domingo, 23 de diciembre de 2012

Error




Ella se fue a dormir, se quitó la ropa y dudó si ponerse o no el camisón como era su costumbre, hacia demasiada calor ese verano y prefería el menor de los abrigos para tener un sueño más calmado… como si dormir fuera una opción aquella noche… aquella entre tantas otras completamente iguales…
Era la una al acostarse, a las tres aún miraba avanzar los  minutos con eterna parsimonia, había perdió la cuneta de los giros dados en su cama, sus mantas hallábase hacia ya mucho sobre el suelo  apenas quedaba sobre ella un cobertor fino al que sus manos sujetaban con fuerza, de sus bellos ojos se derramaban tibiamente unas lágrimas tibias llenas de significado, una vez más pensaba en él…
Si, esa persona que nunca había sido nadie y en un momento pasó a ser un todo… ¿Cuando? Después de aquel simple abrazo, luego de aquel beso en la mejilla y las tres palabras que se intercambiaron, dejo de ser una sombra, la silueta que decoraba una frivolidad más en su vida a ser el sol que la iluminaba cada día… un sol que quemaba de manera inalcanzable…
Desde entonces cada noche era igual a las anteriores, llena de desvelos, de sueños cruzados, de ilusiones encontradas, de deseos, anhelos, esperanzas… pero todo ello no lograba más que provocar un nudo apremiante en su pecho… ¿Acaso esto que sentía era solo suyo?
A veces hubiera jurado que le dedicaba sus más tiernas miradas, o que sus ojos solo brillaban si ella estaba en frente, que se tardaba un segundo más de lo necesario al saludarla, que el rose de sus manos era más que accidental cuando ocurría… ¿Pero y si no era así?
Imaginó con dulzura un día en que su corazón venciera con determinación a su razón, llegando hasta él como lo hacía casi todos los días, dejando que cada momento fuera único, y de pronto, con una fuerza de voluntad y un arrojo que ella misma se desconocía se atrevía a decirle lo que sentía, él, en su ilusión, la miraba seriamente, imaginaba sus propias expresiones pensando que se había equivocado al interpretarle cuando su sonrisa se ensanchaba hasta límites inimaginables y respondía
-“¿También sientes lo mismo?”
Luego… el beso, como en las películas, largo, tierno, cariñoso, con un abrazo de esos que funden dos personas muy dentro la una en la otra, para separarse cuando el aire se niega a llenar los pulmones por la excitación, esa mirada a los ojos que lo dice todo… y de pronto…
De pronto cae en la realidad que eso es una tontería… eso jamás ocurre en la realidad, vuelve atrás la arena en el reloj de su imaginación y le ve reírse de ella, burlarse de sus sentimientos, llamar a sus amigos, contarles lo que acaba de pasar, todos burlándose de ella y huyendo del lugar llorando…
Y así logra, entre lágrima y lágrima entregarse al sueño cuando los rayos del alba comienzas a despertar las aves en sus nidos…

* * * * *

El tiempo a pasado, a su lado está su esposo, es un buen hombre, un poco severo, no demasiado generoso, es le padre del niño que está en su regazo, su  hijo, se parece a él, esa mirada vivaz, audaz… es, al fin de cuentas un buen hombre, llevan diez años casados y aún no sabe si lo ama o no, pero es un buen hombre…
La ceremonia es bonita, la novia es una rubia hermosa, el novio es él, aquel muchacho que siempre perturbo sus noches en la juventud, jamás lo olvidó, como hacerlo si hasta dejo caer unas lágrimas cuando se enteró que se casaría, pero era un buen muchacho, ella una buena muchacha, hacían buena pareja, pero no pudo evitar imaginarse un momento ocupando su lugar, o que él ocupara uno a su lado, tener un hijo en sus brazos que se le pareciera…
Acabo por alejar estos pensamientos algo embarazosos y se acercó a saludarlo, él tenía esas sonrisas tan encantadoras que siempre lo habían identificado, llevaba algunos años sin verlo, y como siempre, al saludarla, la besaba tan cerca de los labios que parecía deseara robarle uno de esos besos con los que alguna vez hubiera soñado, clavó sus ojos en los suyos y los retuvo allí varios instantes, hizo las presentaciones y luego, casi al marcharse se aparto de los demás y le susurró l podo…
-¿Sabes algo? Como ahora estoy casado, y sé que tú también lo estas puedo decirte algo sin miedo a que te enfades conmigo, siempre pensé, desde jóvenes, que serías tú la que me acompañaría en este momento y la que llevarías mi anillo, me quitaste el sueño tantas noches en mi juventud… siempre me pregunte si sentarías lo mismo hasta que un día… cuando te casaste… perdí las esperanzas de que fueras mía…
Luego se marcho, dejándola sin palabras, su esposa lo llamaba y ahora le pertenecía…

* * * * *

Despertó con un sobresalto bañada en sudor, hacía mucho calor, tenía recuerdos vagos de algo que había soñado, fue hasta el espejo y miró su rostro, aún llevaba la piel suave de una muchacha joven, aún.. aún era tiempo de corregir su error… mejor la más horrible de las certezas… a la más humillante ilusión de la ignorancia… Hablaría con él…

Kevin Heves Maranetto Vranich

23/12/2012


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