martes, 13 de septiembre de 2011

Miradas

El y ella se habían querido como pocas personas llegan a quererse, se habían entregado y se habían compartido, terminando por fusionarse como dos que son uno y habían sentido el fuego del amor quemándolos por dentro y buscaban alcanzar ese estado permanente con todo su corazón...

Pero el destino que le gusta jugar con las personas atravesó muchas diferencias entre ellos, los padres de ella no lo querían a él y los de él tenían problemas con ella, los amigos de ella hablaban mal de él y los de él de ella. Con el tiempo la búsqueda de ese amor comenzó a resultar un simple esfuerzo por mantener lo que habían conseguido, hasta que de pronto, uno de ellos no pudo soportarlo y todo terminó.

Ella lo había dejado, si sufrió, si fue feliz, si se lamentó, o si lo superó… solo ella lo supo…

Él vagó con tristeza por estos senderos de Dios, lamentando que había perdido a la luz de sus sueños, pero siguió adelante, se enfocó en su vida, comenzó a conseguir logros, a triunfar como persona. Sabía de ella de vez en cuando, las veces que un amigo se alegraba de que no estuviera juntos por lo que había escuchado de o lo que habían visto…

Y ella sabía de él porque él nunca había ocultado, que en el fondo, nunca la olvidó…

Pasó el tiempo, porque el tiempo siempre pasa, los días se sucedieron en semanas, las semanas en meses y los meses en años… para que una noche, ambos, por el arte de la casualidad, se reconocieran en la distancia en medio de una fiesta…

Él estaba allí, vaso en mano contra una pared, mirándola con leve disimulo, recordando con su pesar que ella le había pertenecido, las noches en que acurrucados calientes en una misma cama se habían jurado el amor eterno…

Ella también lo había visto, no tardó en reconocerlo, en verle solo y sintió dentro de si aquello que le satisfacía, al saberse inolvidable para un hombre, al saber que le había marcado como un hierro al rojo vivo.  Sabiendo, para sí, que él nunca la olvidaría…

Dejo su saco y el pañuelo sobre una silla para exhibir la delicada y suave piel de su cuello y sus hombros, se soltó el cabello y se aproximó a la pista de baile con cierto disimulo, no tardaron ni dos segundos en invitarla a bailar… y bailó…

Bailó toda la noche, con el hombre de negro, con el galán de blanco, con el joven de azul y hasta con el moreno de ojos oscuros como la noche. Bailó ritmos rápidos y ritmos lentos, bailó separada y muy pegada a ellos, sonrío, habló y se enredó en sus cuerpos tibios con una sonrisa que nunca desaparecía de sus labios rojos

Y de giro en giro, de cambio en cambio no le perdía de vista a él, que seguía inmóvil vaso en mano contra la pared, evitando las conversaciones, sin interés en otra mujer que no fuera ella, y ella sonreía pensando, satisfactoriamente “aun está loco por mí”

Y él la miraba distraídamente, pensando que haría ella bailando con él en esa oportunidad, si se movería con esas sutilezas felinas y si tendría con el esos ademanes impetuosos que no dejaban de ocupar sus recuerdos

Finalmente pensó en todo el tiempo que había pasado esperando que ella regresara con él, todas las oportunidades que se habían presentado en su vida y que aquel viejo recuerdo de amor le había impedido aceptar.

Levanto su bebida brindando consigo mismo ante ese pensamiento y murmuró para sí mismo “te deseo lo mejor amor, aunque no sea junto a mí”, termino su licor y fue a retirar sus cosas del guardarropa

– o – o – o – o – o – o – o – o – o – o – o –

Pasillo abajo, ya junto a la puerta de salida, el destino, traicionero, la hizo tropezar con él, se quedaron unos segundos mirándose profundamente, ella lo notó distinto, parecía no ser el mismo que la había observado toda la noche, en sus ojos azules había un brillo diferente… o faltaba un brillo…

Él saludo primero con cortesía, ella respondió el saludo, él sin nada más que decir continuó su camino cuando ella, por primera ves en todos esos años sintió la necesidad de hacer una pregunta…

-¿Por qué me mirabas? ¿Por qué no dejaste de mirarme en toda la noche?

Él se detuvo reflexionando como responder a eso, ni siquiera se giró por completo al hablarr, solo volteó, mirándola de perfil, en su rostro se reflejaba un dejo de tristeza… su vos sonó increíblemente sombría al responder

-Porque no podía olvidarte, ni dejar de pensar en lo mucho que te había amado

Ella sonrío con un gesto suspicaz como si conociera muy bien que esa era la respuesta, aunque hubiera preferido un “aun te amo” era igual. Él aun no la olvidaba, nunca lo haría, ella lo sabía… Estaba a punto de seguir su camino sin despedirse cuando él habló de nuevo…

-¿Y tu sabes porque me miraste toda la noche?

Ella quedo inmóvil, si él se dio cuenta lo disimuló completamente, por la mente de la joven de inmediato cruzo el pensamiento que estaba disfrutando verle sufrir a él por ella, verle tener celos de estar bailando con otros hombres, verle con compasión de que ella había seguido su vida cuando la de él sin ella ya no tenía ningún sentido, pero esos pensamientos los guardó para si, era incorrecto para una dama de su nivel dar semejante respuesta

-En realidad miraba al apuesto caballero que estaba a tu lado, charlé con él cuando te retiraste ¿No habrás pensado que te miraba a ti?

El reconoció la burla en aquella pregunta y evaluó correctamente su respuesta

-Yo no pensé nada, tú sabes a quien mirabas y sabes que no puedes engañarme, la razón que me das para hacerlo es falsa y lo sabes, tan falsa como la razón por la que crees hacerlo y no te animaste a pronunciar en voz alta. Pero la verdad es que tu y yo nos miramos por una misma razón, yo lo he reconocido… y tu no. Porque tu orgullo no te lo permite. Pero descuida de ahora en más solo uno de nosotros continuará con ese juego…

Ella estaba roja de rabia por aquel insulto a su persona, y estaba formulando la mejor forma y la manera más humillante para él de responderle cuando una elegante dama apareció, lo tomó por el brazo y le dedicó un cálido beso en la mejilla dejándole cubierto de carmín, murmurando que ya tenía todo lo que en la ropería había dejado y podían retirarse en ese mismo momento, que le disculpase la demora.

Él sonrío sutilmente, era la primer sonrisa en toda la noche, una sonrisa suave, fina, delicada y elegante, por sobre todas las cosas, franca. Caminó hacia la puerta saludando al recepcionista que le dirigió un alago a la pareja que se perdió escaleras abajo hasta el coche, él le abrió la puerta, la joven subió de acompañante, momentos después el auto se perdía calle abajo bajo la luz de la luna

Y ella se dio cuenta de dos cosas que le hicieron temblar de pies a cabeza

Ella se había quedado mirándole todo el tiempo hasta perderse de vista… pero él, nunca miró atrás…

Kevin Heves Maranetto Vranich

13/09/2011

1 comentario:

  1. Le dedico con infinito amor este cuento a todas esas mujeres que sabiendose dueñas del corazon de un hombre usaron ese poder "divino" para lastimarlos.

    Tambien a aquellos hombres que hicieron lo mismo abusando del el puro amor de una mujer.

    Es algo con lo que nadie deberia jugar

    Y a todas las personas con quienes jugaron, pronto serán ustedes quienes estaran bajando por las escaleras rumbo al coche, no se preocupen, que como dice la cansion" El mundo gira y la vuelta viene"

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