lunes, 10 de febrero de 2014

El mendigo



El pobre hombre llevaba ya dos horas en aquella esquina pidiendo monedas, en el sombrero había logrado juntar ya un puñado de ellas, dos billetes de baja denominación y en su espíritu la indulgencia humana… y más insultos y agravios de los que pudiera recordar…
Vio detenerse frente a si un par de zapatos negros, perfectamente lustrados, sobre ellos unos pantalones que hacían juego con el saco, un traje de primera línea, la corbata no parecía ser de primera calidad pero lo disimulaba perfectamente, era de un azul intenso y agradable que hacía juego con los ojos del caballero…
Ante la oportunidad de recibir algún dinero, aunque no esperaba que aquel sujeto fuera especialmente generoso, con los años había aprendido que cuanto más humilde era la persona más generosa resultaba, así que estiró su sombrero en su dirección con un gesto mecánico y fluido de quien lo a repetido un millón de veces con anterioridad.
El sujeto revolvió en sus bolsillos, eso era buena señal, algunos simplemente dirigían la vista en otra dirección fingiendo no verlo, aunque la gran mayoría de quienes revisaba sus bolsillos fingía no tener nada allí cunado era demasiado obvio lo contrario. Este caso no fue del todo una excepción
Pudo, con el rabillo del ojo, ver la mano bajo la tela palpando algunos billetes, seguramente vuelto de una compra demasiado próxima porque no estaban en la billetera, diviso los dedos escurriéndose hasta los últimos rincones del bolsillo y sopesando con cuidado aquellas redondeces metálicas que había en el fondo, como calculando su valor y cantidad, finalmente extrajo unas cuantas monedas, el mendigo calculo que la mitad de las que había en el bolsillo, y las colocó en el sombrero
-Gracias…
-De nada…
Sin embargo el hombre se mantenía firme frente al pordiosero, y este se sentía un poco incómodo ante la situación, bajó la vista como persuadiéndolo para que se retirara, pero los zapatos no se movían, era de esperarse que aquel sujeto, entonces, tampoco lo hiciera, finalmente le escuchó hablar
- ¿Me permite una pregunta?
- Este… si… como no…
- ¿Por qué hace esto? ¿Porque no estudio, busco trabajo, hizo una carrera?¿Porque no se baña, se corta esa barba, se arregla el pelo y consigue un trabajo? No me diga que no hay oportunidades porque para ser un cadete ni siquiera se necesita ningún estudio, basta con saberse algunas calles y direcciones, y si no sabe leer hay muchas escuelas para personas adultas… ¿Por qué prefiere mendigar en la calle?
El veterano se rascó la barba, tomo las monedas del sombrero y se las guardó en un bolsillo, el único bolsillo sano de aquel viejo saco, se colocó el sombrero y medito reflexivamente las preguntas de aquel hombre dudando como responderlas con tanto, finalmente su voz cansada vibró con claridad en el aire
-Me sería más fácil caballero, decirle esas cosas, que la vida no me dio oportunidades, que no pude estudiar y que necesito vivir del sistema, pero no me sentiría a gusto conmigo mismo si le mintiera así. Mi familia tuvo un comienzo muy humilde, mi padre trabajaba pero no ganaba lo suficiente para vivir, mi madre a veces se veía en la necesidad de pedir monedas como lo hago yo, sobre todo a fines de mes cuando no llegábamos, pero, sabrá usted, es la peor fecha para pedir monedas porque en ese entonces muy pocos tienen un vuelto que les ante sobrando. Sin embargo los lujos de los que carecí se saciaron con un infinito amor. Mis padres me enviaron a  estudiar, con un máximo sacrificio como comprenderá, escuelas públicas se entiende, y no me fue tan mal, yo deseaba ser mejor para que ellos estuvieran orgullosos de mí, pero el esfuerzo fue demasiado y se llevó a mi padre antes de terminar la secundaria, fue muy dura ¿sabe? Pero mi madre me dijo que siguiera adelante, que no me rindiera y lo hice, fui a la universidad, no se imagina lo duro que es ir a la universidad con agujeros en las zapatillas como se ríen y se burlan de uno, pero me fue bien, casi al graduarme perdí a mi madre, fue otro golpe duro, pero seguí adelante, conseguí buenos trabajos, un día estaba caminando por la calle y vi un pordiosero pidiendo monedas, palpe mi billetera con temor de que aquel pobre sujeto intentara asaltarme y pase frente a él mirando hacia otro lado… a la cuadra me volví y le deje unas monedas, su sonrisa me recordó a la de mi padre y mi madre cuando tenían comida para llevar a la mesa. Fue entonces cunado comprendí que me había convertido en una de esas personas que salieron de la necesidad y progresaron a costillas de muchos que no pudieron hacerlo, y les había vuelto la espalda… No paso mucho tiempo antes que cambiara mi forma de ser, deje de pasar frente a las personas ignorándolas, aprendí a ayudar a los pobres diablos de la calle, a ese sujeto que por una ganancia mediocre pasa los días yendo de puerta en puerta tratando de vender medias o alguna otra cosa, aprendí que todos somos seres humanos y tenemos que reintegrar a la humanidad no solo lo que nos ha dado si no mil veces más… Finalmente termine viniendo aquí por lo menos una vez  a la semana, para ver cómo va la sociedad, cuántos hay que se detienen a dar monedas, cuantos hay que siguen de largo mirando a  otro lado… es una manera de saber que tan tristemente está contaminada esta ciudad…
- ¿Pero no hubiera sido mucho mejor que conservara ese trabajo y ayudara entonces a otros mendigos en ves de convertirse en uno?
- Si hubiera hecho eso no habrían aprendido la lección, Usted se asombraría cuantas personas de traje pasan frente a mi palpándose las billeteras y siguen de largo, y cuántos hombres de la calle han visto alguna vez mi sombrero vacío al terminar el día y comparten un pedazo de pan con este servidor. Siento que desde aquí, desde este humilde lugar puedo ver la sociedad tal y como es, sin el humo y sin los trucos de espejo de la etiqueta, ante mi todos están desnudos y veo las personas tal cual son
El sujeto pareció satisfecho y se retiró entonces meditando aquellas palabras, el mendigo lo vio marchar y se preguntaba si las reflexiones compartidas calarían muy hondo aquel sujeto o si las olvidaría al día siguiente
Se levantó de su lugar y camino lentamente por las calles detectando las miradas que se apartaban a su paso como si fuera portador de la lepra, se dirigía a una zona que pocos hombres de esa condición frecuentaban, los barrios finos de la ciudad, donde más dinero había era donde menos se podía ganar pidiendo monedas, que triste ironía
Ya sobre el centro se metió en uno de los limpio callejones posteriores que usaban los grandes caserones para el personal, abrió un portón con total soltura y de manera discreta atravesó un amplio jardín lleno de flores y árboles frutales, entro por una puerta pequeña de servicio y se dirigió presuroso a una de las habitaciones de la casa
Se sentó en una cama increíblemente cómoda de estilo colonial y sacó las monedas del bolsillo, las conto dos o tres veces hasta que estuvo seguro del resultado, 22 dólares con 85 centavos
Dejo el dinero sobre la cama y entró en un cuarto de baño, estuvo allí al menos media hora y cuando salió parecía otra persona.
Con el pelo prolijamente recogido, sin la barba falsa, pulcramente aseado y con su formal ropa de vestir era un hombre de mundo, un hombre de principios, alguien que había logrado triunfar, como todos los demás, a  costillas de otros. Bajo de la recamara al comedor y `pidió que le sirvieran al cena, uno de sus asistentes se acercó entonces con total respeto
- Señor, Llamaron de la fundación de ayuda social, indicaron que ya pusieron el nuevo plan para favorecer a madres jóvenes y a niños con problemas del que habían estado hablando, preguntaban si va a realizar su donación de manera regular como hace siempre
- Destina diariamente 22.850 dólares de la caja chica para la fundación
- Una cifra bastante inferior a la que venía realizando
- Digamos que hoy cunado Salí a reflexionar en la calle cuanto debía donar me pareció que la ciudad era más egoísta de lo normal y no merecían más compasión por ello de las que ellos mismo brindan a sus prójimos
- Por supuesto mi señor, me permito avisarle que un hombre lo espera en la sala hace ya rato
- Iré enseguida a verlo
Cuando terminó de comer se dirigió al recibidor, allí se hallaba alguien que le resultaba familiar, el sujeto lo miró detenidamente, durante un minuto pareció conocerle de algún lado pero enseguida acabó apartando las ideas…
- Soy el reportero de la VWS, teníamos una cita para esta noche
- Por supuesto, lo había olvidado, tome asiento, imagino que tendrá algunas preguntas
- Si, así es, a  nuestros lectores le interesa saber como fue que llegó a tener la fortuna de la que hoy es dueño y que es aquello que le impulsa a donar cifras tan generosas de manera cotidiana
- Claro, póngase cómodo… verá usted, me sería más fácil decirle que fue simplemente suerte, que basto con estudiar en las mejores universidades, pero nada estaría más lejos de la verdad… la realidad es que mi familia tuvo un comienzo muy humilde, mi padre trabajaba pero no ganaba lo suficiente para vivir, mi madre a veces se veía en la necesidad de pedir monedas, sobre todo a fines de mes cuando no llegábamos…

Y a medida que aquel hombre relataba su historia los ojos del periodista se habrían más y más…

Kevin Heves Maranetto Vranich
10/02/2014


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