Aquel abrazo parecía acallar todas
sus dudas, consolaba todas sus penas, le hacía sentir la seguridad que nunca
ningún hombre en su vida había podido otorgarle, aquel, el abrazo de su más íntimo
confidente, de su ilusión más profunda, de un perfecto desconocido…
Diez años habían pasado desde el
primer hola en un chat, meses incontables donde se conocieron poco a poco,
donde lamentaron que la distancia que los separaba no les permitiera aquel
mágico momento que ahora era suyo… un sueño que nunca había desaparecido del
todo, excepto quizás cunado él había encontrado una pareja en su vida… sin embargo,
pese a ello, allí estaban, en aquel aeropuerto, ella después de un viaje de
tantas horas aferrada a él como si temiera que de soltarlo desparecería…
Con cuanto temor abordó aquel vuelo,
con cuánta incertidumbre, sin saber que estaba haciendo, si quería tener en sus
brazos un amigo o el amor de su vida, pero aquello estaba prohibido, el
pertenecía a alguien más, sin embargo, en aquella mirada parecía pertenecerle
solo a ella, estaba tan confundida, por eso no quería soltarle, temía fuera
solo un sueño
-
Ven,
vamos
La
tomó de la mano y la guio para recoger sus maletas, ella se dejó llevar sumida
en el placer de que todo estuviera sucediendo finalmente, subieron a su coche y
recorrieron la capital de aquel país, él se movía con soltura, como si guiara a
un turista por aquellas calles, excepto cuando le miraba y sonreía, aquello era
destinado solo para ella.
Cada
segundo que pasaba su confusión crecía, parecía tan cercano, tan afectuoso, a
la vez tan distante, tan apartado, un equilibrio místico, parecía que en la
siguiente palabra, en la próxima vuelta de esquina, en frente de la contigua
vidriera se voltearía para abrasarla y besarla… pero no sucedía…
Se
preguntó si no estaría imaginando todo aquello, si su deseo, si sus fantasías
no habrían nublado su juicio y él no era más que un amigo alegre de su compañía,
disfrutando el simple y sano placer de mostrarle su ciudad… trato de calmarse,
pensar que aquello era todo, sin embargo, no dejaba de pensar que había más, muchísimo
más…
Cuando
el día fue llegando a su fin tomaron el coche de nuevo, quedaban varias horas
hasta la ciudad donde él vivía, trato de dejar de lado aquellas dudas
existenciales de su alma y platicaron fluidamente, aunque cada palabra parecía cargada
de doble sentido, cada gesto de una insinuación, cada sonrisa de una invitación,
no puedo evitar apartar aquello de su mente, el tenía alguien más, como podía permitirse
ella pensar aquellas cosas… así descubrió que lo amaba…
¿Qué
otra explicación podía existir? No había otro motivo por el que se gastara todo
su dinero en aquellos pasajes volando al fin del mundo, que tantas horas que debió
dedicar al estudio las paso charlando con el hasta la madrugada, cuántas veces
se escapó solo para ver si obtenía un simple hola de su parte, solo esto podía explicarlo
todo, y necesitó hallarse junto a él en un viaje de tres horas en coche para
comprenderlo de manera clara e indudable… Lo amaba, y él estaba con alguien más…
-
¿Te
sucede algo?
Negó,
como podría admitir aquello, murmuró por lo bajo ¿Cómo se había dado cuneta si
estaba prestando atención a la calle? Pregunta tonta, el parecía saber que
pensaba, sabría también lo que acababa de descubrir, no supo responderse eso,
le miró a escondidas, podría jurar que si…
Finalmente
llegó a su casa, conocido a la joven simpática que vivía con él, aunque la invadieron
los celos al cabo de unos días le callo simpática, degustó su comida, recorrió
su ciudad, vivió su mundo durante diez hermosos días, y cada noche al irse a
dormir pensaba en escuchar su respiración, al despertarse deseaba que su voz
fuera la primera en desearle los buenos días…
Pero
aquella mágica situación no duraría para siempre, llegó el día en que ella se
iría, él la llevo hasta el aeropuerto, tres horas que se hicieron mil,
silenciosas, había un dejo profundo de tristeza, así como si fuese un sueño y
era hora de despertar…
Antes
de subir al avión lo tuvo de nuevo frente a si, había viajado hasta allí para
descubrir que le amaba, y ahora se iría con ese secreto de nuevo a casa, con la
duda de si él lo había descubierto o no, de si el sentía aquello o no… pensó en
el valor que había necesitado para abordar el primer avión, decidió ser
valiente de nuevo… le abrazo con todas sus fuerzas y el regreso su abrazo, le
miró a los ojos y el regresó su mirada, entonces le tomó de las mejillas y
deposito en sus labios el beso que ansiaba desde hacía tanto tiempo, y juraría
que el respondió aquel beso como nunca nadie lo había hecho … como un susurro y
un temblor en la vos se atrevió a preguntarle
-
¿Qué
hubieras hecho si este beso te lo hubiera dado cuando llegué? ¿Qué hubiera sido
diferente?
-
Si
lo hubieras hecho lo habrías descubierto…
Cuando él le dijo adiós,
le dio un último beso… con sabor de “hasta luego…”
Kevin
Heves Maranetto Vranich
09/05/2016
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