No recuerdo
bien como fue, pero él había terminado con el amor de su vida y aún estaba
llorando su pérdida, ella de alguna manera llegó a él, quizás un mensaje,
quizás comentó una de sus fotos, o leyó alguno de sus comentarios, pero hubo
química de inmediato…
El encontró en
ella un rayo de sol, alguien en quien sostenerse en aquella pena, con quien
charlar hasta altas horas de la noche, a veces hasta el amanecer, a veces más
aún, y ella encontró, sin dudarlo, su príncipe azul…
Pero el
corazón de aquel joven estaba destruido, había tantos trozos desperdigados en
su pecho, tanto dolor encogiendo su alma, que estuvo insegura de intentar la imposible
tarea de conquistarle, además, ella no quería admitir que se estaba enamorando
de él…
Palabra a
palabra, día a día, situación a situación comenzaron a quererse, como amigos,
como hermanos, como almas gemelas destinadas a estar juntas, pero no era fácil,
les separaba la distancia, la edad, las costumbres y hasta las palabras… pero
aquel cariño, con sus altibajos, no paraba de crecer…
Su santa
paciencia fue reparando poco a poco el daño en el pecho del joven, quien le
veía con adoración, era su salvadora, aquella amiga que le había tendido la
mano cuando se hallaba sumido en el foso de la desesperación…
Quizás ella decidió
dejarlo hacer su vida, puede que temiera que lo que sentía arruinara aquella amistad,
o quería destruir sus sentimientos pues eran casi imposibles de llevar a buen
puerto, lo cierto que se apartó a él, dejándolo a la deriva, sin cadenas y sin bote
salvavidas…
Pero aquello
que está destinado a estar junto no puede separarse más que un tiempo
razonable, así que un día le saludó, casual, como siempre, pensando quizás apagado
su fuego, creyendo quizás superados sus sentimientos, y él, con el cariño
intacto, le saludó con la misma cortesía que si aquellos dos años hubieran sido
dos días…
Comenzaron a
platicar, cosas van cosas vienen, y de pronto hablo de ella…
Una muchacha,
buena, más no perfecta, había ocupado un lugar en su vida, su corazón aún lleno
de sombras necesitaba de alguien que le cuidara, y esta muchacha había llegado
a ocuparse de ello en el momento que nadie más lo hacía, él, triste, solitario,
abandonado a su suerte en un mundo que no entendía, se dejó acoger en los
brazos que rodearon su cuello y depositaron besos en sus labios...
Decir que se
enamoraron sería demasiado, él estaba muy lastimado para querer, ella era muy inocente,
y la misma inocencia le llevo a enamorarse perdidamente de un amor idealizado,
le quiso solo por el hecho de quererle, como quien ve un perro a la orilla del
camino con sed y le acerca un poco de agua, así, con esa compasión latente en
su pecho de mujer se acercó a este hombre meditabundo y se enamoró de él… ¿Amor?
Nada puede parecérsele menos…
A lo lejos su
rayo de sol escuchó la historia con modesta y falsa alegría, sintió en su fuero
interno un torbellino de celos que creía eran imposibles de comprender, se
controló como pudo y con la dudosa simpatía de la amistad siguió con el juego
de años antes, escribiéndole de ves en ves, hablando como si la noche no terminara
al comenzar un nuevo día, contándose sus íntimos secretos como si fueran uno
solo, irremediablemente se enamoraron sin margen de duda…
Ella se iba a
dormir meditando todo aquello, él estaba con alguien más, si antes había mil
fronteras que los separaban, ahora existía una que no podía franquear un pasaje
de avión, ahora había otra mujer, y los celos le hacían doler el alma ¿Porque
se había demorado demasiado en reclamarlo para ella? Preguntándose porque no admitió
su amor cuando fue el momento, dejándolo todo por refugiarse en sus brazos como
había deseado hacerlo tantas veces, y pensó que habiéndolo perdido para siempre
aun le quería para sí, pero no sabía si luchar por él…
Mientras, al
otro lado del mundo mismo, en una cama, él estaba despierto junto a otra mujer, sin poder cerrar los ojos, sin
poder hacerle el amor, sin poder besarla en la frente ni acariciar su pelo, yacía
en la cama de alguien que no llegaba a llenarle por completo, alguien que solo
menguaba su soledad, que solo era una página más en un libro que no tenía buen
final…
Llego entonces
a las tres de la mañana un mensaje apasionado, revelando los sentimientos
tantos años ocultados, esperando una respuesta, pidiendo, tan dulcemente como
era posible, que dejara su vida actual por ella… y el meditó tanto aquello como
era posible…
Podría haber
respondido tantas cosas, haber creado falsas esperanzas, haberse hecho el
desentendido, haber propuesto que le diera tiempo, haberle prometido el cielo,
haberle confesado lo que sentía por ella… y lo vacío que se hallaba en aquella
cama…
Pero hacía ya
casi 10 años una mujer le rompió el corazón, sin razón, sin motivos, llegó
hasta él, luego de compartir tantos dulces momentos y le dijo que aquello no
iba más, simplemente le dejó y se fue con otro hombre…
Lloró
recordando tantas humillaciones, como se arrastró por ella, como rogó que volviera,
implorando una oportunidad de ser mejor persona, prometiendo hacer lo que fuese
necesario, ofreciendo el cielo y el infierno, si debía hacerlo, venderle su
alma al diablo…
Nada fue
suficiente para aquella otra mujer que de todos modos lo abandonó, dejándolo librado
a su suerte con una herida irreparable en su pecho, ahora, una vida entera después,
las cosas eran al revés, yacía en el lecho de alguien que lo quería sin sentir
lo mismo a cambio, entregando cada día la oportunidad de ser enamorado,
fallando cada día no habiéndolo logrado…
¿Qué sería de
esta chica si le despertaba para decirle que no la amaba? ¿Lloraría como lloro
él? Jamás se perdonaría causarle a alguien el dolor que le habían causado, moriría
de ser necesario antes de hacer aquello, no se permitiría jamás dejarlo de
intentar, aunque supiera que fuese una batalla perdida, sabiendo aun que le
alejaban de su felicidad, que le prohibía estar junto al amor de su vida… aún
pese a todo, se quedaría a su lado, dibujaría una sonrisa por la mañana, y derramaría
lagrimas por la noche, pero solo cuando ella durmiera, cuando ella no lo viera,
y así sería… cada mes, cada año, la vida entera de ser necesario… quizás fuera
infeliz toda su vida… pero ella no lo sabría jamás… ella podría ser feliz, como
no pudo serlo, hace una década, él…
Pero tampoco
podía lastimar a aquella amada que le había revelado sus cálidos sentimientos,
y el dilema, presente en su conciencia, no tenía una salida fácil, no una en la
que él se beneficiara, pero si de verdad la quería solo podía hacer una cosa
por ella: dejarla libre…
Con todo el
afecto del mundo halló las palabras para rechazar las tan deseadas intenciones,
con un nudo en el pecho y un sabor amargo en la garganta le pidió que buscara
un amor que estuviese a su alcance, que ella no era para él, y que él no la
haría feliz, le explicó como pudo que aquello era un imposible, con el suspiro
frio del intimo deseo, de que ella adivinara con que dolor decía aquello…
Pero ella solo
escucho lo que quería escuchar, se sintió despechada, ofendida, herida, no comprendió
que entre todos los dolores aquel era el único que le otorgaba la libertad de
hallar felicidad anidando en otro pecho, cobijándose en otros brazos, ella merecía
ser feliz, si le odiaba… pues que le odiara, él lo resistiría, siempre que ella
fuera feliz… no volvería a lastimar a una mujer si podía evitarlo… y obligarla
a esperarle quizás la vida entera, (quizás no), vistiendo santos, por un amor
suyo, maniatado a los brazos de otra persona…. No, aquello no era vida, así que
le pidió que abriera sus alas y volara sin él…
Ahora que lo
pienso, tampoco recuerdo bien el final de esta historia ¿Quizás él seguía junto
a quien no amaba una vida entera? ¿Acaso el tiempo los separaba pero el amor de
aquella muchacha ya había echado raíces en otro corazón? Me gustaría decir que
ella le espero de todos modos, que con el tiempo terminaron juntos, que un día
lo visitó y el beso de aquellos labios menguó hasta la luz del sol y le hizo
olvidar la espera, pero lo cierto… es que no recuerdo que sucedió…
Kevin
Heves Maranetto Vranich
19/03/2013