viernes, 10 de febrero de 2012

A veces no se necesita un porqué…


Ella estaba llorando tristemente en una esquina oscura de la plazoleta, sus amigas acababan de retirarse de nuevo hacia el baile, necesitaba estar sola y ellas lo comprendieron así…  hacía casi una hora que estaba allí escuchando solo los grillos a su alrededor, medio entumecida por el frío, la desabrigada ropa que hubiera sido tan adecuada en la pista de baile allí fuera resultaba escasa e insuficiente… pero no lograba contener las lágrimas…
Llevaba así abrazando sus piernas, con la cabeza entre las rodillas y el maquillaje corrido por las lágrimas tanto tiempo que había perdido la clara noción de cuanto, en lo distante el alba comenzaba a despuntar y seguía repitiendo su nombre y las maldiciones que mejor se sabía sobre él
Como había sido capaz de engañarla, no podría olvidarse nunca del momento en que lo vio en los brazos de otra mujer, él entregado a ella, besando sus labios y rodeando su cuerpo… él que se había escusado indispuesto para salir aquella noche con ella, y por si todo ello no hubiera sido suficiente para romperle el corazón en mil pedazos, la fría indiferencia que mostró cuando se acercó, esperaba al menos disculpas, al menos lamentos, pero actuó tan natural como si hubiera estado esperando aquello tarde o temprano, estaba preparado para ello, quien sabe cuántas veces antes se habría encontrado con esa chica o con cualquier otra, ni siquiera intentó detenerla cuando se alejo… simplemente él no la amaba, era tan simple como eso…
Murmurando estas maldiciones fue que sintió alguien sentándose tras ella pero no tenía ganas de levantar la cabeza, ni siquiera cuando los brazos rodearon su cuerpo abrazándola, sabía que eran brazos varoniles, sabía que eran los brazos de él pero era muy tarde para pedir disculpas ella no lo iba a perdonar… era tarde…
Sin embargo la calidez de su contacto quitó el frío de su cuerpo entumecido, la calidez de su piel le hizo una intima compañía y se dejó abrazar, se entregó lentamente a su abrazo sin quererlo, sin siquiera abrir los ojos alzó la cabeza apoyándola parte sobre su pecho parte sobre su hombro y su cabeza, el apoyó la suya a su vez contra la de ella y se quedaron así en silencio…
Sabía que le pedía perdón, pero no la besaba, esperaba sus caricias, sus besos entusiasmados, y ella tenía sed de esos besos, pese al dolor causado tan recientemente, pero lo sentía tan cambiado, lo sentía otro, era como si su corazón estuviera lleno de compasión, de tristeza y su propia alma sentía aquel arrullo contenedor, y se dejaba abrazar porque no hubiera podido evitarlo… las lagrimas se secaron y los dedos varoniles limpiaron los restos de pinturas corridas, la acomodó otro poco sobre si y la dejó descansar tranquilamente allí, la dejo adormecerse…
Ella pensaba  mientras tanto que no recordaba sus manos tan suaves y cálidas, no recordaba sus caricias tan dulces ni tan tiernas, incluso su rostro parecía más sólido y con dejos de una barba nueva que le había raspado ligeramente, hasta el cabello que sentía contra su cabeza parecía diferente, más corto de lo usual.. Pero se sentía tan a gusto, tan plácidamente querida… fue cuando entre las penumbras de su sueño un escalofrío la recorrió de una punta a la otra, él no era así, ni sus manos suaves, ni su barba raspaba, ni su pelo corto, y sobre todo, nunca le había transmitido aquella sensación de comprensión y tibieza, ni siquiera al hacer el amor…
Abrió los ojos pero desde la posición que se encontraba no podía verle más que las manos que la abrazaban, él no iba vestido de aquella manera y esas no eran sus manos, cuando trató de voltearse halló una pequeña resistencia, una voz desconocida le indicó que no volteara y se estremeció asustada, lo sintió sonreír a su lado y el miedo pareció escaparse, aun así el insistió que no se asustara y preguntó si se sentía mejor…
Asintió con la cabeza, no se atrevía a hablar, no sabía quien estaba atrás de ella, no sabía que buscaba, que quería, la había abrazado en medio de la noche, el amanecer aun no había terminado de llegar, que clase de extraño hacia aquellas cosas y que buscaba…
Él volvió a interrogar si se encontraba mejor y ella volvió a asentir, respondió con otra sonrisa y le expresó cuanto se alegraba por ello, lo sintió moverse, recogiendo sus piernas que estaban a ambos lados suyos, y sin dejar que volteara la ayudó a ponerse de pie, luego le susurró que cerrara los ojos, y ella, algo asustada… los cerró…
Sintió que la giraban con cuidado y se aterrorizó, pero pronto sintió su mejilla áspera rozando la suya, y sus brazos volvían a rodearla con infinita suavidad, sus brazos respondieron casi en acto reflejo enlazándose tras su espalda, él aumento la presión del abrazo y ella hizo lo mismo hasta estar firmemente abrazados uno con el otro y ella largó a llorar…
Fue una explosión corta donde descargó toda su rabia, yacía abrazada a un extraño que parecía hacerla sentir mejor de lo que aquel que fuera su novio tres años hubiera podido hacer nunca, se sintió ofendida, dolida, molesta, sitio rabia y rencor y él solo murmuraba que lo dejara salir… finalmente tras unos minutos quedó exhausta colgada de sus brazos, apoyada sobre sus hombros, rendida, entregada a un desconocido que volvía a preguntarle si se encontraba bien…
Tras asentir  le preguntó si seguía con sus ojos cerrados y asintió nuevamente, él pidió que no los abriera y ella negó, no quería despertar de ese sueño, realmente quería seguir así por siempre… lo sintió apartarla sutilmente, sintió su respiración lenta sobre su rostro y se contrajo suavemente, esperaba que la besara, sabía que la besaría, pero nunca en su vida lo hubiera imaginado… no de aquel modo…
Cuando las manos de él sujetando su rostro la acercaron no pudieron sus labios menos que propiciar una respuesta, pero nunca fueron tocados, los labios masculinos se habían depositado con una infinidad de ternura sobre su frente, y el calor de aquellos labios recorrió cada centímetro de su piel, jamás nunca un beso la habría podido estremecer antes de aquella manera… ella al separarse lo sintió sonreír y volvió a abrazarlo con fuerza… esta vez sintió un cambio, un cambio en su calidez, algo parecido a la tristeza y deseó levantar el rostro del pecho sobre el que se recostaba para verlo, pero la posición no se lo permitía, el apoyaba levemente su cabeza sobre la suya…
Casi en un susurro volvió a decirle que mantuviera los ojos cerrados, y deslizó sus manos por las manos de ellas aflojando levemente aquel abrazo hasta que colgaron junto a la chica, las manos de él volvieron a subir por ellos hasta los hombros, acomodó el cabello de la chica que mantenía los ojos cerrados y acarició su mejilla…
Una vez más su corazón empezó a latir con fuerza y sus labios volvieron a tensarse esperando la caricia de otros labios sin embargo la mano de él se separó lentamente de su rostro y ella quedo inmóvil, esperando recuperarla, pero la mano no regresó a su mejilla, ni encontró su mano cuando alzó la propia hasta su cara, ni encontró su pecho cuando intento volver a apoyarse en él, ni encontró nada de que abrasarse cuando sus brazos se batieron suavemente en el aire…
Abrió los ojos y frente a ella, apenas mas lejos del alcance de sus manos solo se hallaba el árbol sobre el que se había recostado a llorar, a su alrededor varias personas, que salían del baile al que ella había asistido regresaban a sus casas con el amanecer, caminaban en todas direcciones…
Pensó en llamarlo pero ¿A quién llamar? Había personas yendo y viniendo en casi todas direcciones, apenas le pareció distinguir un muchacho alto alejarse en una dirección como cualquiera, las mangas del pantalón y la remera coincidían con lo que había visto de él, algo temerosa de estarse engañando corrió más que caminó hacia él pero antes de alcanzarlo se perdió en la marea de personas y ya no supo a quien buscar…
Algo más lejos pasó la chica con el que era su novio, algo le oprimió el pecho pero ya no dolía, ya no lo sentía igual, el acababa de marcharse de su vida, alguien mas había llegado a ella aunque no lo conociera, eso no importaba, lo buscaría, lo hallaría…
Dio unas vueltas pensando que quizás lo encontrara, así fuera por accidente pero no tuvo suerte, estaba cansada y sus amigas se habían ido, caminar hasta su casa no le apetecía ni le quedaba dinero para tomar el autobús, así que se sentó en la plaza un rato mirando las personas pasar, los trasnochadores que se iban a  dormir, y los madrugadores que emprendían el nuevo día.
Estaba a punto de decidirse marchar cuando se sentaron junto a ella, él ni la había mirado siquiera, parecía dubitativo y llevaba las manos entrelazadas, trato de imaginar que pensaría, durante un segundo pensó que hubiera sido el desconocido pero la ropa era diferente, y aunque lo descartó no dejó de observarlo con disimulo.
Sucedieron dos cosas casi a un mismo tiempo, la primera de ellas fue ver esa lagrima abriéndose paso a través de sus parpados cerrados, rodando lento por su mejilla y muriendo en sus labios, pero cuando iba a iniciar una charla una mano calló sobre su hombro sorprendiéndola, una de sus amigas la había descubierto en la plaza y adivinándolo sola se ofreció a llevarla a su casa…
El en aquel instante él se dio cuenta que la banca no estaba vacía y alcanzó a verla con el rabillo del ojo, ni bien lo hizo se levantó y se alejó aprisa, ella al notarlo miró extrañada la nuca del muchacho, era idéntica al que había visto alejarse más temprano, aunque la ropa fuera distinta…
No pudo contenerse, dejó a su amiga hablando sola y corrió hasta atravesarse en su camino, el estaba completamente sorprendido y apresuró a disimular sus lágrimas con una sonrisa, ella sonrió a su vez pero no supo que mas hacer, era una boba, como había pensado que pudiera ser él… y no sabía cómo disimularlo… él casi como si hubiera comprendido su inquietud negó con la cabeza y se dispuso a continuar, fue cuando ella se atrevió, casi sin quererlo a decir “gracias” y se marchó…
El quedó helado un instante y ya cuando había dado ella varios pasos, casi los suficientes para escucharlo susurrar “de nada”… Pero lo escuchó… lo escuchó y cerrando los ojos fuertemente recordó esa voz, esa misma vos preguntándole si se sentía bien…
Volvió sobre sus pasos, interponiéndose una vez más en su camino acabando de sorprenderlo nuevamente, haciéndolo trastabillar hasta casi caer… solo pudo preguntar “¿por qué?”
-¿Tiene que haber un porqué? (preguntó él) ¿Nunca sentiste la necesidad de hacer algo por alguien solo porque sabias que esa persona lo necesitaba? ¿Solo por sacarle esa sonrisa que nadie más podría?
Ella negó con la cabeza, el sonrió, la rodeó por uno de los lados, la muchacha quedó mirando el piso desconcertada, alzó la mirada a su amiga junto a la banca que estaba totalmente confundida y entonces se dio cuenta.
Volvió a correr interponiéndose de nuevo en el camino del chico, este estaba algo confundido sin duda, pero no tanto como cuando las manos de la chica se colocaron a ambos lados de su rostro, sintiendo la leve aspereza de su barba, se acercó a él y antes de permitirle reaccionar se estiró colocándose de puntas de pie y apoyó sus labios contra los del chico unos instantes, apenas los suficientes para sentir el leve movimiento respondiendo aquel beso antes de apartarse, sonrió cálidamente con ojos brillantes recibiendo a cambio una mirada de infinita ternura…
Luego corrió hasta la banca donde su amiga la aguardaba, ambas voltearon para ver que el chico se marchaba, como si nada hubiera pasado, aunque quizás hubieran sucedido demasiadas cosas… la amiga no pudo evitar preguntar porque había hecho eso, recordando la desagradable escena con el novio de la noche anterior… la respuesta de ella solo pudo confundirla más…
-¿Tiene que haber un porqué? (preguntó él) ¿Nunca sentiste la necesidad de hacer algo por alguien solo porque sabias que esa persona lo necesitaba? ¿Solo por sacarle esa sonrisa que nadie más podría?

Kevin Heves Maranetto Vranich

09/02/2012

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