Se
habían visto ya un par de veces, habían platicado un poco, sus ojos habían
brillado, sus mejillas se habían teñido de rubor, de donde venían, a donde iban, las edades, la altura, la clase y
la religión habían dejado de importar, se habían enamorado…
Habían
quedado de verse en aquella banca alrededor de las tres de la tarde, ambos
tenían ese día libre y querían pasar tiempo juntos, ambos tenían ganas de
decirle algunas cosas al otro, estaban nervios, temerosos, decir lo que uno
siente nunca es fácil, pero habían recibido consejos y ya no había tiempo para
jugar a las indirectas, ese día hablarían y todo saldría bien…
El
fue un caballero, llegó bastante temprano a esperarla, pero solo lo hizo cinco
minutos, ella también había decidido llegar antes para tener tiempo de
prepararse…
Los
ojos del muchacho quedaron clavados en lo de la chica, quien temerosa y
sonrojada desplego sus más alegre y tímida sonrisa, acomodo el cabello sobre la
oreja y no supo que decir, se saludaron como siempre y se sentó a su lado, el
viento se había llevado todas las palabras…
Escucharon
unos niños jugando no muy lejos, el canto de un pájaro que cruz el cielo azul,
el viento soplaba con infinita calma agitando ls altos árboles que los
rodeaban, cuando decidieron hablar, había pasado mucho tiempo aunque fueran tan
solo segundos…
Ninguno
de los dos recordaría bien quien fue el que lo dijo primero, ni estaban muy seguros
de que había respondido el otro con exactitud, muertos de penas los brazos de
uno habían rodeado al cintura del otro y los labios se habían encontrado en un
beso mucho tiempo ansiado… el primero de muchos…
Platicaron
como siempre, tomados de la mano como nunca, las cosas de todos los días
sonaban ahora tan diferentes, cuanto tiempo pedido si aquello había acido en el
primer encuentro, cuantas sonrisas se compartieron de un modo tan extraño, tan inexplicable,
hasta lagrimas de felicidad brotaron entre bromas y sutiles confesiones, el sol
comenzó a ponerse en el horizonte y de
levantaron para irse, cuando el joven, casi por descuido, notó una pequeña flor
naciendo a sus pies
Se
agacho a recogerla y ni bien al tubo entre sus dedos la hizo girar frente al
rostro de la muchacha, era una flor sencilla, con el centro de un amarillo
apagado, pétalos blancos desalineados y casi sin perfume, no más grande que una
moneda y con un tallo sin hojas de pocos centímetros, y sin embargo en aquel momento,
con el amor que sentían, le apareció la flor más hermosa del mundo
El
la acomodo en el pelo de ella, la sujetó con cuidado para que no fuera a
perderla y la acompaño hasta la casa, ya una vez allí se despidieron mil veces pues
no querían separarse el uno del otro, al final, ella dijo
-Guardare
la flor en un lugar especial y si algún día me la pides será porque ya no me
quieres
El
sonrió, se preguntó cuanto tiempo podría guardar aquella pequeña florcita, aun
seca, antes que no quedara nada más que su recuerdo, así que respondió
-No,
mejor guárdala en algún lugar donde nunca la puedas encontrar, y si un día quieres
que me aleje de ti, que deje de amarte como lo hago hoy, me la devolverás, y yo
te podre olvidar, solo cuando tenga esa flor en mis manos
Ella
sonrió, tomo al flor de su cabellos con una sonrisa y corrió dentro de su casa,
el se fue a la suya
Una
vez en su cuarto busco donde depositar
aquel pequeño tesoro, sería el recuerdo perfecto del día que habían quedado de
novios, pensó en ponerla dentro de un libro como recordaba a su madre haber
visto guardar tantas flores, pero el dama lastima apretarla tan frágil que era,
así que al final encontró una pequeña cajita de una cadena con dije de delfín
que le habían regalado por su cumpleaños
Depositó
adentro la pequeña flor con infinita ternura y buscó varios lugares donde
guardarla, finalmente se dijo a si misma “lo mejor es guardarla en un lugar donde
no al encentre, así si un día quiere que se la devuelva no podre hacerlo y aun
me tendrá que seguir queriendo”, el sueño inocente de quien aun cree en el amor
eterno
Finalmente
una tabla suelta en el piso acabo resultando el escondite, se acostó a dormir
con una sonrisa que no pudo apagarse durante los días siguientes, cuando su
mirada iban una y otra ves a la tabla de la habitación que recordaba a su enamorado…
Pasaron
muchas primaveras y vivieron juntos, algunos años, la relación se agoto, el
amor de fue diluyendo, la monotonía de la rutina acabo desgastándolo, ella decidió
irse, dejó una nota sobre la cama y fue a la casa de sus padres, esa noche
mientras dormía en su vieja habitación soñó con el, cuando eran niños, soñó con
una flor, y en sus sueños el decía “mientras guardes esta flor yo te amaré”
Se
despertó a las tres de la mañana, arranco la tabla con un cuchillo y sacó una
pequeña caja del escondite, cuando la abrió le temblaban las manos, dentro,
bajo la escasa luz brillaba tenuemente una flor, intacta, como el día que la
había guardado, pero tan pronto como quiso tomarla entre sus dedos se marchitó
y se convirtió en polvo…
Llego
a la casa que había compartido con el casi una hora después, la carta, con
algunas gotas de sangre aún estaba en sus manos, en la otra, la mortífera arma
hacía rato que le había arrebatado la vida… era simplemente tarde…
Kevin Heves Maranetto
Vranich
19/09/2012
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