jueves, 16 de febrero de 2012

Primer paso

Primer paso

“Todo camino empieza con un pequeño paso… Incluso el de la perdición”

Susana era una jovencita bastante tímida, Provenía de una familia extremadamente humilde y llena de problemas, una de sus hermanas mayores había abandonado el hogar a los 16 años fugándose con un novio y no habían vuelto a saber de ella, su hermano mayor estaba comenzando a incursionar en el mundo de las drogas, su padre en busca del sustento, o quizás por vicio, se había vuelto un familiar amigo de lo ajeno y tras dos detenciones había considerado más fácil sostenerse solo que a una numerosa familia y se había marchado dejándolos a su suerte, la pobre madre con sus dos trabajos apenas lograba llevar el pan a la mesa y un hermano suyo que vivía en la misma casa se encargaba de los otros gastos, al terrible precio de soportar un hombre bebido casi todo el tiempo, y no solo eso, era agresivo y más de una vez se le había ido la mano con su hermana o los hijos de esta… pero era lo que tenían, era la única forma de no quedar en la calle, y su madre lo soportaba y Susana… o como le decían “Susi” lo soportaba porque amaba a su madre… Incluso cuando… cuando paso aquello…
Su tío llegó aquella tarde pasado de copas y solo estaba Susi para desquitar su mal humor, la primer cachetada que ella recibió, mientras miraba la tele fue sin ningún motivo, y le mando a prepararle algo para comer, ella contaba escasos 14 años, cumpliría quince el mes siguiente, tras apresurarse a cubrir la exigencia de su tío trato de regresar de nuevo al televisor…
El la tomó por los pelos obligándola a quedarse en la mesa junto a él, vociferando que las mujeres eran todas iguales, vagas y haraganas e inútiles, que solo servían para calentar las camas y nada más, ni siquiera cocinar o mantener un lugar limpio, y ante la cara de ignorancia que puso la chica volvió a escupir su enfado en ella…
Le reprochó el no saber de que hablaba, fue en ese momento cuando ella sintió el mayor temor en su vida, cuando aquel brillo extraño se apoderó de los ojos de aquel hombre, cuando le dijo “yo te lo voy a enseñar” un sudor frío comenzó a correr por su espalda, no estaba segura que querría enseñarle pero si estaba segura, que bebido como estaba, ella no quería aprenderlo, se apresuró a ponerse de pie y se apresuró a la salida… él fue más rápido…
La cogió del brazo antes de abandonar la cocina, aquel brillo parecía haberse extendido hasta una sonrisa siniestra que helaba la sangre, le lastimaba el lugar donde la estaba sujetando pero ya había resistido antes un daño similar y sabia que verla sufrir le agradaba, no quería darle esa satisfacción, pero cuando comenzó a jalarla y la llevó hacia su habitación, al fondo de la casa, comenzó a sentir un nuevo tipo de preocupación aunque no sabía a que atribuirlo, cuando volvió a repetir “yo te voy a enseñar” y comenzó a zafar su cinturón los ojos casi se le salían de las orbitas esperando los azotes sin ninguna razón, sin embargo en su lugar se quitó los pantalones quedando desnudo de la mitad para abajo y la pobre Susi solo atinó a apartar la mirada, no quería ver a su tío sin ropa…
El largó una fuerte carcajada entendiendo que ella aún no lo había comprendido, y sujetándola del pelo la obligó a mirarlo y repitió “te voy a enseñar tantas cosas” y antes de que ella pudiera reaccionar la había empujado sobre la pequeña cama que había en un rincón y de un fuerte jalón le había quitado los pantalones y ahora intentaba quitarle las prendas interiores
Los ojos de la jovencita, entendiendo por fin que estaba ocurriendo, que iba a pasar. No pudo reprimir un grito agudo suplicando que se detuviera, trató de apartarlo encabritándose, pero una niña de casi 15 años muy poco podía hacer contra un hombre de casi treinta alcoholizado, una de las propias medias de la niña le fue puesta en la boca hasta casi rozarle la campanilla provocándole algunas arcadas con tal de acallar sus gritos
Qué necesidad hay de describir que ocurrió en la siguiente hora, es verdad que varios vecinos miraron con dirección a la casa cuando escucharon los gritos, pero tan acostumbrados estaban a ellos que ninguno pensó hacer nada, que importaba lo que allí ocurriera, no era su problema, y razonando así unos y otros apartaron los ojos… ningún vecino se acercó a preguntar, ni se le ocurrió llamar a nadie que lo hiciera… apartaron la vista y todos y cada uno de ellos fueron culpables de lo que esa tarde sucedió allí dentro…
Cuando la madre llegó una hora y algo después solo encontró a la chica tapada hasta la cabeza en su cama, llorando suavemente, nunca pensó en lo que había pasado, pero cuando ella se destapó temblando y vio la marca de los dedos de la bofetada que había recibido creyó entenderlo todo, y consoló a su hija diciendo que sabía lo difícil que era para todos esa situación, lo sabía porque ella también debía soportarlo pues aunque fuera difícil era mejor que estar en la calle, su pobre hija, creyendo que había comprendido mas de lo que la pobre mujer había hecho, asintió, y esa noche no durmió porque sus lágrimas la ahogaban y sus recuerdos le escocían por dentro, ni siquiera se puso a pensar en el dolor de su cuerpo…

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Los meses y las marcas que se fueron grabando en su corazón al repetirse aquellas tardes fueron tornando su personalidad introvertida, sus estudios decaían pero nadie en aquella familia tenía tiempo para prestarle atención, a nadie podía contarle aquello, la única salida que había encontrado era ausentarse de su casa todo el tiempo que le era posible y empezó a cursar tantas asignaturas y actividades como le eran posible… así fue como lo conoció…
Compartían informática, ella no era buena en ello, pero estaba lejos de su casa, lejos de su tío, y era lo que contaba, él se había sentado junto a ella desde el primer día, era un muchacho mayor, le llevaría quizás casi 10 años, su personalidad tranquila y ensimismada contrastaban con la del resto de los compañeros, más alborotadores, más jóvenes y a sus ojos, menos encantadores…
Fue en la tercer clase, jamás lo olvidaría, enfrascada en resolver el ejercicio del profesor en su computador cuando él la miró y algo azorada trató de devolverle una sonrisa, preguntó cortésmente si todo iba bien y ella negó diciendo que no lograba resolverlo…
El muchacho miró nuevamente al frente, el profesor se hallaba ocupado mostrándole como se hacía a uno de los alumnos de la primera fila, así que podía revisar el trabajo de la chica sin compromiso, en menos de un minuto le señalo un punto en la pantalla y le dijo “aquí está el error”, ella cuando volvió en sí no pudo creer que se hubiese equivocado allí, era una verdadera tontería, y ni bien lo había corregido la planilla electrónica en la que trabajaba comenzó a funcionar… agradeció con una bella sonrisa y terminó, por primera vez, su trabajo a tiempo…
Desde aquel día en todos los que le siguieron el joven terminaba su trabajo, prácticamente primero en el grupo, y dedicaba su tiempo libre a revisar el de la chica a su lado, apresurándose a realizar las correcciones que eran necesarias, ella encantada incluso, inconscientemente, cometía fallos para que él siempre tuviera algo que corregir…
Uno de esos días le preguntó para qué hacía el curso si era tan bueno con la computadora, incluso mejor que el profesor, su respuesta la dejó confusa, había hecho ese curso muchas veces ya, simplemente adoraba la materia, y siempre se podía repasar o aprender algo nuevo, y no era menos apreciable poder ayudar a alguno que se rezagara un poco… La niña aprovechando la oportunidad algo tímidamente le preguntó si le ayudaría a repasar para las pruebas de fin del curso y él le acercó un papel apuntada su dirección y con una sonrisa murmuró “te espero el viernes a las cuatro
Ese viernes faltó a su clase de danza pero a las cuatro menos cinco minutos estaba en la casa de él tocando con timidez la puerta, la hizo pasar, se saludaron, platicaron unos minutos mientras se encendía el computador, sirvió unas bebidas frías y trajo unas masas de la cocina, y repasaron casi la mitad del curso en esa misma tarde, cerca de las 9 de la noche, algo preocupados por lo tarde que se había hecho se despidieron…
El viernes siguiente faltó a danza y llegó a su casa pasada las diez, con sentimientos encontrados, era indudable que se había enamorado de aquel muchacho pero ya habían repasado todo el año, no tenía una nueva escusa para verlo hasta el día del examen… en estas reflexiones pensaba cuando llegó a su casa, y al salir de tomar una ducha del baño reparó en su tío aguardándola junto a la puerta, sintió aquel familiar balde de agua fría corriéndole por la espalda, había olvidado hacer tiempo hasta que su madre llegara y no pudo evitarlo…
Aquella noche, mancillada y adolorida comenzó a plantearse los sentimientos que aquel chico le habían despertado, como podría quererla cuando supiera por lo que pasaba, como podría corresponderle cuando supiera lo sucia que estaba, lo ultrajada que había sido, y lloró toda la noche, al despertar a la mañana marcaban profundas ojeras su rostro y se sentía lívida con ganas de morir, estaba descubriendo lo que era el amor y se sentía indigna de ello…

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La prueba era un miércoles y ella cumplía 17 el día anterior, lo pasó en su casa, rodeada de algunos familiares, desenvolviendo un puñado de obsequios humildes, degustando una torta sencilla que con sacrificio había elaborado su madre, abrazó fuerte a sus abuelos y sonrió a un puñado de amigas que tenía, hasta las seis y cuarenta de la tarde, fue la hora a la que llegó aquel mensaje que decía “feliz cumpleaños, nos vemos mañana”
A partir de ese momento el día se tornó color rosa, se había acordado y nada había resultado para ella más importante que eso, y el solo esperar verlo al día siguiente realmente hizo que todo valiera la pena.

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Cuando entraron al examen el no pudo sentarse a su lado, el profesor los había distribuido diferente en aquella oportunidad, y el quedó una fila por detrás de ella, y le regaló su cálida sonrisa de aliento al comenzar, como era de esperarse fue el primero en terminar, entregó su prueba y se retiró, ella no evitó verle salir agradeciéndole con su vida aquel tiempo juntos… Varios más habían terminado, pero aún quedaban muchos por terminar cuando ella entregó su trabajo, y sentía que lo había hecho bien…
Su sorpresa fue grande al verlo sentado en uno de los bancos de la plaza que había frente a la academia, si bien varios de los compañeros que ya habían terminado estaban en grupos en uno u otro banco él estaba solo, tenía un paquete de masas y parecía estar alimentando a los pájaros que andaban entre sus pies… asustando un poco a las aves se acercó y se sentó a su lado…
Intercambiaron un par de palabras, ella lo felicitó por entregar primero, él lo hizo a su vez por no haber sido la última y sonrieron, se preguntaron qué tan difícil les había parecido y él se sintió satisfecho de comprobar que Susi, con su ayuda había logrado entender la materia, ya no le era indiferente que le costaba destacarse en sus estudios y sentir que había hecho algo por ella alegraba al joven… algo tímida le preguntó su edad porque la desconocía y le respondió que por los meses siguientes aun tendría 25 años…
El tiempo pasó rápidamente y no tardaron en llamar para entregar los resultados, aquellas dos horas de espera a ella se le antojaron dos minutos por lo bien que la pasaba, nadie se asombró cuando él chico obtuvo casi la nota máxima aunque ella, Susi, no dejó de felicitarlo por ello, no hasta que le entregaron su propia prueba, había obtenido un excelente, por poco y se le escapa de las manos el papel en esa oportunidad…
Para que molestarnos en describir los detalles de los sucesos que ocurrieron en los cinco minutos siguientes, para que contar que en su explosión de júbilo se olvidó estar rodeada de personas y profesores que la observaban, si ella solo atinó a colgarse en el cuello de aquel muchacho y atrapar con calidez y gratitud los labios de él en los suyos, para que tratar de descifrar cual fuera exactamente la respuesta del joven ante aquel suceso quizás esperado o quizás no… solo podemos decir que si lo esperaba o si no lo deseaba disimuló muy bien ambas reacciones, solo se quedó con expresión de sorpresa en el rostro dejando que ella saciara, por vez primera, los anhelos que sabía bien la angustiaban en su corazón…
No demos rodeos a las disculpas que se dirigieron después, no hablemos de su cara sonrosada y llena de pudor, no hablemos de como salió corriendo desconcertada y avergonzada, solo digamos que cuando lo hizo él se quedó observando, recogió la prueba que se había escapado de los dedos femeninos y se la entregó al profesor que le guiñaba un ojo, sonrió por no saber hacer otra cosa y se fue a su casa… y olvidó que aquello había pasado… o quizás tan solo creyó olvidarlo…
Fue tan vergonzoso cuando se lo contó a sus amigas, aunque ellas lo festejaron evidentemente porque no habían pasado tanta vergüenza en su vida, y no dejaron de hacerle preguntas incómodas, tales como la forma en que él había reaccionado, que le había dicho y cosas similares. Ella no sabía cómo contestarlas, había pasado de un éxtasis sublime al alcanzar sus labios y olvidarse de todo lo que le rodeaba, hasta una vergüenza total y absoluta al darse cuenta de lo que estaba haciendo que ni siquiera recordaba si él había respondido el beso o no… cada uno de los días siguientes su pensamientos giró en torno a eso y los consejos de sus amigas fueron siempre los mismos, que fuera a hablar con él…
Quizás fue una semana, a lo mejor fueron dos cuando recibió la visita de ella en su casa a media tarde de un martes, estaba arreglada con cuidado, una cinta azul mantenía recogido su cabello que estaba por lo demás suelto y caía por debajo de los hombros con una suave ondulación, un vestido claro con lo que parecían flores pequeñas estampadas y un lazo que lo sostenía firmemente en su cintura, realzando las curvas que la madre naturaleza le había proporcionado en generosas pero no exuberantes proporciones. Sus ojos delataban el nerviosismo de estar allí, y no pudo sostenerle la mirada cuando abrió la puerta… y tras la sorpresa inicial la invitó a pasar.
Quedó sola unos instantes en el recibidor mirando el piso y preguntándose qué hacía allí en aquel momento, no sabía que decirle, ni mucho menos como iba a reaccionar, sus amigas no habían dejado de empujarla hasta la esquina de aquella cuadra y solo las vio esconderse cuando tocó el timbre, momento justo en que ella hubiera también deseado salir corriendo, pero había escuchado sus pasos moverse en el interior de la casa y con su corazón palpitante aguardó…
Apareció por su lateral adornando su labios con una sonrisa y una mirada intima y comprensiva, extendió hacia ella una bandeja con masas y un vaso de gaseosa, depositando el resto en la mesa que tenían en frente, tras beber unos sorbos susurró con vos queda a que se debía el honor de aquella visita
Sus ojos claros estaban perdidos en la masa que no había probado, mientras con la otra mano agitaba la bebida sin disponerse a saborearla, las palabras parecían torpes al querer salir de ella y aguardaba en silencio, finalmente con un suspiro reunió valor para decir lo que había ido a decir… momento que coincidió con que él se levantara estrepitosamente y desapareciera de la vista, algo confusa lo aguardó hasta que regresó extendiéndole una pequeña cartulina de colores azules intensos y rojos opacos…
No se contuvo y le miró agradecida, en su huída de aquel sitio no había pensado en aguardar para que hicieran la entrega de los diplomas del curso y él lo había recogido por ella, pero ahora que le estaba mirando no pudo ya apartar la vista, sus ojos cafés brillaban cálidamente y quedó completamente perdida en ellos…
El diploma se arrugó entre ellos cuando el mismo impulso que le hubiera desatado aquel día tan intensas pasiones lograba controlar su cuerpo nuevamente, sus manos atenazaron con fuerza al muchacho rodeándole a la altura del cuello y su boca se apresuró al encuentro de la de él, quien una vez más se halló ligeramente aturdido, sin embargo sus brazos se apoyaron suavemente sobre la espalda de la joven mientras daba rienda suelta al amor que hallaba contenido en su corazón…
Cuando el muchacho sintió el deseo de poseer aquella chica que se estaba entregando en sus abrazos con caricias y besos, logró contener el impulso anhelante de su hombría y la apartó de si, ella, totalmente confusa palideció mal comprendiendo lo que pasaba, y trató de murmurar cuantas disculpas hubiera podido formular, apresurando tanto unas contra otras que era imposible entenderlas, así que él, presto en una experiencia pocas veces vista, colocó gentilmente su índice en los labios de la muchacha y esta calló en ese preciso instante…
Aguardó a que ella se calmara, pero cuando iba a hablar ella volvió a adelantarse, pidió disculpas, admitió haber sido una tonta, se lamentó por no haberse controlado, y tras una gran variedad de escusas parecidas acabó la frase rompiendo en un llanto suave y murmurando “pero te amo
Que podría haber hecho en aquella situación, que hombre no hubiese aprovechado aquella oportunidad, una jovencita deseosa de placeres, entregada en tu propia casa diciendo que te ama, entregando caricias y besos… hubiera sido tan fácil dejar salir el instinto de su interior y permitir que aquella jovencita compartiera su lecho…
Pero no fue eso lo que sucedió aquella tarde, él habló varias horas y ella apenas asentía, le explico que comprendiera que existía una diferencia de muchos años entre ellos, y que todo se estaba desarrollando muy deprisa, que no era hombre de jugar este tipo de juegos, que no tener una compañera no era por falta de voluntarias, si no porque no deseaba a cualquier persona a su lado, sin embargo sabía que todo mundo merece una oportunidad para demostrar que sus sentimientos son sinceros…
Comenzaba a oscurecer cuando ella se retiró de aquella casa, pero jamás olvidaría cuando él se acerco a ella y le despidió con un beso, corto, tierno, suave…
Sus amigas ya se habían marchado hacia horas, su madre al verla llegar no atinó a hacer preguntas, jamás había visto a su hija con un rostro tan radiante desde hacía varios años… y supo, en su instinto maternal, que un chico tenía que ver con aquella sonrisa…
No fue igual cuando se enteró quien era el muchacho que la provocaba, no tenía nada malo que decir de él, pero lo veía demasiado grande para su niña, y los argumentos de que “hoy era normal” no le habían convencido en lo más mínimo, sin embargo ¿Qué podía hacer ella? Cuando el corazón manda no hay forma de hacerle entrar en razón… así que cuando ese fin de semana ellos se encontraron no pudo hacer nada para detenerlos, ni ese ni los siguientes…

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Habían transcurrido ya seis meses de encuentros furtivos, el se convencía que aquella chica, poco más que una niña, era una buena persona digna de merecer todas sus atenciones, y los sentimientos que sentía por ella comenzaron a tornarse sólidos… conoció un día a sus hermanos, otro a su madre que le miraba un tanto reticente y no pudo culparla… y no dejó de percibir aquel escalofrío que sacudió a la chica cuando estrechó la mano del hombre que compartía la casa, y había creído el padre de la muchacha
Su preocupación comenzó cuando hablando de él ella trataba de desviar el tema, solo había alcanzado a mencionarlo como “hermano de su madre”, era una noche calurosa en septiembre cuando aquella charla giraba sobre ello en la plaza, su mano descansaba sobre la rodilla desnuda de ella y sentía un temor palpitante en el corazón de la joven, nunca se había mostrado irrespetuoso con ella, pero aquella timidez e inseguridad le preocupaba, sabía muy bien que varias veces se habían separado tras verse y ella en vez de irse a su casa se quedaba en la calle haciendo quien sabe que, cuando los ojos claros se empañaron por las lágrimas y se echó a llorar supo que lo que le diría estaba a punto de cambiar la vida de ambos…
Con que palabras expresar el dolor de esa niña que se había hecho mujer a la fuerza, como explicarle a él de manera que entendiera cuanto temía perderlo al contarle esta verdad, como hacer palabras el dolor que le habían causado, la humillación, las noches de desvelo, el sentirse miserable y menos mujer por esto. Como decir que su propia sangre había abusado de ella una y cien veces cuando se daba la oportunidad, obligándole por la fuerza, y por la necesidad que su familia tenía, ha hacer las cosas más viles que su cuerpo de mujer permitía, y el miedo, el miedo que tenía en sus ojos conmovió al chico, y supo que nada en el mundo esperaba más… que aquel temor de que él se levantara para no volver a verla…
Pero que es el dolor de la joven comparado con el de ese hombre, quien podría jamás haberse puesto en su lugar y entender lo que pasó en su alma, en su corazón y en su mente en aquel momento, habría que inventar nuevas palabras para describir el terrorífico y agudo dolor que corrió por sus venas, mientras las lágrimas de ella corrían, mientras la palabras brotaban de su boca contándole lo que había padecido, y él, mostrándose por fuera imperturbable, estaba siendo destruido por dentro…
¿Con que valor podríamos preguntar por qué? Si para esa pregunta hay tantas respuestas que formulan tantas otras preguntas ¿Cómo no se había dado cuenta antes? ¿Cómo lo había permitido todo es tiempo? ¿Cómo había dejado que esa chica a quien tanto había llegado a querer fuera lastimada de ese modo? ¿Cómo había personas capaces de infligir tal daño a una criatura que ni siquiera conocida aun los placeres del cuerpo…?
No, no hay palabras para explicar como el corazón de aquel chico se partió en su interior, con el repicar clásico de los cristales al estallar, su alma se oscureció, opacando incluso el brillo de su mirada tierna, su garganta fue anudada y le faltó el aire, señales que ella creyó confirmaban sus temores, no esperaba que él con sus brazos la rodeara y la oprimiera con fuerza contra su pecho como nunca antes había hecho, y ella lloró apagando su dolor con el consuelo de él, pero nunca, jamás vio ella la hilerilla de lágrimas que brotaron de sus ojos cafés, él no tenía consuelo, en no tenía nadie que lo consolara, el dolor que sintió ese día anidaría en su ser hasta la muerte… y juró hacer lo que pudiera para curar las heridas que habían mancilladlo el alma de esa chica…

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Que decepción sintió cuando tras un impulso enérgico cogieron el coche aparcado allí cerca y se dirigieron al puesto de policía más cercano, con qué triste semblante observó desfilar a la madre y otros parientes que parecían ignorantes de lo que había sucedido ¿Cómo? Se pregunto, nadie lo había visto nunca, ¿Como nadie se había enterado? ¿Porqué nunca lo había comentado con nadie…? ¿Qué fuerzas llevan en este mundo a que el silencio tape crímenes tan atroces…? sin embargo… sin embargo así es la vida…
La muchacha fue examinada por psicólogos, que no lograron determinar la veracidad de sus palabras, tras seis meses relacionada con un hombre mayor nadie creyó que la carencia de su virginidad fuera debido a la historias que ella relataba, sin embargo, aquella noche en que ese hombre fue llamado e interrogado lo pusieron sobre aviso de que las cosas ya no eran iguales, podría obligar a esa niña callar, podría golpearla, pero luego él estaría detrás para defenderla, y esa noche fue la última en que la joven tuvo que tener miedo a quedar sola en su casa con aquel sujeto… no era suficiente, no había existido un castigo por aquel crimen, pero ella no volvió a ser tocada…

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Él había evitado ir a su casa para no generar conflictos, había ayudado lo que había podido, nunca había vuelto a desamparar a la joven, le brindaba su calor, su abrigo, le abrió las puertas de su casa y la presentó a su familia, aquel día, mientras ella terminaba de festejar su decimo octavo cumpleaños pasó a buscarla y fueron a  su casa a celebrar en privado…
Comieron una cena preparada por él, aunque no fuera demasiado el apetito que tenían, brindaron festejando cariñosamente el suceso, y tras los postres comenzaron los besos y las caricias que condujeron a que ambos se arrebujaran en la cama de aquel chico…
Quedan escasas las palabras al describir los ojos claros enfrentados a los ojos cafés, los labios de ambos nunca se habían besado con aquella intensidad, ni habían explorado la piel del otro como lo hicieron aquella noche, por primera vez ella sentía la caricia intima de un hombre sobre su cuerpo y el calor del amor inundándola…
Tuvo temor, mil recuerdos desagradables estallaban en su mente entre caricia y caricia, pero él sabía aquello, y también le escocía ser responsable de provocar en ella nuevos sentimientos del contacto de un hombre, nuevos deseos, y se esforzó mucho en aquella, su primera vez juntos casi un año después de conocerse… de la misma manera que se esforzó cada vez que se encontraron en la intimidad el mes siguiente, y el año que siguió…

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Ella había logrado quitar de su mente los primeros temores, había aprendido a reconocer de un hombre intenciones de amor, había poco a poco olvidado que su cuerpo estaba empañado por el ultraje, los meses fueron benévolos y su compañero se encargó de borrar cada uno de aquellos tristes pensamientos de su pasado de su corazón herido, sin embargo, ella no sabía que en cada oportunidad, cuando las luces se apagaban, y las manos de uno buscaban las del otro, y los deseos de la carne eran saciados, se abría en el pecho masculino una nueva herida, cada vez tenía la misma delicadeza de aquella primer noche, como si temiera cada día romper lo que con tanto esfuerzo había creado, porque había llegado a amarla, y cuando se ama el ser amado es un tesoro invaluable que no podemos permitirnos el lujo de perder… y él… lo perdió…

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Fueron aquellas mismas caricias tiernas que sanar las herida de la muchacha, la que tras repetirse incontables veces comenzaron por aburrirla, aquel cuidado que el depositaba en cada acto, en cada sutil mimo, en cada beso, la que los enfrascaron en una pequeña rutina de cuidados, no es que el no fuera creativo, ni que hubiesen descubierto cosas juntos, pues ambos habían hecho entre ellos más de lo que podrían haber imaginado en sus mas locas fantasías, pero el corazón de él seguía transmitiendo al de ella un cuidado fraternal y protector, y ella comenzó a aburrirse de este cuidado… comenzaron a surgir peleas sin importancias y problemas entre ambos…

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La primera vez que ella le dijo que todo había llegado a su fin el sintió que su mundo había terminado allí mismo, como olvidarlo, sentados sobre la arena dorada una tardecita de verano, la había notado rara todo el día, cuando se acercó a ella se lo dijo, sin miramientos, sin vueltas, sin explicaciones. Le dijo que aquello había terminado… y él se olvidó que era hombre, se olvidó que era feliz, se olvidó… se olvidó de muchas cosas, se tragó su orgullo, se tragó su hombría… y se echó a llorar…
Muchos dirán que un hombre no llora, pero el lloró, y quizás entiendo porque lo dicen, porque él inspiró lastima en aquella mujer, que durante un momento se dio cuenta cuanto era amada, y se compadeció quizás de él, lo abrazó, lo besó y esa noche durmieron juntos… pero en el corazón faltaba el lazo que los había unido, ambos sabían que aquello había terminado… ella le daría tiempo para que lo aceptara, y él le daría tiempo para que cambiara de parecer…
Aquello solo duró dos meses escasos, la relación en ese estado acabó de destruirse, ella comenzó a buscar otras compañías, él se cansó de hablarle, de rogarle y de llorarle hasta que descubrió que nada le podría hacer cambiar de parecer… un mes antes del cumpleaños de ella todo llegó a su fin, y el día en que llegaba a sus veintidós años le mando un tierno mensaje lleno de amor, su respuesta fue clara y concreta “no vuelvas a escribirme

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¿Qué fue lo que paso en esos años que llevó a que aquel amor tan inocente de esa criatura culminara…? Muy pocos saben que amigas como aquellas que una vez le habían empujado hasta la esquina de su casa fueron las que le hicieron ver los perjuicios de un hombre tan grande, atemorizándola de que el querría formar una familia y que ella era joven para tener una aún, que por salir con él o verle se estaba perdiendo las salidas con ellas y con otros chicos menos conservadores y más divertidos… y con el tiempo le hicieron ver todo y cada uno de los efectos de aquel joven que sus ilusiones de niña le habían hecho ver perfecto… un día, en la playa juntó valor y dio el primer paso… y le dijo que todo había terminado…
No pensó que ella también tenía sus errores, ni que él conocía su pasado y aún así la había amado sin que aquello se interpusiera entre ellos, no pensó que también tenía amigos que le invitaban a sus fiestas y as dejaba de lado por ella, o que otros tantos lo habían tentado en más de una oportunidad con mujeres y las había rechazado debido a que cuando se ama, ser fiel no es una elección, ni una responsabilidad… es un simple deseo que nace dentro de ti y nadie puede hacerte cambiar de parecer con respecto a ello…
Después que ella dio el primer paso para decirle que no era suficiente para ella, no fue difícil volver a hacerlo dos meses después y terminar definitivamente con él… ni fue difícil decírselo al chico con el que salió unas semanas a los pocos días, ni al que vino después de este y vio durante casi un mes, ni al que tras ese llegó y estuvieron juntos casi medio año…
Fue tan fácil ver los defectos en los otros una vez que sus ojos se abrieron para ver los de aquel hombre que ella había soñado perfecto, fue tan fácil creer que hallaría alguien mejor después de haber dejado a un hombre buscando el amor de otro muchacho, todo fue tan fácil luego de aquel primer paso… decirle a él que no lo amaba…
El la lloró varias semanas y varios meses, la veía ir y venir de los brazos de un hombre a otro y el corazón se encogía en su pecho, lloraba por las noches en su cama ya solitaria, pensando en la mujer que tanto había deseado, que lo había acompañado, que sus hábiles manos habían modelado para der perfecta, atendiéndola cada vez que esta lo necesitaba, estando allí cada vez que lo requería, siendo su sostén, su pilar, lloró tantas noches su ausencia sin lograr comprender lo que había pasado ¿Porqué lo había dejado a él que tanto la había amado? Que la había querido y cuidado…. Y nunca halló con claridad una respuesta…

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Pasó un año entero y si bien su cuerpo había hallado algunas compañías en su pecho el corazón seguía herido de muerte, sus ojos seguían cargando el peso de un alma opacada por la tristeza, seguía buscando un verdadero amor cuando algo dentro de él le indicaba que su amor ya había llegado a su vida y había huido de él..
Ella, ella no supo nada de esto, supo que él había sufrido, que la había llorado, pero nunca entendió todo lo que su corazón había guardado para darle, nunca abrió los regalos que él tenía envuelto para su cumpleaños en un cajón, ni recibió aquella carta que le daba aquella sorpresa de la que nunca se enteraría, aquello que ella tanto había deseado…
Ella vivió su vida así como sus amigas le habían dicho que era, disfrutar de un hombre o de otro, no entregarse demasiado a ninguno y ser feliz… salir cada fin de semana, siempre tener tiempo para las amistades, no tener compromisos… Buscando el amor, buscando amar…

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Un día con su hija llorando por amor sobre su regazo le preguntaba porque los hombres eran todos iguales, porque solo juagaban con las mujeres, porque eran tan ordinarios, porque solo le importaba acostarse con ellas… Susi… o como ya todos le llamaban, Susana, miró a su hija con comprensión, y pensando en el padre de ella que la había abandonado al enterarse de su embarazo le explicó “Así son los hombres, no saben amar, solo jugar con nosotras
Sin embargo, la chica cuando alzó el rostro pareció mirar algo detrás de su madre y cuando esta se dio vuelta vio un hombre ya cerca de su cincuenta años que recordaba fuera en otros tiempo su primer amor, y con su mirada opaca, dirigiéndose a la niña, pero sin apartar los ojos de la madre exclamo “Es que cuando una mujer encuentra un hombre que si la ama se aburre de él, y prefieren juagar con otro
El caballero se alejó por el mismo camino que había venido, espantando las palomas y otras aves a su paso, quien podría recordar que en aquella misma banca hace veinte años habían esperado juntos el resultado de una prueba de computación, en una clase donde se habían conocido…
Cuando la niña tras exclamar muchas cosas respecto a que ella no habría hecho jamás tal cosa notó que su madre lloraba, y abrazándola con fuerza, con todo su amor eterno de hija le preguntó qué pasaba, si era por lo que ese hombre había dicho, y negando con la cabeza, sin atreverse a mirar atrás le dijo “si un día encuentras un hombre que te ama, nunca lo dejes ir

“Todo camino empieza con un pequeño paso… Incluso el de la perdición”

Kevin Heves Maranetto Vranich

15/02/2012

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viernes, 10 de febrero de 2012

A veces no se necesita un porqué…


Ella estaba llorando tristemente en una esquina oscura de la plazoleta, sus amigas acababan de retirarse de nuevo hacia el baile, necesitaba estar sola y ellas lo comprendieron así…  hacía casi una hora que estaba allí escuchando solo los grillos a su alrededor, medio entumecida por el frío, la desabrigada ropa que hubiera sido tan adecuada en la pista de baile allí fuera resultaba escasa e insuficiente… pero no lograba contener las lágrimas…
Llevaba así abrazando sus piernas, con la cabeza entre las rodillas y el maquillaje corrido por las lágrimas tanto tiempo que había perdido la clara noción de cuanto, en lo distante el alba comenzaba a despuntar y seguía repitiendo su nombre y las maldiciones que mejor se sabía sobre él
Como había sido capaz de engañarla, no podría olvidarse nunca del momento en que lo vio en los brazos de otra mujer, él entregado a ella, besando sus labios y rodeando su cuerpo… él que se había escusado indispuesto para salir aquella noche con ella, y por si todo ello no hubiera sido suficiente para romperle el corazón en mil pedazos, la fría indiferencia que mostró cuando se acercó, esperaba al menos disculpas, al menos lamentos, pero actuó tan natural como si hubiera estado esperando aquello tarde o temprano, estaba preparado para ello, quien sabe cuántas veces antes se habría encontrado con esa chica o con cualquier otra, ni siquiera intentó detenerla cuando se alejo… simplemente él no la amaba, era tan simple como eso…
Murmurando estas maldiciones fue que sintió alguien sentándose tras ella pero no tenía ganas de levantar la cabeza, ni siquiera cuando los brazos rodearon su cuerpo abrazándola, sabía que eran brazos varoniles, sabía que eran los brazos de él pero era muy tarde para pedir disculpas ella no lo iba a perdonar… era tarde…
Sin embargo la calidez de su contacto quitó el frío de su cuerpo entumecido, la calidez de su piel le hizo una intima compañía y se dejó abrazar, se entregó lentamente a su abrazo sin quererlo, sin siquiera abrir los ojos alzó la cabeza apoyándola parte sobre su pecho parte sobre su hombro y su cabeza, el apoyó la suya a su vez contra la de ella y se quedaron así en silencio…
Sabía que le pedía perdón, pero no la besaba, esperaba sus caricias, sus besos entusiasmados, y ella tenía sed de esos besos, pese al dolor causado tan recientemente, pero lo sentía tan cambiado, lo sentía otro, era como si su corazón estuviera lleno de compasión, de tristeza y su propia alma sentía aquel arrullo contenedor, y se dejaba abrazar porque no hubiera podido evitarlo… las lagrimas se secaron y los dedos varoniles limpiaron los restos de pinturas corridas, la acomodó otro poco sobre si y la dejó descansar tranquilamente allí, la dejo adormecerse…
Ella pensaba  mientras tanto que no recordaba sus manos tan suaves y cálidas, no recordaba sus caricias tan dulces ni tan tiernas, incluso su rostro parecía más sólido y con dejos de una barba nueva que le había raspado ligeramente, hasta el cabello que sentía contra su cabeza parecía diferente, más corto de lo usual.. Pero se sentía tan a gusto, tan plácidamente querida… fue cuando entre las penumbras de su sueño un escalofrío la recorrió de una punta a la otra, él no era así, ni sus manos suaves, ni su barba raspaba, ni su pelo corto, y sobre todo, nunca le había transmitido aquella sensación de comprensión y tibieza, ni siquiera al hacer el amor…
Abrió los ojos pero desde la posición que se encontraba no podía verle más que las manos que la abrazaban, él no iba vestido de aquella manera y esas no eran sus manos, cuando trató de voltearse halló una pequeña resistencia, una voz desconocida le indicó que no volteara y se estremeció asustada, lo sintió sonreír a su lado y el miedo pareció escaparse, aun así el insistió que no se asustara y preguntó si se sentía mejor…
Asintió con la cabeza, no se atrevía a hablar, no sabía quien estaba atrás de ella, no sabía que buscaba, que quería, la había abrazado en medio de la noche, el amanecer aun no había terminado de llegar, que clase de extraño hacia aquellas cosas y que buscaba…
Él volvió a interrogar si se encontraba mejor y ella volvió a asentir, respondió con otra sonrisa y le expresó cuanto se alegraba por ello, lo sintió moverse, recogiendo sus piernas que estaban a ambos lados suyos, y sin dejar que volteara la ayudó a ponerse de pie, luego le susurró que cerrara los ojos, y ella, algo asustada… los cerró…
Sintió que la giraban con cuidado y se aterrorizó, pero pronto sintió su mejilla áspera rozando la suya, y sus brazos volvían a rodearla con infinita suavidad, sus brazos respondieron casi en acto reflejo enlazándose tras su espalda, él aumento la presión del abrazo y ella hizo lo mismo hasta estar firmemente abrazados uno con el otro y ella largó a llorar…
Fue una explosión corta donde descargó toda su rabia, yacía abrazada a un extraño que parecía hacerla sentir mejor de lo que aquel que fuera su novio tres años hubiera podido hacer nunca, se sintió ofendida, dolida, molesta, sitio rabia y rencor y él solo murmuraba que lo dejara salir… finalmente tras unos minutos quedó exhausta colgada de sus brazos, apoyada sobre sus hombros, rendida, entregada a un desconocido que volvía a preguntarle si se encontraba bien…
Tras asentir  le preguntó si seguía con sus ojos cerrados y asintió nuevamente, él pidió que no los abriera y ella negó, no quería despertar de ese sueño, realmente quería seguir así por siempre… lo sintió apartarla sutilmente, sintió su respiración lenta sobre su rostro y se contrajo suavemente, esperaba que la besara, sabía que la besaría, pero nunca en su vida lo hubiera imaginado… no de aquel modo…
Cuando las manos de él sujetando su rostro la acercaron no pudieron sus labios menos que propiciar una respuesta, pero nunca fueron tocados, los labios masculinos se habían depositado con una infinidad de ternura sobre su frente, y el calor de aquellos labios recorrió cada centímetro de su piel, jamás nunca un beso la habría podido estremecer antes de aquella manera… ella al separarse lo sintió sonreír y volvió a abrazarlo con fuerza… esta vez sintió un cambio, un cambio en su calidez, algo parecido a la tristeza y deseó levantar el rostro del pecho sobre el que se recostaba para verlo, pero la posición no se lo permitía, el apoyaba levemente su cabeza sobre la suya…
Casi en un susurro volvió a decirle que mantuviera los ojos cerrados, y deslizó sus manos por las manos de ellas aflojando levemente aquel abrazo hasta que colgaron junto a la chica, las manos de él volvieron a subir por ellos hasta los hombros, acomodó el cabello de la chica que mantenía los ojos cerrados y acarició su mejilla…
Una vez más su corazón empezó a latir con fuerza y sus labios volvieron a tensarse esperando la caricia de otros labios sin embargo la mano de él se separó lentamente de su rostro y ella quedo inmóvil, esperando recuperarla, pero la mano no regresó a su mejilla, ni encontró su mano cuando alzó la propia hasta su cara, ni encontró su pecho cuando intento volver a apoyarse en él, ni encontró nada de que abrasarse cuando sus brazos se batieron suavemente en el aire…
Abrió los ojos y frente a ella, apenas mas lejos del alcance de sus manos solo se hallaba el árbol sobre el que se había recostado a llorar, a su alrededor varias personas, que salían del baile al que ella había asistido regresaban a sus casas con el amanecer, caminaban en todas direcciones…
Pensó en llamarlo pero ¿A quién llamar? Había personas yendo y viniendo en casi todas direcciones, apenas le pareció distinguir un muchacho alto alejarse en una dirección como cualquiera, las mangas del pantalón y la remera coincidían con lo que había visto de él, algo temerosa de estarse engañando corrió más que caminó hacia él pero antes de alcanzarlo se perdió en la marea de personas y ya no supo a quien buscar…
Algo más lejos pasó la chica con el que era su novio, algo le oprimió el pecho pero ya no dolía, ya no lo sentía igual, el acababa de marcharse de su vida, alguien mas había llegado a ella aunque no lo conociera, eso no importaba, lo buscaría, lo hallaría…
Dio unas vueltas pensando que quizás lo encontrara, así fuera por accidente pero no tuvo suerte, estaba cansada y sus amigas se habían ido, caminar hasta su casa no le apetecía ni le quedaba dinero para tomar el autobús, así que se sentó en la plaza un rato mirando las personas pasar, los trasnochadores que se iban a  dormir, y los madrugadores que emprendían el nuevo día.
Estaba a punto de decidirse marchar cuando se sentaron junto a ella, él ni la había mirado siquiera, parecía dubitativo y llevaba las manos entrelazadas, trato de imaginar que pensaría, durante un segundo pensó que hubiera sido el desconocido pero la ropa era diferente, y aunque lo descartó no dejó de observarlo con disimulo.
Sucedieron dos cosas casi a un mismo tiempo, la primera de ellas fue ver esa lagrima abriéndose paso a través de sus parpados cerrados, rodando lento por su mejilla y muriendo en sus labios, pero cuando iba a iniciar una charla una mano calló sobre su hombro sorprendiéndola, una de sus amigas la había descubierto en la plaza y adivinándolo sola se ofreció a llevarla a su casa…
El en aquel instante él se dio cuenta que la banca no estaba vacía y alcanzó a verla con el rabillo del ojo, ni bien lo hizo se levantó y se alejó aprisa, ella al notarlo miró extrañada la nuca del muchacho, era idéntica al que había visto alejarse más temprano, aunque la ropa fuera distinta…
No pudo contenerse, dejó a su amiga hablando sola y corrió hasta atravesarse en su camino, el estaba completamente sorprendido y apresuró a disimular sus lágrimas con una sonrisa, ella sonrió a su vez pero no supo que mas hacer, era una boba, como había pensado que pudiera ser él… y no sabía cómo disimularlo… él casi como si hubiera comprendido su inquietud negó con la cabeza y se dispuso a continuar, fue cuando ella se atrevió, casi sin quererlo a decir “gracias” y se marchó…
El quedó helado un instante y ya cuando había dado ella varios pasos, casi los suficientes para escucharlo susurrar “de nada”… Pero lo escuchó… lo escuchó y cerrando los ojos fuertemente recordó esa voz, esa misma vos preguntándole si se sentía bien…
Volvió sobre sus pasos, interponiéndose una vez más en su camino acabando de sorprenderlo nuevamente, haciéndolo trastabillar hasta casi caer… solo pudo preguntar “¿por qué?”
-¿Tiene que haber un porqué? (preguntó él) ¿Nunca sentiste la necesidad de hacer algo por alguien solo porque sabias que esa persona lo necesitaba? ¿Solo por sacarle esa sonrisa que nadie más podría?
Ella negó con la cabeza, el sonrió, la rodeó por uno de los lados, la muchacha quedó mirando el piso desconcertada, alzó la mirada a su amiga junto a la banca que estaba totalmente confundida y entonces se dio cuenta.
Volvió a correr interponiéndose de nuevo en el camino del chico, este estaba algo confundido sin duda, pero no tanto como cuando las manos de la chica se colocaron a ambos lados de su rostro, sintiendo la leve aspereza de su barba, se acercó a él y antes de permitirle reaccionar se estiró colocándose de puntas de pie y apoyó sus labios contra los del chico unos instantes, apenas los suficientes para sentir el leve movimiento respondiendo aquel beso antes de apartarse, sonrió cálidamente con ojos brillantes recibiendo a cambio una mirada de infinita ternura…
Luego corrió hasta la banca donde su amiga la aguardaba, ambas voltearon para ver que el chico se marchaba, como si nada hubiera pasado, aunque quizás hubieran sucedido demasiadas cosas… la amiga no pudo evitar preguntar porque había hecho eso, recordando la desagradable escena con el novio de la noche anterior… la respuesta de ella solo pudo confundirla más…
-¿Tiene que haber un porqué? (preguntó él) ¿Nunca sentiste la necesidad de hacer algo por alguien solo porque sabias que esa persona lo necesitaba? ¿Solo por sacarle esa sonrisa que nadie más podría?

Kevin Heves Maranetto Vranich

09/02/2012