sábado, 16 de junio de 2012

Una más




Me acosté a dormir con muchas ideas en la cabeza, di vueltas en la cama, me tapé hasta las orejas, luego me destapé, di más vueltas, prendí la luz, leí un rato, apagué la luz, intenté dormir, di más vueltas, saqué la mano de entre las mantas calientes y tomé el control remoto, prendí el televisor, miré media película, lo apagué, volví a tratar de dormir, di más vueltas en la cama… y de principio a fin pensaba…
Pensé en Dios, pensé en ti, pensé en mi, pensé en lo injusta que es la vida, en lo fríos que son los días cuando se está solo, en lo desabrido que avanza el tiempo con su paso mortecino sin llevarnos, al fin de cuentas, a ningún lugar, medité profundamente en lo vacuo que está este cuarto sin sentir en él otra presencia que la mía, y así transitó un día y luego otro, sintiéndome solo, abandonado al continuo avance de las agujas del reloj que descansa contra la pared, y nada parece cambiar este imperturbable sendero único hacia… hacia no se donde… pero que avanza…
No pude evitar maldecir mi suerte, lamentar mi desgracia, intenté con fuerzas llorar algo más, que algunas lágrimas purguen otro poco mi alma y mi corazón herido, pero ya no me quedan lágrimas para llorar mi suerte, o mi desgracia, así que sin más remedio intenté dormir… y no pude…
No recuerdo bien si estaba elevando una plegaría a cualquier entidad superior que me quisiera escuchar o simplemente descargaba mi rabia con una sarta de barbaridades y maldiciones por la vida que me había tocado vivir… lo cierto es que entre una cosa y otra, porque sin duda hubo de ambas, reflexionaba que bien pago sentía yo en mi carne cualquier mal que en mi pasado pude a otros haber causado, me purgué en cuerpo y alma desenlazando incontables disculpas al viento frio de la noche que se colaba por la ventana, y por supuesto, creo que nadie oyó, y si lo hizo, no hubo respuesta alguna…
Pedí perdón una y otra vez ¿Qué más podía hacer? Me arrepentí total y sinceramente, repasé en mi mente como un tormento salido del mismo infierno que imaginamos los mortales, y deslicé capa tras capa de mi subconsciente cada pecado del que me sentía responsable, y enumerados uno tras otros hasta que las cifras dejaron de ser calculables pedí perdón… y cuando sentí que ya no me quedaba nada más por confesar traté de dormir… y no pude…
Pensé en ella, me pregunté si alguna vez habría pedido perdón por haberme lastimado, quizás sus culpas no fueran tan grandes como las mías, las heridas que me causó y que me parecieron en su momento (y aun hoy) vacíos insondables de soledad y llanto, quizás no fueron más que simples rasguños en comparación a las hondas laceraciones que traumatizaron su espíritu por mi culpa, me hizo sentir mal aquellos pensamientos, me sentí nauseabundo, como un miserable que ha cometido el más terrible crimen… y traté de justificarme, traté ante Dios decir que a mí me había dolido tanto aquello, que había actuado con tanta y tan ciega desesperación que eran perdonables mi arrebatos de locura, porque, seamos sincero, había enloquecido de amor, y un loco apasionado como yo puede cometer tal tasa de barbaridades que aun en retrospectiva me parece imposible concebir hasta donde llegué en su momento… y hay días que me arrepiento tanto como los hay aquellos en los que me digo “amé, y si amar es pecado, gustosamente seré el mejor pecador de esta tierra”
Finalmente el debate entre si los daños a mi personas o los míos a los suyos eran más cuantiosos y terribles terminó, y como el sueño se negó a llegar a  mi lecho mis reflexiones continuaron su camino viajando una y otra vez hacia ella, e interminables preguntas me acosaron como un verdadero tormento, creo, que si Dios existe, ha de haberse divertido castigándome de esta manera, pues ni el más intenso flagelo a mi piel podría dejar heridas tan notorias como lo hicieron esas cuestiones a mi corazón…
Así se formaban una a una las preguntas para las que se muy bien jamás en esta vida tendré respuesta… ¿Habrá pensado en mí alguna vez? ¿Habrá deseado retroceder el tiempo en alguna oportunidad? ¿Se habrá arrepentido aunque fuese un minuto de lo sucedido? ¿Habría soñado conmigo alguna noche desde que ya no volvimos a vernos? ¿Habrá sentido mi esencia en su boca al besar otros labios? ¿Su piel habrá recordado mis manos mientras os dedos viriles aprisionaban su cuerpo? ¿Habrá mi nombre velado vigilancia protectora en sus sueños mientras a otro hombre le hacía el amor? ¿Seré para ella algo más que simplemente “uno más”?
Cuando esta incontables interrogantes ocuparon las horas de mi supuesto descanso y ya comenzaban a perpetrar mi recinto los primeros rayos del alba, así dentro de mi corazón comenzó a florecer un descubrimiento, o creo yo pueda ser tal, si no el benigno designio de un Dios omnipresente, al menos un desvarío de un pobre diablo enloquecido de dolor para permitirle una esperanza por la que vivir y luchar
Tras preguntarme porque ella, que tanto amé, que tanto idealicé, que tanto me hizo sufrir era premiada con un desfile constante de hombres en su lecho, para otorgarle compañía y alejarla de esta soledad que tan terribles años me habían golpeado… divisé con claridad que ella, en realidad, estaba mucho más sola y vacía que yo…
Sin importar cuantos cuerpos halla compartido su cama, cuantos labios aprisionaran los suyos y le susurraran palabras del amor al oído, ni una sola de todas ella había dejado a su ser la más mínima sombra de un recuerdo, cada uno de esos hombres, como yo, no eran nada si no “uno más” en una lista cada vez más crecientes de personas que no significaban nada, que no sentían nada por ella, y por los que ella solo había sentido pasajeros caprichos… ellos eran para ella solo “uno más” como ella era para ellos “una más”…
Pero yo… yo no era uno más, ni de ella ni de nadie… porque para ella yo había sido el primero, y no solo eso, si no que el único que la amó con infinita e integra sinceridad… y ella fue para mí la única persona que había amado de esa manera… para mí no existía el “uno más”
Sin embargo descubrí que mi soledad estaba llena, porque cuando el vacío de mi lecho se llenara con una nueva presencia yo no sería uno más, ni ella sería una más. Yo no había perdido nada, si no, como un vino selecto, estaba siendo cuidadosamente conservado hasta estar a punto, hasta el momento correcto que su pureza es la correcta… y así, desvariando, me di cuenta que aún no estaba listo para encontrar una persona perfecta, porque aun quedaba en mi algo por perfeccionar, aceptar que hay cosas que debo dejar ir para seguir adelante…
Y finalmente, con ese pensamiento concilié el sueño, sabiendo que su vida estaba llena de “uno más” que es lo mismo que estar tan vacía como un vaso de agua que no se puede beber, mientras la mía, estaba ausente de personas que no significarían nada el día de mañana, pero tan llena como un jardín que acaba de ser sembrado…
Cuando esta espera rinda su frutos, pensé, mientras Morfeo me tomaba en sus brazos, tendré a mi lado alguien para quien no seré uno más… y ella… ya no me importará ella… será solo… una más…

Kevin Heves Maranetto Vranich

16/06/2012


jueves, 14 de junio de 2012

Reflexiones




A veces, a veces a mí también me gustaría verme feliz, con una bonita mujer a mi lado, junto a dos niñas, viviendo bajo mi techo para darle a esas tres mujeres todo mi inmenso amor y colmarlas de cuidados y atenciones, pero quizás nunca pase, los años se suceden unos a otros, el tiempo va pasando, me deja marcas, heridas, yo tengo cada vez menos fuerza parta luchar, para mirar el cielo sobre mi cabeza de nuevo, mis pasos son más lentos y voy decayendo, envejeciendo, mis esperanzas se marchitan como una flor cuando la abandona la primavera

Pero suspiro, ya me preocupo poco por ello, dicen que la vida es simplemente el camino entre el nacimiento y la muerte; pues si ese es el destino irremediable me afianzo a él ¿Qué más da ponerle más o menos color a este interludio? Da igual que vista de tonos alegres y vivaces o matices grises y mortecinos ¿Que bien o mal producirá a esta humanidad corrupta la felicidad individual o la lenta agonía de uno de sus congéneres?

Avanzo solo porque el tiempo no se detiene, no retrocede, y me pregunto, en hondas reflexiones ¿Vale la pena esforzarse por alguien que te guste? Y ahí conllevo a una triste y abrumadora conclusión: “NO, no lo vale”

Gustar es un término que viene a través de los sentidos, puede gustarte algo que ves, algo que oyes, que tocas, que saboreas o respiras, el gusto proviene propiamente del placer de los sentidos ante algo grato para ellos ¿Es eso lo que yo quiero? NO

En esta vida alguna que otra mujer a pasado y con el encanto de su belleza me ha obligado a detenerme y cuestionarme sobre gustos, me han gustado cosas que he visto en unas, cosas que he oído en otras, como puede gustarme el sabor de ciertos besos recibidos, la caricia de ciertas manos que me han rozado o el aroma del pelo en el que e enterrado mi rostro, aun todo en su conjunto no trasciende a un simple gusto y placer de los sentidos por sobre los sentimientos…

Cuantas veces mis sentidos se han embotado ante estas exuberancias de bellezas cumpliendo el adecuado propósito de volver  a una joven atractiva para mis “sentidos”, pero eso no basta, no basta que alguien me guste para satisfacer la sed intima de mis anhelos más profundos, no me conforma una mujer que se arregla para verse bien, que se perfuma y se maquilla y se llena de adornos, yo no quiero una mujer para guardarla cual decoración sobre la mesa de luz…

Soy capaz de renunciar a todos esos encantos si fuera necesario para lograr amar, porque el amor no está compuesto de las sensaciones de ninguno de los sentidos que puedan imaginar, amar esta más allá, si quieren definirlo, como un sexto sentido, o séptimo u octavo, es indiferente… es ese algo que hace que una persona lo signifique todo para ti, así no signifique absolutamente nada para todos los demás…

¿Cuántas personas me han gustado en este año que ha pasado dejando huellas en mi corazón lastimado? ¿De qué han servido? DE NADA!!! Porque ni una sola de las personas que deleitaron con sus atractivos mis sentidos se acercaron a mí y acariciaron con la esencia de sus corazones el mío para permitirme abrir las puertas del amor…

Maldigo que eso no haya sucedido, humanidad corrupta y juventud pervertida ¿Me discriminas por ser diferente?  Por no seguir tus esquemas, pero es lo que soy, un individuo y busco algo intimo, perfecto y puro, algo que brille como la luz de un faro en medio de una tormenta para guiarme a la seguridad, el reflejo de un astro en una noche brumosa que sepa permitirme continuar mi curso con serenidad…

Si, busco el amor a través de los ojos del alma, alcanzarlo con las manos de la ilusión, saborearlo con los labios del deseo, respirar la fragancia de la necesidad y oírlo, sin duda, acompañando los latidos de mi corazón…

Quizás ahora mismo alguien me gusta ¿Qué caso tiene perder mis noches pensando en “ella”? Una muchacha como cualquiera a quien me gustaría estrechar entre mis brazos, acariciar su piel o beber el elixir de sus labios, de que me sirve llevarla en mis deseos noche tras noche, mañana tras mañana y atardecer tras atardecer si es solo un fantasma, una ilusión, un simple conjunto de cosas que ordenadas tal y como están a mis sentidos se le parecen perfectas… pero mi corazón… mi corazón aun no ha oído sus labios decir “¿Te quiero, me quieres tú?”

Y simplemente aguardo, un día llegará otra joven que me guste como me gusto alguien diferente el día de ayer, y quizás, un día, alguien me haga saber que me quiere, que quiere comprar con sus besos el amor que atesoro en mi pecho, y yo… lo entregaré con todo gusto…

Kevin Heves Maranetto Vranich

14/06/2012


Descanso en el camino


Vuelvo la cabeza hacia mi pasado y miro con apremio el tiempo que ha transcurrido. Me asombro, parecieron años y fueron solo meses…
Que lento ha avanzado el tiempo intentando olvidarte, y admito que es un callejón sin salida, lo supe desde el principio, como olvidar aquello de lo que el corazón se aferra con cada latido, con cada soplo…
Sin embargo, miro atrás y el camino a sido tan largo, tan extenso, he dejado en mi andar pasar tantas maravillosas oportunidades atado con una cadena que ya no sujeta nada al otro extremo… prisionero de una sombra de un “lo que fue” y de un “lo que ya no es”…
¿Escuchas ese suspiro que sale tan profundo de mi pecho al recordarte en mis mejores y peores momentos? Suele venir acompañado de esa húmeda y tibia lagrima que derramo con nostalgia pensando en lo que “podría haber sido” para ti y para mí…un futuro donde el “nosotros” nunca hubiera dejado de existir, donde el mañana aún mantuviera nuestros caminos ciegamente entrelazados…
Cuantos sueños tirados a la basura, en la sombra de un ocaso que ha perdurado demasiado tiempo… y que veo poco a poco quedar atrás… aún te rememoro, en momentos como estos, cuando algún recuerdo fugaz rompe la barrera del olvido, cuando alguna imagen, alguna foto, algún viejo poema atraviesa con su filo los blindajes con los que encerré las entrañas de mi corazón, y la punzada que sangra penas y tinta en versos brota como un manantial difícil de contener…
Y surgen estas líneas, un recuerdo oscuro y triste de lo que fue alguna vez, y me doy cuenta cuanto debo esforzarme, mantener mis ojos cerrados para tratar de centrar tu rostro, para armonizar en el silencio el eco de tus sonrisas otrora tan frecuentes, tu voz casi se ha perdido en los confines de mi mente, y tu mirada se ha ido borrando como lo haría un cuadro expuesto a la inclemencia de los tiempos…
Y ahora, en este punto del camino donde me encuentro, miro atrás y apenas te vislumbro en sus inicios, donde el sendero del amor recién comenzaba para mi, allí están todos los recuerdos que tengo de ti, tan lejos, tan distantes que apenas logro percibirlos en un horizonte opaco, y sé que mañana habré avanzado otro paso en la dirección opuesta, y la próxima semana será aun mayor la distancia y en un mes quizás ya no quede de ti ni un suspiro para recordarte… y por eso me detengo ahora mismo y me siento a un lado sobre la grama verde a mirar el cielo, el pasar de las nubes y pienso…
¿Quiero realmente dejarte tan atrás donde no lleguen a ti ni los más fornidos recuerdos? ¿Realmente quiero abandonarte como me abandonaste alguna vez? Temo ser culpable de dejarte morir en ese pasado recóndito al que no deseo volver, pero el cual temo perder…
Y una vez más llegan a mi esas bifurcaciones que este andar me ha ofrecido, caminos fáciles, algunos angostos otros más anchos, algunos con espinas y otros despejados, cuantas veces pude haberme desviado, solo lo suficiente para que mis labios robaran la caricia de otros labios y mis manos envolvieran el talle de otras cinturas, calentando mi cama otros cuerpos que enredados al mío me recordaran placeres ahora sumergidos en el mar del olvido…
No me confundas, no niego que estos labios probaran otros labios, ni que otros cuerpos se apretaran contra el mío ni que en medio de la desnudez los placeres carnales nos llevaran al éxtasis frenético del sexo desenfrenado, pero en ninguna de aquellas situaciones me permití a mi mismo el más leve atisbo de amar…
Ahora miro frente a mí, allí donde mi andar se pierde contra el cielo en un jolgorio de amaneceres, aun veo solo un camino, ni una bifurcación, ni un solo desvío… ¿Es acaso que los hay y aun me niego a someterme a la tentación de permitirme aquellos atajos hacia la felicidad o realmente solo hay un andar lento frente a mí, un largo camino a ser recorrido con un objetivo, la felicidad, quizás jamás alcanzado…?
No estoy seguro de querer perder mí tiempo en tales cavilaciones, no creo que merezca la pena, me pongo de pie y tras ojear mí pasado avanzo hacia mi futuro con paso decidido… soñando…
Sueño que hallare en mi camino otro camino que lo cruza, que lo enreda hasta donde la vista se pierde, y que ya no me deja mirar atrás, que me obliga a tener la vista fija en el frente, que me encamina hasta la cima de una montaña demasiado alta donde su cumbre se pierde entre las nubes y toca el cielo…
Sueño que llega alguien y cambia mi vida con la caricia de una mano en mi mejilla, una sonrisa que se refleja con calidez en mis ojos amargados y llenos de llanto contenido, un suspiro que entibia con precisión el punto exacto de mi cuello, permitiendo el sutil rose de esos labios en la comisura de los míos, mientras unas palabras que saben ser las adecuadas entonan su canto de arrullo junto a mi oído…
Es tan fácil pensar que “ella” llega a mi vida y ya no tiene caso pensar en “aquella”que se ha quedado atrás, y algún día comprenderá, quizás, el precio de sus errores, mientras otra ocupa su lugar y es feliz con lo que otra a dejado partir…
Y de pronto, entre sueños, veo bajo mis pies que llega una nueva huella a mi camino, y sonrío, por primera vez en tantos años…

Kevin Heves Maranetto Vranich
14/06/2012