Él la vio cabizbaja, dudó varios minutos si era o no era la
chica que unas semanas atrás un grupo de amigos le habían presentado como amiga
de una amiga de una prima o algo así… la recordaba alegre y risueña, de ojos
vivaces y pícaros que contagiaban las ganas de vivir, habían hablado un poco y
se había tenido que ir… se preguntó si le recordaría o si debía saludarla… de
todos modos decidió hacerlo…
- Hola – le dijo cuando la tuvo casi en frente
Ella alzó la vista, la comisura de sus labios trató de
dibujar algo que parecía una sonrisa mientras sus pestañas buscaban esconder la
tristeza de sus ojos donde asomaba el principio de una lágrima
- Hola – respondió el saludo con el claro tono amargo de
quien estuvo llorando
- Nos conocimos el otro día… - explicó él para salir de
dudas de si le había reconocido o no
- Si… en la fiesta ¿Verdad? El que no toma alcohol…
Si bien había recordado a la joven bonita no tenía la menor
idea de que había conversado con ella, tenía la vaga idea que se habían
preguntado algunas trivialidades para romper el hielo y no aburrirse demasiado,
asintió con la cabeza para salir del compromiso y dudó unos segundos que
parecieron eternos antes de decir algo más…
- ¿Te pasa algo? Bueno… es obvio que si… ¿Te puedo ayudar?
- No creo, a menos que puedas llevarme lejos de todo esto – explicó
señalando a su alrededor donde no había nada en especial – lejos de esta ciudad…
lejos de todo…
- ¿Qué tan lejos? – preguntó con un dejo de sonrisa que ella
no notó
- Tan lejos como fuera posible… a otro país… a la luna si
fuera posible… lejos de todo y de todos… de las personas que no me entienden,
de los que hacen daño… donde pueda estar en paz, lejos de los problemas… simplemente
lejos… muy lejos…
- No puedo llevarte tan lejos…
- Si lo sé. Solo decía…
- Pero puedo hacer que un lugar así venga a dónde estás vos…
- ¿Qué…?
- Si… vení… seguime…
La tomó de la mano y comenzó a caminar volviéndose sobre sus
pasos, y ella, completamente desconcertada, lo siguió, después de todo no sabía
dónde ir, que daba un lugar u otro…
Él caminaba con tanta decisión que la jovencita no pudo
evitar sentirse un poco turbada y preocupada, sus pensamientos devanados
trataban de recordar lo poco que sabía de aquel muchacho, y era realmente poco,
le había caído simpático pero eso no era ninguna garantía, las primeras
impresiones engañan muchas veces…
Durante unos minutos lo siguió en silencio, de pronto llegó
a una escalera y comenzó a bajar con ella detrás sin soltarla en ningún
momento, las primeras preocupaciones hicieron temblar ligeramente a la chica,
dudaba que pretendía hacer con ella ¿Dónde la llevaba exactamente? ¿Por qué? Comenzaban
a apartarse de un lugar concurrido y se dirigían a uno donde, a esa hora del
día y en esa época del año, no estaría tan lleno de personas… estaba a punto de
detenerse cuando él lo hizo primero y ella miró a su alrededor…
A pocos metros las olas rompían contra la costa, el viento
soplaba con calma entre las ramas de los arboles y la dorada arena de la playa
se levantaba golpeando con suavidad contra su ropa… todo producía un agradable
arrullo que jamás en su vida se había detenido a escuchar… en el fondo de
aquella armonía mágica trinó un ave… creyó comprender lo que sucedía, la había
llevado a un lugar bonito para que se sintiera mejor, eso era muy amable de su
parte y la reconfortó, pero eso no calmaba el dolor que sentía dentro suyo… aún
así, trató de bromear para agradecerle el gesto…
- Quería ir más lejos, a la luna o a marte… pero este también
es un lugar muy lindo…
- Dijiste un lugar donde puedas estar en paz, lejos de los
problemas…
- Si, yo sé, es un lugar muy lindo y te lo agradezco pero no
es…
- Te dije que yo no podía llevarte a ese lugar…
- Pero gracias por traerme…
- ¿Acá? No, no es acá… Yo dije que puedo traer ese lugar acá…
- ¿Que…?
Pero no pudo terminar de decir lo que pensaba, y tampoco
estaba muy segura de que es lo que iba a decir, de pronto él se había volteado
y la miraba directamente a los ojos, sus labios estaban curvados en una sonrisa
clara y transparente, no recordaba haberlo visto sonreír en la fiesta en ningún
momento, pero ahora estaba allí, frente a ella, con una increíble sonrisa llena
de confianza…
Sintió un segundo que su mano soltaba la propia, pudo verlo acercarse
un paso como si fuese cámara lenta, verlo alzar ligeramente los brazos y
preguntarse una y cien veces si debía gritar y pedir ayuda, pero estaba
paralizada, no sabía cómo reaccionar, ni siquiera sabía que estaba haciendo, no
parecía verdaderamente amenazador, él estaba tan tranquilo, tan confiado…
De pronto sintió sus brazos uno a cada lado de su propio
cuerpo, sus manos apoyarse con suavidad, seguridad y calma en su espalda, se
sintió presionada ligeramente contra él, en silencio, con el rumor de las olas,
el viento y la arena a su alrededor, sintió el tiempo irse desvaneciendo,
hacerse cada vez más lento…
Pensó muchas cosas ¿Qué hacía allí? ¿Porque lo había seguido
sin protestar? ¿Por qué no se apartaba en aquel momento? ¿Por qué no le decía
que la dejara en paz? ¿Quien la había mandado a saludarlo en la fiesta o
ponerse a charlar con él? ¿Qué hacía aquel día en la calle que lo había cruzado?
¿Porque habían tenido que detenerse a hablar? ¿Porque le había contado que
tenía problemas…? y ¿Porqué la estaba abrazando…? ¿Acaso era su manera de
decirle que le gustaba?
Poco a poco el joven oprimió ligeramente con más fuerza,
ella sentía la presión de cada dedo, de cada mano, la tibieza de su fuerza rodeándole
y atravesando la ropa que llevaba, se sintió ligeramente cansada, el dolor que llevaba
dentro comenzó a crecer con fuerza y deseo que no la viera llorar, lentamente
apoyó su cabeza en el pecho masculino, y sin quererlo siquiera, notó como sus
propias manos se levantaban y lo envolvían… y lloró…
Lloró todas las lágrimas que tenía dentro, se olvidó quien
era él, no importaba, solo había alguien que la abrazaba, que le murmuraba en los
sonidos de la naturaleza que todo estaba bien, que la entendía y no necesitaba
explicarle nada, absolutamente nada, sintió la fuerza de su abrazo oprimirla y
la de sus propias manos responder con la misma intensidad, una de sus manos
acaricio su pelo y juraría que le escuchaba hablarle al oído, sin embargo no
había nada más allá del rumor de las olas, del viento y la arena…
Cerró sus ojos, dejando el juego de luces que el sol producía
al pasar entre las ramas la relajara, dejó de llorar poco a poco, olvidó que
estaba allí, en la playa junto al agua, bajo los árboles y sobre la arena…
Imaginó que donde las manos del muchacho se apoyaban crecían
alas blancas como las de un ángel, y comenzaba a despegar sus pies del suelo, y
se alejaba de la tierra y de sus problemas, viajaba hasta el sol, luminoso,
radiante, lleno de energía y calor, con la fuerza natural de la vida… y él iba
con ella, guiándola, mostrándole el camino para que se sintiera segura, para
que tuviera la tranquilidad que podría regresar allí cuando quisiera…
Sintió un ligero vacío y un temblor, un escalofrío la recorrió
desde los pies hasta la cabeza, escuchó de nuevo el romper de olas, el viento
entre las hojas, el sonido de la arena al volar, abrió lentamente los ojos
mientras comprendía que ya no la abrazaban con tanta fuerza, si no que apenas
la sujetaban…
Ella comenzó a separarse, aunque no deseaba hacerlo, por primera
vez en mucho tiempo se había sentido segura, ajena a todos los problemas, se había
sentido… “bien”… y ahora volvía a estar allí, aunque era diferente, dentro de
ella una pesada carga había dejado de existir…
Encontró frente a sus ojos la mirada del muchacho, firme y
cariñosa, la sonrisa de sus labios comenzaba a borrarse, pero había una ternura
infinita en sus ojos marrones que lograron cautivarla, un brillo radiante como
si el sol ardiera dentro de ellos…
La mano de él se alzó y acarició con absoluta calma su mejilla,
recogiendo los restos de una lágrima que comenzaba a secarse, ella no pudo
evitar sentir el calor y la comprensión en la caricia, durante unos segundos,
en aquella posición, estando a tan solo centímetros
de él, pensó que estaba a punto de besarla… y lo hizo… pero no como ella
esperaba…
Los labios del chico se posaron en su frente con calidez
infinita, la mano en su mejilla se fue retirando lentamente hasta apartarse del
todo
- ¿Mejor? – preguntó en un susurro
- Si – suspiró ella
Entonces le entregó su última mirada, dio media vuelta y comenzó
a subir las escaleras, cuando la chica
reaccionó de lo que estaba pasando saltó los escalones de dos en dos, pero
cuando llegó arriba él ya no estaba, había desaparecido…
Lo buscó unos minutos, luego, repentinamente cansada,
decidió volver a su casa… y durante todo el camino se pregunto una sola cosa… ¿Cuál
era el nombre de ese muchacho…? no lograba recordarlo…
Kevin Heves Maranetto
Vranich
10/09/2012
Pensado en ti
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