  regularidad, ella lo sabía con sus amigas casi siempre pasaban frente a él y esta no sería la excepción. Así que partieron rumbo a esa zona de la pista y al pasar a su lado su amiga lo saludó primero y ella una vez más sintió que sus ojos eran solo para sí, fue allí cuando recordó que no traía ningún maquillaje y comenzó a entenderlo, como todo un caballero no se había burlado de ella pero había comprendido que se vería ridícula y jamás se sintió tan humillada y avergonzada como en ese instante, el saludo a su amiga que sucedió en un segundo le pareció una hora y estaba deseando desaparecer de allí sin que la hubiera visto, pero con esos ojos clavados en ella era imposible
Finalmente su amiga se hizo a un lado, y jurando que estaba temblando de la vergüenza lo saludó rezando que si iba a burlarse de ella se contuviera sin decir nada, mentalmente ya estaba formulando las palabras para pedirle los cosméticos a su amiga cuando él dijo algo que quitó el piso de debajo de sus pies
-“Qué bonita te ves hoy”
Y lo miró inquiriéndole mudamente si era una burla, pero no había sonado de esa manera, había sido sincero, y lo tuvo ahí, frente a frente, con esos ojos oscuros mirándole a sus ojos claros, y sonrió, apenas sutilmente, casi como una mueca forzada, era la primera vez que lo veía sonreír. Y si no hubiera sido porque su amiga le haló del brazo para ir donde siempre hubiera jurado que se quedaría frente a él mirando esa sonrisa el resto de la noche.
Bailó como siempre lo hacía, notó que a diferencia de otras noches no había tantos chicos que la invitaran a bailar, supo que era porque no se había arreglado como de costumbre, pero a diferencia de las otras noches, un chico se había girado a verla incontables veces, y ella lo había notado en cada oportunidad. Hasta su amiga había notado lo rara que se encontraba cuando le preguntó que le pasaba que no dejaba de sonreír.
No tuvo más remedio que contarle, llevaba casi un mes guardándoselo para sí pero esa noche era diferente, la amiga la miró con ojos grandes como platos no se lo podía creer, ese chico del que casi toda joven había hablado, ese solitario muchacho de mirada triste que nunca bailaba con nadie era quien la tenía así, primero trató de confirmarlo, luego de disuadirla, finalmente, convencida que sería una broma le dijo que fuera a bailar con él
Ella lo primero que había atinado a responder era si estaba loca, como iba a ir a invitarlo a  bailar si él nunca bailaba con nadie, o por lo menos lo hacía en muy contadas ocasiones, incluso le había visto despreciar más de una muchacha provocadora que con obvias intenciones se habían refregado frente a él mientras juraría que fingía no verlas. ¿Porque con ella habría sido diferente?
Pero la amiga no estaba de ánimos para tantas vueltas y ya estaba hablando con él, y él la miró. Hubiera jurado que hubo un terremoto en ese momento porque sintió que iba a desvanecerse, y lo vio sonreír de nuevo, la misma sonrisa suave, casi una mueca que la había dejado helada una hora y algo antes, y asintió, lo vio mover los labios agregando algo mas pero no llego a oírlo, la mano de su amiga ya la había sujetado colocándolo frente a él y había desaparecido, él la miraba de nuevo, ladeando un poco su cabeza como si observara un bicho raro, ella estaba colorada a más no poder y completamente avergonzada preguntándose qué diablos le había dicho su amiga, esto no tardo mucho en averiguarlo, esas palabras jamás se borraría de su mente así pasara una vida entera.
-“Tú amiga ha dicho que querías bailar conmigo, pero si se trata de una broma suya no te preocupes, no sería la primera vez que alguien lo hace”
Definitivamente no recordaba que había respondido, algo de que no era una broma, y de que si él no quería bailar estaba bien, seguramente algo de eso había sido, lo cierto es que seguía mirando su sonrisa, sus ojos que parecían guardar un secreto y profesaban la misma curiosidad que un regalo bien envuelto, ya estaba a punto de marcharse cuando vio que se extendía la mano de él hacia ella como esperando que la sujetara, completamente avergonzada se había atrevido a tomarla…
Bailaron, que fue lo que bailaron ninguno tuvo mucha idea, si lo hicieron mal o no tampoco, es verdad que llamaron la atención de muchos que eran asiduos a ese sitio y lo veían a él bailando como pocas veces antes lo había hecho, y no solo un tema, no una hora, si no que bailaron toda la noche, y ambos fueron felices, charlaron poco, disfrutaron mucho, cuantas ves ella sintió su mejilla rozando la propia y cuantas veces esos ojos estuvieron tan cerca de los suyos, y sus labios quedaron a la distancia de un beso sin jamás darlo, y ambos deseaban que se diera…
En ese momento comprendió que estaba enamorada, no solo le gustaba, estaba completa y perdidamente enamorada de él y deseó abrasarlo y no dejar que se marchara nunca de su vida, aun sin conocerlo, aun sin saber poco más de su vida que aquel gran dolor que lo transportaba por el día a día sufriendo un pasado que lo había lastimado, cuando la luz del amanecer comenzaron a  aparecer supo que debía marcharse y cuando se lo mencionó hubiera jurado que se había puesto increíblemente triste, pero con su encantadora sonrisa  le había dicho que estaba bien, le había agradecido que pasara la noche bailando con él y finalmente llegó un beso, aunque jamás hubiera imaginando ese beso fue mejor que ningún otro, porque antes de soltar su mano la llevo a sus labios y depositó en ella un cálido beso de gratitud, ella no supo que contestar y respondió con una sonrisa, también ella lamentaba tener que marcharse…
Paso los próximos 15 minutos buscando a su amiga para descubrir que seguramente se había retirado, y para hacerlo tan temprano seguramente lo habría hecho acompañada, estaba maldiciendo en vos baja junto a la salida cuando él se detuvo a su lado un instante, preguntándole si se le había perdido algo
Ella se sintió mejor al verlo, no necesitaba que le dijeran porque, simplemente se sintió feliz por esa oportunidad de charlar, aunque era obvio que él ya se retiraba cuando ella hubiera disfrutado volver a bailar unas horas más. Le comentó que su amiga con quien había llegado ya se había retirado y estaba viendo como irse, le explicó cómo se quedaría en casa de ella que estaba en la otra punta de la ciudad, cuando él se ofreció a llevarla su mundo se pintó en colores
Iba razonando para sus adentro la clase de chico que él era, habían bailado toda la noche sin intercambiar más que un puñado de palabras, sin esperar de ella ni un solo beso, no le había ofrecido ni la más leve oportunidad de que ocurriera nada mas tras aquel baile y sin embargo se había ofrecido a llevarla, una vez más sin insinuar otra cosa, él debió darse cuenta de algo porque sonrió para preguntar donde era exactamente que debía llevarla…
Fue allí cuando comprendió su propio error, no podía ir a su casa, pero tampoco a la de su amiga, si esta se había marchado con un muchacho estarían quien sabe dónde y no regresaría hasta las 8 de la mañana, siempre lo hacían antes de esa hora porque se levantaban sus padres, y esperar que ella volviera en la puerta de la casa por un par de horas no le apetecía lo más mínimo, así como lo pensó se lo confió a él completamente preocupada, su respuesta fue el principio de todo…
Se ofreció a llevarla a su casa mientras aguardaba que su amiga respondiera sus llamadas y regresara a la casa para abrirle, claro siempre que ella no tomara a mal la oferta. Lo cierto es que en su mente solo cabía la posibilidad de que solo Dios podría haber causado que aquellos inconvenientes la pusieran a pruebas y se diera todo de aquel modo, así que aceptó el ofrecimiento encantada  y en escasos minutos se bajó frente a la casa de aquel muchacho.
Sin ser muy descortés pasaron en silencio, la condujo al cuarto, lo que no pudo evitar que se pudiera nerviosa, y le indicó sentarse en su cama, le ofreció un café u otra cosa y acepto, al cavo de unos minutos apareció con una taza negra y humeante de café.
Se sentó a  su lado y le explicó que en el cuarto contiguo había alguien durmiendo, que por eso no se habían quedado en el recibidor para no molestar, y sin ofender por el mismo motivo había cerrado la puerta, que no se preocupara de ello, ella más que preocuparse juraría que algo se había ilusionado, pero él fue tan correcto, tan decente que no podría creerlo.
Lo que sucedió después fue poco más que un milagro, comenzaron charlando de su amiga que no respondía el celular, acabaron el café charlando de lo bonito que lo habían pasado esa noche, y mientras el café descansaba sobre un mueble cada uno comento un poco de su pasado, en qué momento las manos de ellas buscaron las de él, en qué momento sus labios hallaron los de ella es algo imposible de definir, lo único importante de aquella noche es que cuando el celular sonó sobre la mesa de luz nadie lo respondió, en ese momento era más importante hacer el amor…

*****

Jamás olvidaría al cabo de varias horas las mutuas disculpas por lo que había pasado, y ahora mientras ella sentía la tibia piel del hombre que amaba, suspirando suavemente entre sueños, recordaba cómo habían acordado que eso no se supiera, recordaba como él tan caballero se había levantado para llevarla a lo de su amiga cuando vio su llamada perdida, recordaba aquella inseguridad al despedirse cuando ansiaban ambos besarse en la boca y lo hicieron en la mejilla… que poco duró aquella mentira, ni tres semanas si no recordaba mal, fue de nuevo en un baile que bailaron toda la noche y los besos fluyeron esa vez más que las palabras y una vez más acabaron durmiendo juntos, y a esa noches, la siguieron muchísimas mas…
Si, había sido un mes antes de aquel baile cuando ella se había dado cuenta que él le gustaba, estaban en un grupo de amigas y lo habían visto pasar y los comentario había salido de inmediato, el no era lo que se define como un mal partido, no era muy atractivo, pero tampoco era tan desagradable, aunque era obvio que nunca se molestaba en cuidar su imagen, en vestir bien sino mas bien solo quería ser el mismo.
Tras criticar su forma de vestir, salió el tema de los bailes, siempre en un apartado, siempre en el mismo rincón, casi nunca se le veía bailar con nadie, ni siquiera bailar solo, no se lo veía andar tras las muchachas tampoco lo que no en pocas oportunidades había creado el rumor de que quizás no buscaba mujeres, esto se había remarcado cuando en no pocas oportunidades algunas muchachas muy atractivas habían coqueteado frente a él sin llamarle demasiado la atención
En aquellos momentos se había sentado tres bancos más allá, solo como siempre lo hacía cuando salía a caminar, tomando mate y llevando ocasionalmente un perro consigo, este día no era ese el caso, tenía la mirada perdida como si le faltara algo en su vida, una de las muchachas que lo estaba mirando confió que lo tenía de amigo en el facebook y narró lo que sabía de el
Su edad era un misterio, daba la impresión de unos 27 o 28 pero nadie estaba seguro al respecto, hacia un par de años había tenido una novia muy joven a la que había querido con locura, ella después de unos años lo había dejado por otra persona, aparentemente alguien aun más mayor, y eso lo había lastimado mucho, le había escrito infinidad de cartas y otras cosas pero ella nunca había vuelto, incluso se había escuchado que ella había hablado mal de él y esto lo había lastimado profundamente, desde entonces estaba solo llorando aquel amor perdido
De allí las criticas fueron divididas, algunas del grupo pensaban que si la muchacha lo había dejado por algo sería mientras otras consideraban a la chica una verdadera boba, el tenia ya su casa, su auto, u buen trabajo, una vida hecha. Comentario va, comentario viene ella había quedado mirándolo y preguntándose cuál sería la verdad de todo lo que se decía de él, cuál sería su verdad… la sacaron de sus divagues cuando una de las chicas mencionó que en su perfil ponía cosas raras, como que le gustaban las chicas de pelo largo, o que odiaba las que fuman y lo más loco de todo, que odiaba las chicas con maquillaje
Todas rieron, quizás muy estrepitosamente porque el muchacho se volteó a ver el escándalo, sonrió quizás ignorando que hablaban de él, ella hubiera jurado que la estaba mirando y lo saludó, después de todo se lo habían presentado hacia algún tiempo y aunque no le callera muy bien le parecía una falta de respeto ignorarlo, el alzó su mano a su vez y respondió el saludo, luego se levantó y se fue…
Tuvo que explicar a sus compañeras que le conocía de una amistad común porque ya habían comenzado a hacer suposiciones que entre ellos había algo, y relató su versión de lo desagradable que le parecía el chico por su forma austera de ser, siempre marginado y alejado de todos, siempre sombrío como si hubiera una nube oscura volando sobre él… lo cierto es que mientras hablaba de aquello pensaba en él y por dentro se decía que no parecía una mala persona…
Esa noche volvieron a encontrarse, era el cumpleaños del chico que los había presentado hacia un año exacto, y por casualidad quizás habían quedado enfrentados en mesas continuas. Como siempre el estaba al margen de todo, como si estuviera allí por compromiso, mirando perdidamente la fiesta a su alrededor como si nada de aquello le interesara, y si no era que se estuviera maquinando pensando en el hubiera jurado que la había mirado ya varias veces
Comprendió que algo no iba bien cuando se dio cuenta que inconscientemente había tomado un mechón de pelo y revisaba cuidadosamente que tan largo era, o cuando fue al baño a retocarse y disimuladamente el espejo le hacía pensar que había usado esa noche demasiado maquillaje cuando era el mismo de siempre, sin dudas se preocupó cuando admitió para sí misma que era ella quien no dejaba de mirarlo con disimulo y pensar en cuanto habían hablado de él aquella tarde, cuando ella misma sentía vergüenza por las cosas que había dicho, en eso meditaba cuando el cumpleañero la sorprendió por detrás
Tras preguntarle en que pensaba tan callada que la veía y si lo estaba pasando bien, ella solo atinó disimuladamente a decir que si mirando cualquier otro sitio menos el que había pasado la ultima hora observando, el chico, que de tonto no tenía nada se sentó un segundo a su lado, y con confidencia le pregunto si él le gustaba
Negó rotundamente amenazándole con pegarle ante la sola idea y el muchacho sonrió, sonrió abiertamente casi a las carcajadas ganándose varias miradas, incluso la de él, lo que logró hacer que ella se avergonzara por completo. Antes de irse dijo algo muy simple, una de aquellas cosas que jamás se le olvidan a una persona
-“Lástima que no te guste, porque yo creo que tú le gustas a él”

*****

Y comprendió que le gustaba cuando comenzó a cuidar más su cabello haciendo que se viera lo más largo posible, comenzó poco a poco a colocarse menos labial y menos maquillajes cada vez que suponía podía cruzarlo en algún baile, fiesta o evento, así fue como se dio cuenta, que aunque no quería admitirlo, él había empezado a gustarle…
Él se movió en sueños, sonrió mientras su brazo la oprimió por la cintura, ella se giró levemente quedando de lado sobre él, recargada sobre su pecho, sintiendo el latir de su corazón y junto a su mejilla su tranquila respiración, lo sentía tan cálido, tan lleno, tan completo, él, el muchacho vacío al que le había faltado algo durante tanto tiempo ahora lo sentía finalmente suyo, finalmente sentía que él lo era todo para ella, porque su corazón le decía que ella lo era todo para él, lo abrazó con fuerza pero no se despertó, estaba demasiado cansado, pero sonrió, sonrió para ella porque sabía aun en sueños que ella estaba ahí…
De haber sabido que él llenaría con su presencia el vacío de su ser no hubiera perdido un año en darse cuenta de ello cuando los presentaron por primera vez, era el cumpleaños de un amigo en común, el mismo amigo que un año después le diría que ella le gustaba, en ese entonces ni se conocían, hasta que los nombró, los presentó, intercambiaron una mirada austera, apenas quizás el asomo de una sonrisa, a él le pareció otra más de esas muchachas frívolas que necesitan verse bien para sentirse bien, bonita, sin lugar a dudas, pero necesitaba recurrir a una boutique de maquillaje para verse así, ella a su vez tuvo la impresión opuesta, el estaba desgarbado, poco prolijo, apenas vestido para la ocasión sin ningún atractivo, hubiese jurado que había sentido una mota de perfume al saludarlo pero ni segura podía estar. Además su mirada fría le daba miedo, como si la odiara sin conocerla.
Tuvieron la mala suerte de sentarse en la misma mesa aquella vez, se charlaron varios temas diversos, mucho de política en lo que ninguno de los dos participó fluidamente, en el caso de los deportes fue el único hombre de la mesa que no participó, ante las quejas de las mujeres de que siempre hablaban de futbol surgió una disputa respecto a  gustos de hombres y mujeres, desde que ellos son unos babosos que solo se fijan en el cuerpo de la mujeres, y ellos se defendieron diciendo lo mismo, la intervención de él, indicando que la mujeres se “revocaban” para sentirse lindas consigo mismas fue casi un insulto y logró que ella lo despreciara de inmediato… cuanto tiempo sería necesario para que aquello cambiara…
Al cabo de la fiesta había quedado solo y en silencio, la mayoría de las mujeres se habían sentido ofendidas por sus comentarios al respecto, y los temas de los muchachos parecían no despertarle ningún interés, estos últimos se habían levantado y retirado a jugar un juego de cartas, mientras él se había marchado, indicando estar cansado, a su casa…
De inmediato los hombres fueron el tema principal de la conversación, como siempre se despreocupaban de ellas, como no les interesaban y varias cosas más, cuando se mencionó lo que se había dicho solo una de la mesa, que se había mantenido bastante callada se atrevió a defenderlo
Explicó que el chico del que tanto se habían burlado había sido un buen compañero con su novia, uno de los pocos que teniendo incontables oportunidades de haberla engañado no lo había hecho, que la había querido mucho, la había acompañado en momentos muy difíciles para ella y que había sabido ser una pareja muy especial para aquella chica, persona que lamentablemente no lo había sabido valorar. Al marcharse de su vida, él, solitario, había quedado muy lastimado y su vida había cambiado mucho
Decir tales palabras le hizo ganarse varias bromas a expensas de que le gustaba el chico, sin embargo tras negarse varias veces debió cortar las burlas con una de aquellas cosas que te marcan la vida
-“¿No les gustaría a ustedes estar con alguien y saber que las ama como para hacer las cosas que él hizo por aquella chica?”
Ella jamás olvidaría que fue la primera en negarse, había muchas cosas más importantes que solo eso, un chico que te sacara a pasear, que te comprara cosas, que te invitara a comer afuera… bromeó entre otros muchos comentarios, y pasó a relatarle a las chicas de la mesa los extraños gustos de ese chico y a reírse a expensas de él… esa noche ni siquiera lo recordaba cuando bailaba abrazada a otro muchacho que acababa de conocer…

*****

Sin embargo tras acostarse con aquel chico se sintió tan vacía, se había girado dándole la espalda, durmiendo profundamente soñando con quien sabe quien, seguramente ella era en ese momento una más en una larga lista de muchachas con las que había dormido, y en ese momento debió admitir que ser dueña de un hombre que te ama y que es solo tuyo es un tesoro invaluable…
Habían pasado más de tres años desde aquella noche, desde aquel pensamiento, ahora recargada en el pecho de él se daba cuenta que acertadamente había reflexionado, cuántos hombres habían estado con ella capaces de ser mas lindos, mas fuertes, mas musculosos, más resistentes pero ninguno de todos ellos había logrado llenar dentro de su pecho el lugar donde el corazón ama, ahora este chico flaquito, extraño, que dormía debajo suyo… ocupaba sus pensamientos días y noches, y ella estaba tranquila, porque sabía que estaba en los suyos de la misma manera.
Y mientras escuchaba el murmullo del corazón masculino y se iba adormeciendo poco a poco pensó en aquella chica que lo había dejado ir ¿Sabía acaso el hombre que había perdido?
Sus amigas más de una vez le habían realizado bromas a su consta diciendo que estaba con el por su casa, o por su auto, o porque de vez en cuando la llevaba a esos largos paseos, mayormente fuera del país, es verdad que ella disfrutaba saber que estaba perdidamente enamorada de un hombre que pensaba en su futuro, que aunque rara vez lo mencionaba sabia que le daría mucho amor a los hijos que tendrían algún día, que nunca faltaría el alimento en la mesa, el amor en la familia, un lugar al que llamar hogar. Ella aceptaba que esos viajes con él eran maravillosos, no por el viaje, si no porque él era feliz al viajar, era diferente, dejaba atrás el chico huraño que todos veían y era feliz, era alegre, su mirada seria se cambiaba por una sonrisa que no podía borrarse con ningún imprevisto del camino, y era feliz, admitía ella, porque estaban juntos todo ese tiempo y era lo más lindo que en esta vida había podido pasarle…
Pero cuando se quedaba a solas por las noches porque él trabajaba y no podían estar juntos, sabía que no solo estaba con él por todas esas cosas, y eso no necesitaba decírselo a  sus amigas, estaba junto a él porque lo amaba con inmensa locura y lo necesitaba para ser feliz, y sabía que él la necesitaba a ella de la misma manera, ella era feliz porque sabía que al no estar juntos ambos vivían pendiente del otro y pensando en el otro, sabía que si ella no podía acudir a su cama una noche ninguna otra mujer ocupaba su sitio, y esa, por sobre muchas otras razones eran la que resultaba impagable de estar al lado de un hombre como él…
Un hombre que no la llevaba a comer afuera como había soñado antes de conocerlo, o a pasear todos los días como ella deseaba, ni le compraba las cosas que ella hubiera querido, un hombre que le enseño que al amar… al amar nada es comprado, todo es creado por uno mismo…

*****

Estaba dormitando cuando sonó el celular de él, se apuró a silenciarlo para que no despertara, estaba a punto de dejarlo sobre la mesilla, ya que pocas veces le interesaba que podían escribirle a su pareja, sin embargo tuvo un presentimiento, y con los ojos aun entrecerrados tras vislumbrar que eran casi las siete de la mañana leyó el mensaje
“Sé que es tarde para arrepentirme, pero me di cuenta que aun te amo y quiero volver con vos, sé que es de madrugada y estarás durmiendo pero cuando despiertes llámame, necesito hablar y pedirte perdón, no supe valorarte y quiero que volvamos a estar juntos, te juro que nunca te dejaré de nuevo, te amo y sé que aun me amas, podemos empezar todo de nuevo. TQM”
Ella sonrió, sabía que eso pasaría tarde o temprano, pero tenía razón, era demasiado tarde para arrepentirse, demasiado tarde para empezar de nuevo, durante un minuto leyó de nuevo el mensaje, revisó el numero sin agendar aunque lo sabía de memoria, no era el primer mensaje que el recibía de esa chica, y le costó un poco contenerse y borrarlo… pero no lo hizo…
Él ahora era suyo, y sabía que lo borraría por la mañana cuando lo leyera… antes de dormir lo miró en la penumbra del amanecer, sus sueños eran tranquilos y calmos… y murmuró para si en voz baja
-“Si, aun te ama, pero a mí me ama más…”


Kevin Heves Maranetto Vranich

16/12/2011

martes, 13 de diciembre de 2011

El cuarto deseo



Él era un hombre al que una mujer había decidido dejar hacía mucho tiempo sin poder jamás olvidarle, ella, ella si lo había olvidado, pero nunca había terminado de sentirse completa en su vida. Por eso había decidido terminar con su dolor arrojándose al mar ya que no le encontraba sentido a vivir días más, o días menos, cuando su corazón estaba roto pero en el momento que iba a hacerlo, temeroso de sufrir la asfixia tan horriblemente descripta, vio algo flotando en el agua, y con alguna dificultad logró tomarlo.
Era una viejísima botella, y cuando intento abrirla de su interior escapó un antiguo genio el cual se ofreció a concederle sus deseos, pero que eligiera sabiamente su poder se agotaría en el tercer deseo y debería descansar mil años
Su primer pensamiento fue que ella volviera a amarle, el segundo fue que se curara de esa enfermedad y el tercer pensamiento fue tener la fortuna necesaria para hacerla feliz, pero en vez de realizar un deseo formuló una pregunta
-Dime genio ¿Ella es feliz sin mi?
-Sí, lo es…
- Dime genio ¿Seré feliz si postergo mi muerte?
- No, no lo serás…
- Dime genio ¿Fui su verdadero amor?
- Quizás, pero lo fuiste…
Tras meditarlo profundamente y mirado el espíritu mágico frete a él suspiró, y formuló sus deseos
- Deseo morir antes de que vuelva a sufrir por mí
- Así será
Y el genio toco su corazón y una dura puntada le hizo doblarse sobre sí mismo, algo confundido, y preguntándose si la haría sufrir en aquel momento realizó su segundo pedido
- Deseo volver a verla antes de morir
- Así será
El genio extendió su mano y de la nada aquella mujer que desde hacia tanto tiempo solo lo acompañaba en sus íntimos sueños apareció a su lado, mientras una nueva y profunda puntada lo aguijoneó en el pecho y la respiración se le dificultó, completamente asustado que fuera su hora realizó su tercer pedido
- Deseo que sepa cuanto la amo y que no lo olvide así pasen los años y envejezca
- Así será
En esta oportunidad el genio tocó el corazón de la muchacha la cual abrió desmesuradamente sus ojos al sentir aquel fuego interior que jamás nunca había sentido, mientras la tercer y última puntada detenía el pecho del muchacho que tanto y tan intensamente la había amado. Cuando ella corrió a su lado, sufriendo desconsoladamente y derramando perladas lágrimas de tristeza ya era completamente tarde, él se hallaba muerto acunado en sus brazos
- ¿Que fue lo que paso?
La pregunta hizo reflexionar al genio que se disponía a regresar a su reposo milenario, sin embargo comprensivo que esa muchacha jamás podría olvidar lo ocurrido le explico
- Primero quiso saber si eras feliz sin él, y le respondí que sí, porque él no me preguntó si hubieras sido más feliz sin él que con él, ni me pregunto de tu vida incompleta, ni de la soledad que no puedes llenar en tu pecho, él solo pregunto si eras feliz, no si aun, sin saberlo, lo amabas.  Después pregunto si sería feliz si postergara su muerte inminente, y respondí que no, porque no lo hubiera sido por ser incapaz de encadenarte a su lado con un deseo, ni hubiera podido comprarte con el dinero del mundo cuando su propio amor no fue suficiente, ni hubiera aceptado que lo amaras solo por interes cuando no fuiste capaz de enamorarte de el por quien era, y así, jamás hubiera sido feliz, ni sin ti, ni contigo  Finalmente me pregunto si había sido tu verdadero amor, y respondí que era probable, pero que eso ya había sido, jamás pregunto si volvería a ser tu verdadero amor. Puesto que él, siempre sería tu único amor verdadero, aunque nunca lo supieras.
- ¿Pero entonces porque a muerto?
- Porque pidió morir antes de volver a lastimarte, y pidió verte antes de morir… Pero cuando pidió que supieras cuanto te amaba él no se dio cuenta que eso te haría sufrir, por cada día, cada hora cada segundo que habías desperdiciad de estar a su lado, junto a un hombre que estaba dispuesto a dar su vida por tu felicidad y buscabas en vez de eso saciar el apetito de la piel cuando era tu corazón quien moría de sed, él no sabía que sería tarde cuando tu te darías cuenta que siempre lo amarías
- Por favor genio, déjame ir con él
- Aunque ya no tenga más poder para cumplir tu deseo así será, el día que envejezcas y no antes, el día que la vida se escape con los años de tus labios no ahora, pero cuando ese momento llegue te reunirás con él, quizás puedas aprovechar este tiempo para practicar como le pedirás perdón, porque como él te amo nunca serás amada en esta vida, y como a él, nunca volverás a amar…

Kevin Heves Maranetto Vranich

13/12/2011

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Un viejo recuerdo en el cajón





Era una noche fresca de primavera, y en el cielo clareaban los primeros rayos del sol que mordía tenazmente el amanecer, en el cuarto del muchacho brillaba una bombilla eléctrica entibiando con su luz las paredes de la habitación…
Aquellos que no la hubieran visto en los últimos meses no podrían reconocerla, había cambiado por completo, había sido pintada de un nuevo color, los muebles recientemente comprados la habían redecorado de pies a cabeza, ni las cortinas habían quedado inmutables, todo había sido hecho a nuevo, intentando olvidar algo ya muy viejo…
El computador yacía medio dormido en su nuevo rincón, sobre el escritorio se desperdigaban unos papeles que tanto podrían haber resultado facturas como cartas del pasado, era imposible predecirlo, un saco descansaba en el perchero y caído junto a la cama medio escondido se hallaba un pantalón.
El chico yacía sentado a los pies de la cama, habíase perdido la noción de cuantas horas habían muerto en aquella estática posición, en sus manos se sostenía una frágil cartulina que aún no sabía bien como había encontrado, revolviendo quien sabe que cajón, buscando quien sabe qué cosa, lo cierto es que en algún momento de la noche, antes que el reloj marcara la una, su mano había tocado el borde de aquella foto, y sus ojos se posaron instintivamente en la imagen que dormía para siempre en aquel papel plastificado.
Cuando las piernas le fallaron se sentó en los pies de la cama, así tal y como ahora mismo se encontraba, sumido en las mas internas añoranzas, en las mas profundas reflexiones, albergando dentro de sí lo más cálidos recuerdos y al mismo tiempo inundado por tristes desconsuelos que hicieron brillar hasta las lágrimas sus ojos, y una a una fue derramando un manantial de tristeza sin intentar siquiera contenerlo…
Sumido en el absoluto silencio lloró contemplando aquella imagen de un recuerdo perdido hacia quizás unos dos años atrás, aquel momento mágico que de su mente parecía negarse a marcharse, él vestía de azul, un color predilecto de su persona, su cabello estaba despeinado porque recordaba el viento fresco de aquella tarde, y la arena que repiqueteaba sobre su facciones, entre sus brazos estaba ella, con esa sonrisa encantadora que le había entibiado el alma, esa mirada perdida que  tan pocas veces había podido contemplar frente a frente, allí, fría, en un papel inanimado, estaba ella, la mujer que él había amado… y la mujer que lastimándolo… hiriéndolo de muerte, lo había dejado…
-Dime ¿Por qué?
De sus labios escaparon las palabras como una condena, todo aquel silencio fue roto por una angustia que comenzó a crecer dentro de su pecho hasta que no pudo sostenerla, y fue tanto su llanto que el silencio se volvió palabras y sus ojos nublados apenas distinguieron ya la imagen, y así, en la soledad hablo con ella por última ves
-Dime por qué corazón, por qué te fuiste. Por qué el fuego de mi amor no fue calor suficiente para mantener vivas las llamas del tuyo. Dime corazón por qué si mi vida era toda tuya y te la entregaba sin reclamos no fue suficiente esto para ti, necesito saber que hice yo para que tu decidieras partir, cuando mis manos te cubrían de caricias sinceras y nunca faltaban para sostenerte de ellas si se te presentaba una dificultad, por qué te marchaste si mis labios ardían en pasión al besar tu piel y tu boca mas nunca callaron las palabras de amor que por ti mi alma prodigaba, y esos mismos labios te aconsejaron siempre para bien guiándote por los caminos benignos de la vida.
Cerró sus ojos dolido y se dejó caer sobre la cama conteniendo un mar de lagrimas y con la vista perdida en un horizonte mucho mas allá del techo de su cuarto murmuró…
-Acaso el podrá quererte la mitad de lo que te he querido, amarte siquiera la mitad de lo que te he amado, estará dispuesto a dar por ti la mitad de las cosas que yo he dado, sacrificar la mitad de lo que he sacrificado, soportar la mitad de lo que he soportado… acaso él es tan importante para ti como para lastimar a este pobre ser que tanto te necesita y que sin consuelo dejas al margen abandonado…
Con su pulso inquieto sostuvo la imagen frente a sí y concentrándose en los ojos alegres e inocentes de la imagen insistió…
-Acaricia él tu piel como yo lo hacía, dedicando a cada centímetro de ella la mas absoluta atención, para saciar las ansias de tu corazón con el más completo de los deseos, es tan dedicado como esta boca mía que apresaba en cada besos mil suspiros de amor y te los daba uno a uno en cada rincón de tu ser, puede ese hombre mirarte a los ojos como yo lo hacía y decirte sin dudarlo, sin pestañear, que te ama como amarte yo dejar no he podido…
Cerró sus ojos y volando entre sueños habló más consigo mismo que con ella…
-Pensar que fui al primero que llamaste el día que murió tu padre y corrí a tu lado para que mis hombros estuvieran prestos a contener tus lágrimas, fui yo quien en aquella disputa que te metiste terminó apartándote del peligro anteponiéndose a los golpes con tal de que a ti no te tocaran, como olvidar cuantas noches agrias debí soportar aquella triste enfermedad que te acosaba y traerte compresas frías, cuidarte y mimarte hasta que te sentías mejor, cuantas veces cansada te deje dormir cuando en mi sangre solo quería hacerte el amor…
Y sus labios se contrajeron, y en su rostro húmedo brilló la ira…
-Pensar que te amé como eras, como fuiste para mi, con todas tus virtudes que no niego, pero con todos tus defectos te amé, te amé aunque me mentías, te amé aunque me callabas tus secretos, te amé aunque llegaras mil veces a mi lado y jamás me dijeras que me querías, te amé sin despertar de ti nunca un abrazo, te amé sin tener de ti un poco de consuelo, te amé sin que me regalaras palabras dulces, sin que compartieras conmigo tus sueños, te amé de todas formas… te amé aunque fueras fría conmigo en la cama, aunque me avergonzaras enfrente de mis amigos, te amé aunque repudiaras a mi familia, te amé aunque todos me dijeran que no me convenías, te amé aunque el mundo intento separarnos te amé… como a la vida misma…
Sin saberlo arrugó la foto entre sus manos y lloró sus últimas lágrimas…
-Te amé porque necesitaba amarte, pese a todo fuiste una buena mujer, aunque no me hallas amado como te amé, sé que me amaste, quizás, alguna vez, y me pregunto querida mía si con todo lo que amarte te he amado aun así te fuiste ¿En qué fallé? Perdóname si no te compre aquel vestido azul que tanto te gustó en aquella tienda, perdóname que no pudimos concretar aquel viaje que teníamos planeado en nuestro aniversario, persóname aquella ves que llegué a tu casa con las manos vacías y era tu cumpleaños, perdóname ese día que olvidé que debía pasarte a buscar y no lo hice, perdona esa tarde que nos quedamos en casa en vez de salir a aquella fiesta que querías acudir, perdona la ves que no te pude acompañar en esa ceremonia… simplemente perdona cada segundo de mi vida que no pasé contigo pues de ello me arrepiento, perdona cada minuto de esa compañía en que no te hice el amor o te sacie de besos y caricias porque ahora le echo de menos, y perdóname por haberte amado… porque se que hice difícil tu partida cuando decidiste abandonarme… perdóname por decirte que aun te amo…
Suspiró profundamente, besó la fotografía, la hizo un pequeño bollo y trato de encestar en la papelera, pero no se levantó para comprobarlo, simplemente se quedo dormido, allí donde estaba… como saber que aquel papel regresó una vez más al cajón, que entreabierto cobijaba viejos recuerdos y tan rara vez era revisado…

* * * * *

Eran las tres de la tarde, y la bella mujer esperaba sentada en la plaza, su cabello largo caía hasta la cintura, su mirada azul irradiaba juventud y alegría, sus labios dejaban siempre entrever una sonrisa que nacía de su corazón cada vez que pensaba en él, y siempre pensaba en él, ese hombre que en sus silencios sabía decirle tantas cosas, y en su mirada confesarle tantas maravillas, aquel hombre que tanto la quería y al que ella tan intensamente amaba, era tan desagradable cada segundo del día que no estaba a su lado y su único consuelo era saberlo suyo cuando el día moría y las estrellas perlaban la noche teniéndolo para sí…
Hoy él había trabajado por la tarde y ella había ido a esperar a alguien más a la plaza, alguien que sabía pasaría por allí en ese momento, y la vio acercarse, con su paso veloz para atender los niños que la esperaban en la casa y al vago del marido que mantenía, con los ojos cansados como si añorara una vida que no podría alcanzar, las manos callosas de tanto trabajar arruinándose la juventud como ella había elegido, su cabello bajo los hombros aun contenía polvo y rastros de quien sabe que habría estado limpiando aquel mediodía
Solo la reconoció cuando la joven y bonita mujer se detuvo frente a ella, la mirada en sus ojos lo dijo todo, pero era difícil saber si era rabia, envidia, odio, humillación… la joven tendió su mano entregando un papel estrujado y la recién llegada lo tomó en sus manos
- Lo encontré en un viejo cajón, creí conveniente devolverte esto que es tuyo… ya que él es mío…
Con una sonrisa un poco malvada disfrutando su travesura se alejó, la desalineada mujer desplegó aquella marchita fotografía que no tardó en reconocer, aquella vieja imagen que aun atormentaba sus sueños tomada hacia unos 5 años cuando ella era suya, y su cuerpo calentaba la cama de un hombre que realmente la había amado. Ese día él vestía de azul, su color favorito, y su pelo estaba despeinado por el viento de aquella tarde, entre sus brazos estaba ella, sonriendo como pocas veces lo haría después de aquellas ves, sinceramente…

Quizás fueran las arrugas del papel, quizás fueran viejas lagrimas que alguien había derramado sobre la foto, quizás fueran los pliegues, el paso del tiempo o su imaginación… pero ella podría jurar que él en esa foto al sacarla sonreía… y ahora lloraba…

Como lloró ella esa noche… y todas las que le siguieron…

Kevin Heves Maranetto Vranich

23/11/2011