miércoles, 13 de agosto de 2014

Dime





-Vamos, dime la verdad ¡DIME QUE YA NO ME AMAS!
La miraba a los ojos algo cegado por la frustración y las lágrimas que intentaban brotarle, la tenía tomada por los hombros y el cabello de ella le acariciaba los dedos de la mano, por Dios que podía sentir el perfume de su pelo d ela misma manera que lo había hecho varios años antes, y llevaban unos cuantos ya sin verse
No podía creer como había pasado el tiempo, la vida los había llevado por caminos tan distintos, y sin embargo, allí, en aquel momento y lugar, el destino había vuelto a cruzarlos, como demonios se había llegado a aquel extremo de que ahora la tuviera al alcance de un beso y le hubiera preguntado aquello era todo un misterio
En ese momento no pensó en ninguna otra cosa que no fuera ella, olvido de momento que estaba casado y buscando un hijo, que uno de sus amigos lo miraba algo apartad inseguro de interrumpir aquella situación, ni siquiera le importó la historia de aquella mujer que ya no era para nada la que él había conocido, y sin embargo, muy en el fondo, podía sentir el palpitar de su corazón como la primera vez que se habían besado
Los sentimientos de ella parecían inescrutables, su silencio languidecía en el asomo de una sonrisa triste, apenas curvando los labios como solía hacer, humedeciéndolos solo lo necesario con la punta de su lengua, sus ojos, tan oscuros y profundos como siempre parecían el vacío infinito y misterioso de una noche sin estrellas, sin embargo, el joven muchacho estaba seguro de entender que tras aquella aparente calma había toda una tormenta…
No quería pensar en la clase de mujer que era ahora, en la vida que llevaba ni de lo que se hablaba de ella, en ese instante en que el tiempo había decidido detenerlos solo la recordaba como la niña tímida que había temblado entre sus brazos a la hora de conocer las delicias del amor, lo demás, no le importaba en absoluto
Fue apenas el rebozo de un suspiro que pareció atraer su atención, por la mente de la muchacha divagaban infinitas respuestas a una pregunta tan simple, respuestas tan bien ensayadas, sin embargo, al pasar los años pensó que no iba a tener que responder a aquello nunca más, y sin embargo, allí de nuevo, tenía sus manos posadas sobre si, sintiendo aquella tibieza que le estremecía calándola tan profundo en su ser como era posible, y en aquel momento aquel discurso tan ensayado se dispersaba como una fragancia en el viento…
Ya no era la misma que se había sabido protegida en sus brazos, en otras etapas de su vida quizás, recordaba vagamente la protección que aquel calor familiar le había proporcionado, pero, es verdad, que otros brazos le habían provocado otras muchas emociones que aquel chico jamás había sabido provocarle, y siendo así, por que era tan difícil dar la respuesta que él, de todas formas, sabía ya que recibiría…
El muchacho no pudo aguantar más tiempo la vista y la aparto, mantener la ilusión de que aquel amor tan puro que había llevado desde siempre en su interior se mantenía intacto era imposible, la vida le había enseñado que este poderoso sentimiento es muy traicionero, y la piel de aquella joven había experimentado caricias que le había arrebatado sentimientos muchos más cautivadores que el amor, y aunque fugaces, habían, poco a poco, borrado las marcas que sus propias caricias hubieran causado… ella ya no era la misma, y no estaba seguro de sentir lo que sentía por ella… sentía que amaba la sombra de lo que alguna vez aquella mujer fue…
Notó que los labios de la joven se despegaban, deslizó entonces las manos que aprisionaban sus hombros y posó su dedo índice sobre los femeninos labios obligándola a callar, descubrió de la manera más cruda que no quería conocer la respuesta, fuera cual fuera le haría daño, no quería creer que el amor profesado había muerto en aquella joven completamente, pero tampoco le consolaba saber que aún vivía puesto que ya no la amaba como antes… aolo amaba quien ella había sido, alguien, que muy en el fondo, sabía que había muerto…
Le sonrió, le dedicó su mejor sonrisa, llena del amor que tenía, de miedo a perderla que siempre sufrió, de consuelo, esperanza y recuerdo, le sonrió con la franqueza que solo él le había sonreído, y notó en la tempestad de sus sentimientos que ella, a través de aquella sonrisa, recordaba una vez más todos los buenos momentos compartidos en el pasado… pero solo eran parte del pasado…
Se fue, dejándola confundida, atrapada en la eterna interrogante de si aún lo amaba, quizás por eso ningún hombre había saciado e apetito de su corazón, o acaso ya no era capaz de amar a ningún hombre. Le hubiera gustado poder decirle lo que sentía, llenarle de sus dudas y temores para que él los solucionara como siempre había hecho cuando estaban juntos, pero el ya no le pertenecía ¿O si?
-Vamos, dime la verdad ¡DIME QUE YA NO ME AMAS!
Le gritó ella antes de que se alejara por completo, él se limitó a voltear solo un segundo para verla pr última vez y sonreír para si, todo estaba endemoniadamente claro para ambos, y sin embargo, esas fueron las ultimas palabras que se dijeron el uno al otro… cunado una simple respuesta lo hubiera cambiado todo…


Kevin Heves Maranetto Vranich

13/08/2014