- Ven
- me dijo la pequeña niña
Le
miré un poco inquieto, apenas y rondaría los cinco años, ojitos verdes
brillantes, pelito por debajo de los hombros, vestía de manera elegante una
faldita algo anticuada de color blanco, su rostro risueño emanaba alegría y su
manita estaba extendida esperando que la tomara… así que al tomé…
Sus
pasitos cortos y veloces avanzaron acortando camino, frente a nosotros se
hallaba una arboleda cuidadosamente cuidada, con plantas florales y arbustos de
gráciles formas en toda direcciones, algunos bancos se desperdigaban aquí y
allá, todos finamente trabajados, de colores amigables al entorno, era un lugar
encantador…
Dejé
de mirar a la niña, allí en uno de los bancos estaba ella y yo quedé sin
palabras ¿Qué hacía allí? Y por primera vez desde que me encontré a la niña se
me ocurrió preguntarme ¿Dónde diablos estoy? Miré a la jovencita que me había
soltado la mano y parecía esperar que haría yo ¿Pero qué podía hacer yo?
Hacía
ya varios años que aquella muchacha y yo no éramos nada, aunque lo hubiéramos
sido todo, y quizás más. Había sido mi vida entera, mi aliento, mi sufrimiento,
mi esperanza… ahora y desde hacía mucho no éramos nada, pero nunca dejaba de
llenarme la emoción de los recuerdos al verla…
Y estaba
allí, a menos de cien metros, vestida con elegancia y sugerencia, toda
entregada a sus más profundos pensamientos, quien sabe cuáles serían. Estaba tan
bonita, tan cuidada, el pelo recogido de la manera que yo adoraba que lo hiciera,
su sonrisa, la que casi había olvidado, iluminaba su cara como un faro lo hace
en las noches oscuras, parecía bañada por un rayo de sol, estaba tan hermosa, y
nunca había sido una mujer hermosa, excepto para mis ojos, para mis ojos siempre
había sido perfecta…
- ¿Dónde
estamos? – pregunté al recuperar el habla
- Aquí
se cruzan los sueños y la realidad, el pasado y el futuro, la esperanza y los
logros, todo lo que suceda aquí se verá reflejado en tu vida, cada día, cada
año, hasta que mueras…
- ¿Y
porque está ella aquí?
-
Porque fue una parte importante de tu vida, y nadie más que tú puede evitar que
vuelva a serlo
- ¿Quieres
decir que si yo fuera y… y bueno… hablara con ella… y quisiera… entonces…?
La
niña asintió como si comprendiera perfectamente lo que yo era realmente incapaz
de explicar con mis balbuceos, no me fue difícil comprender al cabo de unos segundos
que aquello se trataba de un sueño, unos minutos ganados a una imaginación exaltada
que me permitían volver a verla, y si lo deseaba, volver a tenerla…
Cuantas
veces desde que la había perdido mis ojos se cerraron recordando su figura,
intentando volver a tenerla en los mundos secretos de Morfeo, y con cuanta eficacia
me habían esquivados los sueños una y otra vez, ya tantos años pasados, en este
sueño, ella estaba tan bella, cada detalle estaba en su sitio, era increíble como
mi subconsciente la recordaba con tanta perfección cuando mis propios recuerdos
la habían casi olvidado por completo
Dejando
volar mi imaginación ante la oportunidad de aprovechar aquel regalo del destino
di el primer paso, luego di otro, pero en le tercero me detuve ante una fuerte
duda ¿De qué servía volver a poseerla en un sueño cuando en la vida real era inalcanzable?
La
quería aun, en algún rincón de mi corazón ella seguía grabada, de lo contrario
no estaría soñando con ella, pero ¿De qué me servía esta mera fantasía para
seguir adelante? Cuando miré detrás la niña seguía aguardándome y recordé sus
palabras, me aferré a sus palabras como si los sueños algunas veces dijeran la
verdad… y desee que si yo tomaba la decisión de empezar de nuevo realmente eso pudiera
pasar…
Pero
me quedé allí en mi lugar, sentí la fuerza irremediable de alejarme de ella, no
quería volver a empezar nada a su lado, no tenía ningún sentido extrañar las
caricias de su manos ni el calor de sus besos, si su corazón no sentía amor por
mí, sería una mera ilusión, un engaño más, y ya me había dejado engañar demasiado
tiempo…
Sobre
uno de los lados se abría uno de varios caminos y vi aparecer otra muchacha, también
la conocía, se sentó en otra de las bancas, y poco después otra conocida junto
a la primera y se sentó en otra, al cabo de varios minutos había al menos una docena
de jovencitas que yo conocía en uno y otro sitio, todas se veían hermosas aunque
algunas solo las conocía del internet de una clase, de un baile o de cruzarlas
en la calle… me sentí confundido
-
Aquí es donde escribes tu propia historia – llegó la voz de la niña – y puedes
escribirla junto a cualquiera de ellas
-
¿Están todas las chicas que conozco?
-
No, solo aquellas que si lo decidieras podrían entrar para cambiar tú vida para
siempre…
Comprendí
sus palabras claramente, era mucho más que un sueño, era una lección, yo debía escoger
mi propio camino, mi propio destino, mi propio futuro, debía reunir el valor para
tomar esa decisión… Pero era tan difícil…
-
Dime niña ¿Y tu quien eres?
-
Soy el espíritu divino que aún no ha nacido, fruto de tú amor y el de una de
ellas
-
Entonces ve, elije tú a la que sea tu mamá, elije alguien que me ame y a quién
yo pueda amar…
Cuando
la niña salió corriendo hacia la primera joven que estaba sentada en aquel
lugar la detuve de inmediato
- ¡No!
Ella no, ya tuvo su oportunidad
Lo
único que recuerdo antes de despertar, es que la niña al voltear sonreía, como diciendo
“esa es la decisión correcta…”
Kevin Heves Maranetto
Vranich
01/10/2012
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