jueves, 12 de julio de 2012

Encuentro




Había sido un día malo en el trabajo, la madrugada estaba muy entrada, los parpados querían cerrarse ya del cansancio, los pies se arrastraban uno tras otro, con la pereza propia de quien lleva el conflicto de hacer el último esfuerzo del día y a la vez es aquel acto que lo conlleva al descanso merecido, me acerqué al auto
La primera expresión fue una maldición seguida de una variedad de insultos recordando varios familiares que nada tenían que ver con el proceso “una simple goma pinchada”
Llevaba rato soplando un viento frío, pero cuando usando el gato levante el vehículo y con las llaves correspondientes quite la rueda se abalanzó sobre mí una tempestad inimaginable, gotas grandes y frías se desprendieron del cielo todas juntas que en cuestión de diez cortos segundos estaba hecho una sopa de pies a cabeza, y bajo aquella torrencial aguacero concluí el trabajo
Sin mirar bien que hacía guardé las herramientas abrí la puerta, me senté en el vehículo y le di arranque, recién cuando el motor rugió normalmente porque había llegado a una temperatura adecuada noté que no estaba solo
“¿Quién eres?” fue la pregunta que brotó de mis labios “Dios” fue la respuesta que brotó de los labios del acompañante
Mire  a la persona de pies a cabeza, yo estaba empapado, sabía muy bien el vehículo estaba cerrado con llave antes de subir, aquella persona estaba impecable, vestida de blanco, casi tenía un halo mágico que la envolvía, seca completamente, ni un solo cabello fuera de lugar
“¿A si?” dije irónico, “Si” respondió sobriamente, nos miramos a los ojos, madre mía, ahí me di cuenta que aquella persona era en verdad Dios
Surgieron tantas peguntas dentro de mi cabeza que la vida no me hubiera dado para formularlas todas y menos para escuchar tal cantidad de respuestas ¿Que hacia allí? ¿Porque estaba allí? ¿Porque en mi auto? ¿Que se supone que esperaba de mi? ¿Debía esperar algo yo de él? ¿Era algún tipo de broma divina? ¿Me esperaba un castigo? Me faltó valor para sonreír y le miré a esos ojos que no tienen palabras para ser descriptos, así que de todas las preguntas habidas y por haber brotó la única que mis labios tuvieron la fuerza de pronunciar, casi sin que supiera conscientemente que lo hacía “¿Por qué?”
Podría haber dicho “¿Por qué qué?” ya que es una pregunta muy amplia, podría haber sido ¿Porqué estaba pinchado el auto? ¿Por qué llovía? ¿Por qué estaba en mi auto? ¿Porque yo creí que él estaba en mi auto? ¿Porqué me estaba volviendo loco? o algo más trivial como ¿Porqué había hambre en el mundo? ¿Por qué existían las guerras? ¿Por qué era necesario dormir a diario? Pero a Dios mis imple porque le fue tan claro como el agua pura de un manantial
“Cuando en la vida no podemos más – comenzó a responder – cuando todo va mal, cuando ya no sabemos que más puede pasar, algo que es aún peor sucede, nos desmotiva, nos dice “vamos ríndete, hasta aquí tenías que llegar, ahora detente, renuncia, pega media vuelta, márchate, abandona” pero la mayoría no se dan por vencidos, lo dudan, les cuesta avanzar, lo piensan más de una vez pero saben que la única salida es seguir adelante, así que como tú deciden cambiar lo que está mal, es allí cuando la vida vuelve a insistirles que no lo hagan y descarga sobre ellos todo el torrente de dificultades de la que es capaz para perjudicarles, para hacerle bajar los brazos, para obligarles a desistir, muchos abandonan, muchos esperan un momento más adecuado para seguir adelante, nada cuesta esperar un poco sin saber que la vida es tan corta, pero otros siguen adelante aun con todo en su contra, avanzan en la oscuridad y superan el desafío que es la escancia de vivir, y no están orgullosos por haberlo hecho, allí cometen el error de haber superado todos los obstáculos cuando muchos se dan por rendidos a mitad de camino, y ellos siguieron adelante, su propia perseverancia es la recompensa y no lo saben, necesitan un premio diferente, algo o alguien que les diga “lo has hecho bien”, cuando ellos mismos son incapaces de decirse estas palabras.”
Quizás no lo entendí en ese momento, quizás aun no lo entiendo, pero puedo recordar veinte veces lo que dijo y siempre le hallo un claro significado, recuerdo las ganas que tuve de hacer otra pregunta pero su sonrisa era demasiado amplia, sabía que no había más respuestas, sabía que tenía que marcharse, ya me había dicho lo que había venido a decirme, o así lo esperaba yo
Desvié mi mirada solo un segundo a las agujas que median la temperatura y otros aspectos del auto, el combustible marcaba prácticamente cero, cuando miré de nuevo a mi lado no había nadie
Puse reversa y di la vuelta, fui directo a la estación, dos cuadras antes el auto se apagó sin combustible, recuerdo haber pensado “si no lo hubiera tenido en marcha mientras hablaba con Dios hubiera llegado a la estación”
Luego lo entendí, unos diez minutos después, de nuevo empapado bajo la lluvia fría mientras volvía con una botella con el alimento para mi auto, y sonriendo me murmuré cuando lo puse en contacto “muy bien, lo has hecho muy bien”

Kevin Heves Maranetto Vranich

12/07/2012