lunes, 9 de mayo de 2016

Viaje imposible I



Se habían conocido como se conocen muchas personas en internet, por casualidad, o quizás por el destino, pero eso no podrían saberlo en ese entonces
Una charla sin sentido llevo a otra, se despidieron con un “luego hablamos” y realmente hablaron luego, y al día siguiente, y al siguiente de este, durante meses enteros…
Dejaron de sentirse extraños, intercambiaron fotos, videos, llamadas, secretos, sueños y confesiones, con los años dejaron de sentir que la enorme distancia los separaba, porque sentados en sus computadoras se hallaban tan cerca el uno del otro…
Tuvieron momentos mejores y otros no tan buenos, le tocó sufrir a él, en silencio, cuando algún chico cortejaba a su dama sin nada que pudiera hacer, deseándole lo mejor, alentándola a ser feliz, extrañándola profundamente cunado aquellas charlas diarias desaparecían por semanas enteras…
Pero las cosas no siempre funcionaban como debían funcionar, el abrazo frío de la soledad siempre hacía que ella volviera y ahogara sus penas en aquel muchacho tan distante que parecía comprenderla tan bien, que se convertía por momentos en parte de sus sueños…
Un día fue su turno de caer en los brazos de cupido, otra chica, quizás más bonita, quizás no, pero que se hallaba a una distancia que él podría recorrer cada día, alguien que podía abrazarlo como ella solo había podido soñar, besarlo como lo había besado en sus más íntimos sueños, tenerlo frente a si, como ella solo había podido tenerlo en su corazón…
Frustrada acabo por apartarse otra vez de él, busco el amor con ansiada desesperación, si aquel que su alma deseaba no podía se suyo hallaría quien mitigara la soledad en la que se sentía sumida, sin embargo, el amor no tocaba a su puerta, los besos que a los chicos robaba no dejaban de parecerle vacíos ni apartaban del todo sus pensamientos de aquel a quien había deseado besar sinceramente…
Una vez más compartió sus confidencias con el único que sentía que la entendía escondiendo dentro de si los celos que la abrumaban por no ser ella misma la mujer a su lado…
A veces llegaba a pensar que él jugaba con ella, pero en otras oportunidades hubiera podido jurar que él la amaba sinceramente, aquel duelo la volvía loca, llegó a pensar las más alocadas ideas…
Imagino que el abandonaba la mujer que tenía a su lado, que lo abandonaba todo y tomaba el primer vuelo para estar solo con ella, otras veces imaginaba que era ella quien no podía resistir e iba a buscarlo, a apartarlo de aquella persona que no podía amarlo como ella lo amaba, a veces simplemente pensaba que estaba totalmente loca que nada de aquello pasaría…
Pero un día, envueltos en profundas confidencias él la invitó a visitarle, a conocer su país, su ciudad, su gente, su mundo, y de pronto, al volverse aquella posibilidad real la horrorizo ¿Realmente quería hace aquello? ¿Realmente quería verle? ¿Sería capaz de tenerle frente a si sin dejar que sus profundos impulsos se apoderasen de ella?
La venció la sensatez, es verdad que era importante en su vida, que le conocía desde siempre, pero ¿Le conocía? ¿En el fondo no era un desconocido? ¿Viajaría a un país desconocido solo para conocerle? ¿Quedarse en la casa de alguien que no había visto más que a través de un monitor? Tuvo miedo
Al principio debía terminar unos estudios importantes, luego no tenía dinero, cuando consiguió el trabajo no tenía el tiempo, hasta que un día descubrió, que, sin quererlo, sin planearlo, había deseado tanto la oportunidad de estar con el que había ahorrado lo suficiente para visitarle… pero ¿él querría verla aún?
Solo necesitó un momento de locura, un instante del valor que no tenemos todos los días, ese segundo que cambia nuestras vidas para siempre, así que cuando le mando el siguiente mensaje estaba sobre un avión rumbo a un sueño desconocido…
Cuando el avión aterrizo en un país extrañó estaba llena de miedo, de dudas, de preocupaciones, confusa, con el deseo irrefrenable de coger el próximo vuelo de nuevo a casa… hasta que lo vio…
Allí estaba el, esperándola, con una sonrisa amplia y sincera como nunca antes había visto, con una mirada de profunda alegría que cualquiera podría haber confundido con el más puro amor, ni siquiera se dio cuenta que corrió y no se detuvo hasta estrecharse en los brazos de aquel muchacho que ya era todo un hombre, la oprimió contra su pecho conteniendo la emoción, acaricio su pelo y le susurro
Me alegra que hallas venido…

Kevin Heves Maranetto Vranich


9/5/2016


Viaje imposible II



Aquel abrazo parecía acallar todas sus dudas, consolaba todas sus penas, le hacía sentir la seguridad que nunca ningún hombre en su vida había podido otorgarle, aquel, el abrazo de su más íntimo confidente, de su ilusión más profunda, de un perfecto desconocido…
Diez años habían pasado desde el primer hola en un chat, meses incontables donde se conocieron poco a poco, donde lamentaron que la distancia que los separaba no les permitiera aquel mágico momento que ahora era suyo… un sueño que nunca había desaparecido del todo, excepto quizás cunado él había encontrado una pareja en su vida… sin embargo, pese a ello, allí estaban, en aquel aeropuerto, ella después de un viaje de tantas horas aferrada a él como si temiera que de soltarlo desparecería…
Con cuanto temor abordó aquel vuelo, con cuánta incertidumbre, sin saber que estaba haciendo, si quería tener en sus brazos un amigo o el amor de su vida, pero aquello estaba prohibido, el pertenecía a alguien más, sin embargo, en aquella mirada parecía pertenecerle solo a ella, estaba tan confundida, por eso no quería soltarle, temía fuera solo un sueño
-          Ven, vamos
La tomó de la mano y la guio para recoger sus maletas, ella se dejó llevar sumida en el placer de que todo estuviera sucediendo finalmente, subieron a su coche y recorrieron la capital de aquel país, él se movía con soltura, como si guiara a un turista por aquellas calles, excepto cuando le miraba y sonreía, aquello era destinado solo para ella.
Cada segundo que pasaba su confusión crecía, parecía tan cercano, tan afectuoso, a la vez tan distante, tan apartado, un equilibrio místico, parecía que en la siguiente palabra, en la próxima vuelta de esquina, en frente de la contigua vidriera se voltearía para abrasarla y besarla… pero no sucedía…
Se preguntó si no estaría imaginando todo aquello, si su deseo, si sus fantasías no habrían nublado su juicio y él no era más que un amigo alegre de su compañía, disfrutando el simple y sano placer de mostrarle su ciudad… trato de calmarse, pensar que aquello era todo, sin embargo, no dejaba de pensar que había más, muchísimo más…
Cuando el día fue llegando a su fin tomaron el coche de nuevo, quedaban varias horas hasta la ciudad donde él vivía, trato de dejar de lado aquellas dudas existenciales de su alma y platicaron fluidamente, aunque cada palabra parecía cargada de doble sentido, cada gesto de una insinuación, cada sonrisa de una invitación, no puedo evitar apartar aquello de su mente, el tenía alguien más, como podía permitirse ella pensar aquellas cosas… así descubrió que lo amaba…
¿Qué otra explicación podía existir? No había otro motivo por el que se gastara todo su dinero en aquellos pasajes volando al fin del mundo, que tantas horas que debió dedicar al estudio las paso charlando con el hasta la madrugada, cuántas veces se escapó solo para ver si obtenía un simple hola de su parte, solo esto podía explicarlo todo, y necesitó hallarse junto a él en un viaje de tres horas en coche para comprenderlo de manera clara e indudable… Lo amaba, y él estaba con alguien más…
-          ¿Te sucede algo?
Negó, como podría admitir aquello, murmuró por lo bajo ¿Cómo se había dado cuneta si estaba prestando atención a la calle? Pregunta tonta, el parecía saber que pensaba, sabría también lo que acababa de descubrir, no supo responderse eso, le miró a escondidas, podría jurar que si…
Finalmente llegó a su casa, conocido a la joven simpática que vivía con él, aunque la invadieron los celos al cabo de unos días le callo simpática, degustó su comida, recorrió su ciudad, vivió su mundo durante diez hermosos días, y cada noche al irse a dormir pensaba en escuchar su respiración, al despertarse deseaba que su voz fuera la primera en desearle los buenos días…
Pero aquella mágica situación no duraría para siempre, llegó el día en que ella se iría, él la llevo hasta el aeropuerto, tres horas que se hicieron mil, silenciosas, había un dejo profundo de tristeza, así como si fuese un sueño y era hora de despertar…
Antes de subir al avión lo tuvo de nuevo frente a si, había viajado hasta allí para descubrir que le amaba, y ahora se iría con ese secreto de nuevo a casa, con la duda de si él lo había descubierto o no, de si el sentía aquello o no… pensó en el valor que había necesitado para abordar el primer avión, decidió ser valiente de nuevo… le abrazo con todas sus fuerzas y el regreso su abrazo, le miró a los ojos y el regresó su mirada, entonces le tomó de las mejillas y deposito en sus labios el beso que ansiaba desde hacía tanto tiempo, y juraría que el respondió aquel beso como nunca nadie lo había hecho … como un susurro y un temblor en la vos se atrevió a preguntarle
-          ¿Qué hubieras hecho si este beso te lo hubiera dado cuando llegué? ¿Qué hubiera sido diferente?
-          Si lo hubieras hecho lo habrías descubierto…
Cuando él le dijo adiós, le dio un último beso… con sabor de “hasta luego…”



Kevin Heves Maranetto Vranich

09/05/2016


Visita inesperada


   Había terminado las tareas del colegio y fue a la cocina por un refrigerio, el reloj en una de las paredes indicaba que estaba ya entrada la madrugada, fue en ese momento que escuchó un coche detenerse frente a su casa, momentos después las luces y el ruido a motor se alejaron para dar paso a unos golpes suaves en la puerta. Sus padres hacía rato dormían y no era hora que su hermano volviera aún. No sabía quién pudiera ser. Y sintió un dejo de preocupación dudando si debería atender o no.
   Se acercó expectante a la puerta y observó a través de la mirilla. Se le escapó un suspiro. No podía ser lo que veía al otro lado. No pude evitar pensar que debía haberse quedado dormía mientras terminaba sus tareas o tomaba un vaso de leche…
   Conteniendo la respiración. Convencida que aquello era un sueño, abrió la puerta con lentitud y desconfianza. Sin lugar a dudas, mojado y tiritando de frío, allí estaba él.
   Llevaban meses escribiéndose. Encariñándose. Enamorándose. Se habían contado sus más profundos secretos, se habían desnudado el alma el uno al otro y hablaron de verse algunas veces, pero vivían tan lejos uno del otro que era algo imposible... sin embargo allí estaba allí
   Le regresó una mirada expectante. Una sonrisa trémula. Llena de calidez vibrante. Ella estaba casi enmudecida. Alcanzó a preguntar qué asía allí. El logró responder que no podía pasar un día más sin verla y sin pensarlo siquiera había juntado los ahorros de su vida y con algo de suerte había llegado hasta allí. Ahora, concretada tan alocada aventura impulsada por las más íntimas fibras de su ser sentía cumplido su sueño y podía regresar, en su casa estarían preocupados por su ausencia. A nadie había contado de aquello loca aventura... jamás lo hubieran dejado, con solo 17 años era aún un niño para sus padres ¿Cómo le permitirían cruzar el país por tan alocadas razones…?
   Ella negó. Lo tenía allí. No podía permitir que se fuera, no ahora, menos así. Lo tomó de la mano y él se dejó conducir. Como si el tacto tibio de la femenina piel le hubiera quitado toda voluntad.
Se deslizaron con furtivo silencio por un pasillo, ella abrió la puerta de su cuarto y lo jaló dentro.    Cerró tras de sí. Quien sabe que hubiera dicho su familia si supiera que a esa hora de la madrugada. O a cualquier otra. Había un muchacho en su habitación
   De pronto se dio cuenta de lo que había hecho y la invadió el pánico. Se calmó sólo al ver la mirada del muchacho que tiritaba de frío y parecía apunto de colapsar de los nervios
   Susurró que le buscaría una toalla. Y el negó con la cabeza. Sólo dijo que debía irse. Una y otra vez. No había planeado aquella situación, el solo había deseado ver su sonrisa sin que hubiese una línea de fibra óptica de por medio, él había sentido la imperiosa necesidad de verla, y ahora estaba allí, en una ciudad extraña, dentro de una casa desconocida, quien sabe que le hicieran si le descubrieran las personas que dormirían al otro lado de aquellas paredes, que haría ella si se dejaba poseer por el impulso indomable que le asfixiaba por tomarla en sus brazos y...
   Ella se aferró a él, no podía permitir que se fuera
   -Comprenderme. Debo irme. ¿No lo entiendes?
  Lo miró a los ojos. Se conocían tan bien. Como no lo entendería. Si veía aquellas extrañas emociones en sus ojos azules. Las mismas que danzaban en los femeninos ojos verdes. El miedo. El deseo. La delgada línea que le impedía perder el control y hacer realidad sus más íntimos sueños.
   Él tenía razón. Ella lo sabía. Debía irse. No podía quedarse...
   Finalmente, él tuvo el valor de retroceder usando el último soplo de su voluntad. Pero la mano de ella no se deslizó. Lo sostuvo firmemente. Aunque sabía que debía marcharse no lo permitiría. Jamás le permitirá marcharse sin robarle el cálido soplo de su aliento.
   Sus brazos de quinceañera rodearon el cuello del joven. Los ojos se enfrentaron como nunca lo habían hecho, sin pantallas de por medio, pero con las mismas poderosas ilusiones. Los últimos intentos de voluntad de aquel muchacho se estaban consumiendo. Finalmente, uno de ellos sucumbió.    Los labios se alcanzaron en el más fino Rose de un beso...
   Cuando la luz del sol entro por la ventana para despertarla, justo antes de abrir los ojos, le regaló a la mañana su más tierno suspiro, insegura de si aquello había sido o no un sueño, insegura de si quería que lo fuese o no… y con miedo, con dudas, con ilusiones… abrió los ojos…

Kevin Heves Maranetto Vranich


9/5/2016