miércoles, 9 de noviembre de 2011

Bajo el limonero, a un paso del naranjo…





El celular comenzó a sonar estridentemente sobre la mesa de luz, el hombre abrió los ojos remolonamente y cuando alcanzó el aparato vislumbró el reloj que marcaba las tres de la mañana, mientras su mujer maldecía por lo bajo y le preguntaba quién podría llamar a esas horas de la madrugada, encogiéndose de hombros para sí mismo y carraspeando levemente respondió, una vos familiar llegó al otro lado de  la línea
-Hola, disculpa que moleste, no sé bien qué hora es pero…
-Son las tres de la mañana (lo interrumpió algo molesto)
-Si bien, quería decirte que lamento no llamar más seguido, pero sabes cómo es la cosa, mi mujer, los chicos, el trabajo, uno no tiene tiempo para nada y a veces se olvida de llamar a sus amigos de vez en cuando y preguntarle como están, da vergüenza que uno se olvide de hacer esas cosas ¿Hace cuanto nos conocemos he?
-Y como 10 años
-¿11 y tres meses te acordas? El día que te peché por mirar aquella rubia que estaba divina
-Si me acuerdo, si no me ayudabas a juntar los papeles te hubiera roto la cabeza
-Si con la cara que pusiste me di cuenta ¿Que tiempos no? ¿Ya van como tres años que no nos vemos?
-Casi 4, desde que nació el chico tuyo
-Si ¿verdad? Como vuela el tiempo, siempre que para el cumpleaños de uno el cumpleaños del otro, que para año nuevo que para navidad y cosa va cosa viene nunca nos juntamos desde aquella ves que manga de pelotudos
-Y bueno, si queres nos encontramos ahora el viernes, es el cumpleaños de mi mujer
-¿Si? Fa que lastima, yo el viernes no voy a poder
-Pero veni un día de esto y charlamos, no tiene porque ser cumpleaños de nadie, o decime que día te queda bien y voy yo
-Si verdad, que boludes esperar las fiestas para encontrarse con amigos de toda la vida, pero voy a  estar complicado, bueno, son las tres de la mañana me dijiste y seguro estabas durmiendo
-Si…
-Bueno, disculpa por despertarte, te dejo dormir tranquilo
-Si bueno, nos vemos
-No para… ¿Me podes hacer un favor?
-Si dale, decime…
-Cuando vengas a verme podes traerme la cajita aquella que enterramos en tu patio ¿Te acordas? La capsula del tiempo que enterramos de pibes para cuando nos casáramos, yo la enterré en tu patio y vos en el mío, para no tener la tentación de sacarlas ¿Te acordas?
-Si me acuerdo, pero voy a  tener que hacer más de un pozo para sacarla porque no me acurdo bien donde la pusiste
-Abajo del limonero, un paso a la derecha desde el naranjo, haceme ese favor ¿Si?
-Dale, nos vemos…
-Nos vemos, y disculpa la joda a la tres de la mañana…
-Dale no pasa nada…
Cuando la línea se cortó su mujer ya estaba durmiendo, se quedó mirando un poco el aparato y un poco el reloj, luego dio media vuelta y trató de dormir, que diablos le habría picado a su amigo llamarlo a aquella hora y comenzó a preocuparse.
“Si hubiera sido algo importante hubiera venido a casa” se decía a sí mismo “son tres horas de viaje pero si fuera algo importante…”
A las cuatro menos cuarto estaba con una pala en el jardín haciendo el tercer hoyo aun en pijamas, un paso de jovenzuelo no era el mismo que el de un hombre adulto y atinar  a la cápsula del tiempo no había sido igual de fácil, ahora, envuelta en una bolsa plástica para protegerla de la humedad, la tenía en sus manos y la miró cuidadosamente, recordaba que dentro solo había unas cartas pero no atinaba bien a recordar para quienes eran. La dejó en la mesa de la cocina y se fue a acostar de nuevo, escuchando a  su mujer regañarlo por haber salido al patio a esa ahora a hacer ruido.
A la cinco se había levantado de nuevo sin poder pegar un ojo, se había vestido y había cogido las llaves del coche, ya estaba arriba con aquella cajita a su lado cuando la mujer se asomó en la puerta

-Avisa que me siento enfermo, hoy no podré ir a trabajar
Y antes de escuchar una réplica encendió el coche y se marcho, poco después de las ocho estaba llegando a la casa de su amigo, estaba tal cual la recordaba, los mismos rosales en un rincón, el mismo tangerino a uno de los lados, la cerca algo despintada con dos tablas rotas junto a la entrada, estaba todo en absoluto silencio y no le extrañó, que diablos se le había pasado por la cabeza para presentarse allí a las 8 de la mañana, estarían durmiendo
Sintiéndose un poco estúpido y con el paquete bajo el brazo llamó a la puerta, después de todo lo habían despertado a las tres de la mañana ¿Que tenia de malo despertarlo a las ocho? Seguramente se llevaría una agradable sorpresa de verlo luego de tantos años. Pero nadie respondió
-No hay nadie (indicó un vecino) están en el velatorio de agencia central desde anoche
¿Velatorio? Las fichas comenzaron a caerle de inmediato, por eso la llamada a la madrugada, algo había pasado y le necesitaba, quizás hubiera sido el chico, y el tan torpe lo había mencionado, sintiéndose culpable regresó al coche apresurado y se dirigió a la dirección que le habían indicado, cuando entró no pensó que su ropa era informal o que llevaba una caja llena de tierra bajo el brazo que le había ensuciado un poco la chaqueta, sintió un fuerte alivio cuando vio a la mujer y al niño completamente abatidos pero vivos, al menos se trataba de algún otro familiar
Se acercó a la señora y le preguntó donde se encontraba su compañero y ella con los ojos rojos e irritados hizo un pequeño gesto señalando el cajón
La caja rodo de entre sus brazos y produjo un ruido sordo en el piso al abrirse, pero ni se dio cuenta, estaba asomándose para reconocer el lívido rostro de su querido amigo, frente a él, muerto.
No estuvo muy seguro quien lo sujetó cuando le fallaron las piernas, alguien le alcanzó una silla y el pequeño chico que tenía los ojos de él le tendía una caja abierta, algo tembloroso distinguió dentro dos sobres
“Para la que sea mi mujer” decía la de más arriba “Para ti” decía la segunda
Sintiéndose completamente fuera de lugar extendió el sobre que no era para él a su dueño, y abrió el suyo presurosamente, dentro rezaban unas palabras. Cortas, tiernas e infantiles

“Amigo mío, si lees esto es porque me he ido antes que tú ya que prometimos no hacerlo hasta que el otro se halla marchado, espero haber cumplido mi promesa de visitarte cada cumpleaños y tú la tuya de visitarme los míos, que no hallamos hecho como hicieron nuestros padres que la última vez que se vieron se despedían de un cajón y de un cuerpo sin vida. Y si volvimos a repetir ese error y tengo un hijo y tú también tienes uno, asegúrate que nunca falte el uno al cumpleaños del otro. Con cariño, tu amigo”

Cuando se atrevió a mirar a su alrededor algo mareado aún y con las lagrimas dificultándole las vista vio otro papel que se le extendía, lo tomó y se atrevió a leerlo

“Amor mío, aún no te conozco, pero si estás conmigo es porque eres la persona más especial en mi vida, mi amigo debe estar cerca de ti, el te apoyará en lo que necesites, lo se porque lo conozco, por eso quiero pedirte que no lo dejes solo, el sufrirá mucho mi partida tanto como tú, le he encargado una misión ayúdalo a cumplirla, dale un beso a nuestro hijo de mi parte ¿Tenemos un hijo verdad?”

Con un hilo de voz se atrevió a preguntar cuando había sucedido

“Ayer por la tarde” (fue la respuesta) “Ayer, a las tres de la tarde”


Kevin Heves Maranetto Vranich

09/11/2011

3 comentarios:

  1. aalgo extraño, si el muere a las tres de la tarde... como es posible que lo llame a las tres de la mañana???

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  2. esa es esactamente la gracia, el hecho de que sean 12hs esactas es una forma de decirque no es casualidad la hora de la llamada, pero a la ves no llamo el "fisicamente"

    iba a poner que el aparato cunado lo revisaba no habia reistrado ninguna llamada peor me parecio que asi quedaba mas simbolico

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  3. NOTA: bajo el limonero, a un paso del naranjo no es algo al azar, tiene un significado escondido, a modo de pista seria "dejando la tierra a un paso del cielo"

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