Les contaré la historia de un
hombre, cuyo nombre, no importa mucho en realidad.
Sus inicios fueron complicados,
infancia difícil, por lo menos a través de sus propios ojos, adolescencia
solitaria llena de caprichos del destino, quiso, al final de ella, regalarle su
primer amor.
Su vida gris de pronto se llenó de
colores, aunque aquello demasiado no duró, y fue abandonado con un puñal
clavado en lo más profundo de su corazón, quienes supieron hablar con el, saben
que en sus ojos oscuros de triste mirada, se veía reflejada la terrible desesperación,
de quien habiendo amado tanto le cambiaron por una simple tentación…
Lo gracioso del asunto a contar, es
que cuando lo pudo volver a intentar, se llevaron media década de su vida,
algunas pocas alegrías, y le dejaron toda entera la vacuidad.
No es que sepa bien como fue lo que
pasó, aquella mujer, que más parecía una muñeca, aprisionó los desvelos de su
alma tan herida, y fue un sedante a la agonía de quien ha perdido toda
esperanza, pero cuando la desgracia te alcanza nunca encentras forma de escapar,
y cuando aquel idilio realmente se comenzaba a solidificar, la presencia de un
tercero derrumbo todo con el halito de un solo suspiro.
En sus treinta estaba entonces, cuando
una noche regreso demasiado temprano, y encontró aquel lecho revuelto, en el
dos cuerpos, y en el ambiente sombrío, el aroma tan conocido del lugar que se hizo
el amor.
Doblado por la angustia termino todo
aquello, y si algo en su vida fue bello, se marchito como lo haría una flor al
sol…
No se confunda si lo que escucha le
suena a rima, si hay en las líneas un toque de humor, que mejor manera de
atenuar cuando en la tinta hay tantas lágrimas, sangre y dolor….
Finalmente, como un pájaro herido
que rompe su jaula y emprende el vuelo, su sueño emprendió el viaje a lo
imposible, y un ave de plumas morenas llego a su encuentro desde el otro
extremo del continente, y se fundieron en un abrazo tan profundo, que se hizo difícil
determinar donde terminaba el uno y donde comenzaba el otro…
Yo, que con estos ojos míos vi
aquella escena, puedo asegurarles que ese hombre revivió en un segundo la
esperanza del amor, la razones, no las sabremos nunca, quizás fuera el destino,
quizás un capricho divino, pero lo cierto es que en cada fibra de su ser despertó
algo que él creía, más que dormido, muerto para siempre… sin embargo… aquello
no podría durar…
El fuego que es tan ardiente arrasa
con todo a su paso, y el calor de su sentir salvaje abrazaba todo a su
alrededor, no es que no hubieran días buenos, de amistad, de complicidad, de
sonrisas y picardías, de esperanzas en la vida, de planes y sueños de futuro…
pero esos días eran cortos, y se alternaban con largas noches invernales, en
que sus pieles tan cálidas no lograban calentarse, y aunque los separara la
distancia de un abrazo se abría entre ellos el abismo de un recelo, y estando
tan cerca, estaban tan lejos…
Ella era una chica fuerte, solo que
no lo sabía, el era un hombre débil, y no lo sabía ella.
Y parece que el único que sabía que
su futuro dependía solamente de ellos era yo, el era un pobre hombre camino a
la mitad de su vida, cuyas tristezas y alegrías le habían terminado forjando
techo, abrigo y comida. Pero era un hombre roto, un hombre de cristal, al cual habían
golpeado una y otra vez y la divina providencia había una y otra vez vuelto a
reparar… pero cada vez más fragmentos se extraviaban, cada vez quedaba menos de
él, se convirtió en grietas de su propia existencia…
Un día, justo a mediados de agosto,
se dio cuenta que ya no había nada que pudiera reparar su esencia, el más leve rasguño,
la más sutil marca o el mas insensible de los golpes lo destruirían por
completo y ya no quedaría nada de él si no piezas que deberían ser barridas y
botadas como basura…
Y antes que eso pase y no haya nada
que contar, quise escribir sobre él, un hombre, cuyo nombre, no importa demasiado
en realidad…
Kevin Heves Maranetto Vranich
15/08/2021