Ella temblaba como tiembla una
hoja acariciada por la brisa fresca del otoño, el, forzando quizás una sonrisa
la miró a sus ojos claros y le preguntó si tenía frío, ella, sin atreverse
siquiera a apartar la mirada negó sin exhalar un solo suspiro que delatara
cuantos nervios sentía en aquel momento.
El muchacho se recostó a su lado
buscando un momento de descanso, un poco de comodidad, ordenar sus
pensamientos, ella descansaba sobre uno de sus brazos, con el otro, aún libre,
acariciaba con cierta distracción la mano de la muchacha que cálidamente yacía
sobre su propio pecho
En la habitación había una tenue luminosidad
azul y sonaba unas viejas canciones románticas que daban un ambiente
reconfortante y acogedor, la cama no estaba aun distendida del todo, era cómoda,
amplia y abrumadora
Ella serró los ojos y el fingió
no escuchar el prolongado suspiro que se le escapaba de los labios, luego la
beso tranquilamente y la dejo pensar tranquilamente las cosas, comprendía sus
nervios, la primera vez siempre es complicada para una mujer… ¿Por qué para los
hombres no era igual? Quizás porque ellos debían fingir tener una experiencia
que muchas veces no contaban y les avergonzaba aquello, en cambio una mujer, al
igual que un buen libro, no hay mayor placer que ser el primero al que se le
permite adentrarse en las profundas e intrincadas tramas de su historia…
Ella era sin saberlo esa
historia, no es que fuera la primera mujer para él, y la experiencia le daba
una confianza un poco excesiva, pero realmente la quería y había puesto muchas
ilusiones en esta muchacha, algo le decía que era la indicada, que sería
diferente a las demás…
Su mano recorrió una trayectoria
nueva y acaricio otras partes del cuerpo femenino, pudo sentir el cambio en su respiración,
la tención en sus músculos, la rigidez en su cuerpo… la besó nuevamente para
que se relajara, quería que para ella fuera perfecto, se lo merecía… y él
quería darle eso… perfección…
Su voz sonó increíblemente tierna
cuando le preguntó si estaba lista, podía imaginarla gritando con todas sus
fuerzas que no, que era demasiado pronto, que nos e sentía preparada, que era
mejor dejarlo para otro momento, sin embargo cada uno de aquellos gritos moría
en la rigidez de su silencio, sus labios se negaban tenazmente a aceptar que
estaba aterrorizada… de manera casi imperceptible asintió…
La tranquilizó un poco con unas cuantas
palabras de cariño, dejó que sus manos dotadas de sana experiencia recorrieran
los rincones prohibidos de la piel, los dedos, agiles mensajeros de sus deseos
desataron algunos nudos, desabrocharon algunos botones, corrieron algunos
cierres y con la sutileza propia de un experto en su terreno fueron desvistiendo
el cuerpo de la jovencita que se hallaba confusa en el limbo del deseo y el
miedo de lo desconocido, sin embargo cada beso, cada roce provocaba en ella
tantas sensaciones nuevas e incontrolables que se sentía aturdida, atrapada en
el deseo de gratar que se detuviera y el anhelo tangible de que continuara…
Ni siquiera supo cuando la última
prenda abandono una de sus piernas, en algún momento, entre los besos, las
palabras y las caricias él también se había desvestido, juraría haberlo visto
sin embargo era incapaz de precisar el momento, tomó consciencia que se
hallaban ambos desnudos, solos, a instantes de un minuto decisivo…
Juntaba valor para decirle que no
podía continuar mientras se estremecía bajo las cálidas caricias de sus manos
habilidosas y el ardor insaciable que le producían en la piel sus besos, pero cuando
estaba dispuesta a hacerlo en aquella tenue luminosidad encontró que los ojos
oscuros de él se posaban enfrente de los claros de ella, y mirándose uno dentro
del otro se sintió tranquila y segura… en aquel instante todos sus miedos
parecieron disolverse y se encontró resguardada en la confortable seguridad de
sus brazos mientras aquella boca le robaba hasta el último aliento necesario
para negarse… sintió que lo amaba, y por vez primera, sintió que él la amaba…
-¿Realmente quieres hacerlo?
Fue como el último soplo de vida,
como una última oportunidad luego de la última oportunidad, bastaba un ligero
movimiento de cabeza, bajar la vista, suspirar que no y él se hubiese apartado
a un lado tranquilamente, algo en su corazón le dijo que lo hubiera hecho, y
fue eso y no otra cosa lo que le hizo sentirse segura de su decisión, por eso
asintió… sin apartar la mirada un solo instante…
Ella sonrió llena de nervios, el
lo hizo con tranquilidad y una sincera alegría naciendo desde su alma, haberla
visto enfrentarse al mismísimo demonio del temor y vencer era algo que le producía
un placer inimaginable, dejo que sus labios recorrieran el rostro de la
muchacha mientras las manos desparecían del alcance de la vista buscando
lugares que provocarían inmensos placeres…
Luego… ninguno de los dos
recuerda demasiados detalles, solo saben que hicieron el amor…
Kevin Heves Maranetto
Vranich
22/11/2012